El desierto del Sahara o del Sáhara

No son dunas, no es arena fina ni paisajes hermosos, es una tierra dura, de piedra, socavones, continuos obstáculos Un puñado de casitas de adobe en mitad de la nada donde habitan personas sorprendentes, con una cultura sorprendente que intentan hacer de ese lugar su lugar, su pueblo, su tierra…a pesar de ser conscientes de su condición de refugiados. Con su enorme voluntad, han conseguido levantar de la tierra inhóspita del desierto una población organizada, con sus talleres, huertos, hospitales y escuelas. Pero no hay que olvidar que lamentablemente todo esto no ha podido ser posible sin la ayuda internacional.

Muchos han nacido en el campamento, muchos también han estudiado en Cuba o España, pero todos están allí. No importa los años que se van, todos vuelven . Como dicen ellos, dejaron una gota de sangre al nacer y eso les ata. Por muchos años que están fuera, la sangre está ahí, su familia, sus raíces, su cultura y nada ni nadie les va a ofrecer nada mejor, porque lo mejor es lo que uno es, no lo que quieren que seas. Una niña de 12 años que ha estado en España varios veranos decía: “quiero que mi familia de España venga a ver dónde vivo, mi casa, las cabras, los camellos, las bodas….y daremos paseos e iremos a El Corte Inglés que aquí se llama Mercado”.

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