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El ataque:

El 16 de Noviembre como a las 11 PM, se escuchó un tableteo de metralleta como durante 1 minuto, 2 veces. Al día siguiente en la mañana nos dijeron que eran algunos combates en las bocas del Inírida que quedan como a 10 Km del pueblo. Nunca supimos la realidad porque como en todo pueblo pequeño todo se queda en chismes.

El 17 a las 1 y 50 minutos PM exactamente y lo sé porque estaba mirando el reloj, tremenda balacera por todas partes y a los 5 minutos o menos entraron los primeros 2 heridos al Hospital. Parece ser que los guerrilleros ya tenían el pueblo rodeado y esperaban la noche para atacar. Por el aeropuerto, por el Coco y el Pajuil, por el lado de la Secretaría de Salud, todo lleno. La isla que queda justo al frente del puerto estaba llena de ellos. A una piraña, que es el nombre que los de la Infantería de Marina le dan a sus lanchas artilladas, se le apagó el motor el frente de la isla y mientran lo prendían, la corriente la acercó a esta, de manera que los muchachos guerrilleros que estaban allá se asustaron pensando que habían sido detectados e iniciaron el combate disparando contra la piraña fuego de metralladora y un Rocket que la destruyó ocasionándole la muerte a un Infante y a otro dejándolo cuadripléjico. Como pudieron, llevaron a la piraña al puerto y ahí fueron recogidos y llevados al Hospital. Esto encenció el combate en todas partes al rededor del pueblo, de tal manera que en la primera media hora llegaron al Hospital en total 8 heridos y el muerto de la voladora. Los primeros 2 heridos fueron un señor que pasaba en moto justo por la esquina del Hospital y una bala disparada desde el puerto, como a 1 Km, le dió en la región inguinal rompiéndole la vena femoral que fué necesario reparar quirúrgicamente. El segundo fué el hermano del Gobernador, Beto, que recibió un disparo en el muslo derecho que no comprometió ningún tejido crítico, de manera que se manejó sin necesidad de operar. Luego, los infantes heridos, el cuadripléjico con una herida cervical que fué necesario intervenir por el sangrado, otro con esquirlas en un ojo, que como cosa curiosa y valiente, una vez fué tratado localmente y con analgésicos, salió sin permiso médico y se reincorporó al combate. En fin, los otros militares heridos de poca gravedad, un muchacho del colegio con otra esquirla en el ojo. El único Policía herido, no lo fué a bala sino porque se cayó una garita alta que estaba custodiando, ahí en la estación y al empezar el combate . Nada grave. En total fueron como 11 los atendidos ese día.

Desde el Hospital se escuchaba bala de todos los calibres, ráfagas, bombas, de todo en rachas de 2 horas. Nosotros activamos el plan de emergencias y atendimos bien a los heridos. Simultánemente nos llegaron señoras en trabajo de parto, desmayados del susto y cosas parecidas. El Hospital estaba en ese momento lleno de pacientes esperando su atención, familiares, visitas, etc.. que eran un problema porque obtaculizaban el trabajo del personal del Hospital. Poco a poco se fueron y finalmente quedaron los empleados y uno que otro sapo. Ahí se conoce bien a la gente. Todos con miedo, natural, pero la mayoría bien controlados, algunos en los extremos. Robert, con su paso lento, muy tranquilo, no tenía ningún cuidado de si mismo y se paseaba por lugares expuestos a las balas. Otro médico, se escondió debajo de una camilla en Consulta Externa y ya que le correspondía atender el parto, hubo necesidad de sacarlo casi a las malas. Los de mantenimiento, que previamente no hice sino joderlos por vagos, se portaron muy bien, nos dieron todo el soporte de oxígeno, energía eléctrica, y todo lo que necesitamos. Casi todos muy colaboradores. A mi me cogió el combate en la cocina en donde estaba tratando de robarme alguna de las cosas ricas que cocinaba Magnolia. Inicialmente, al oír el tableteo pensé que era nuevamente los de la Marina en sus prácticas. Pero luego empezaron a llegar los heridos y ahí sí que susto tan berraco. Gracias a Dios, los médicos hemos aprendido en nuestro entrenamiento y en la práctica profesional, a trabajar y controlarnos bien aún en situaciones de altísima tensión. Al cirujano y al anestesiólogo los pescó en la casa y les tocó irse por la calle hasta la entrada de Urgencias al Hospital, en medio de las balas. Ahí en urgencias designé al cirujano como el Coordinador del Plan de Emergencias, por ser la persona con más experiencia. Se organizaron 5 grupos conformados por médico, enfermera y auxiliar, mas un médico en la puerta para el Triage, y otros en Hospitalización y Consulta para atender a la gente según la severidad de sus lesiones. Como a la hora del inicio, hizo presencia el avión fantasma que revoloteó como 2 horas y regresó luego e inició a disparar desde allá arriba, incluidas bombas. Permaneció en períodos de mas de 3 horas seguidas en ese plan. Esa noche todos dormimos dentro del Hospital, alerta roja y nadie puede salir, toque de queda en el pueblo, nos acomodamos como pudimos. Lo mas berraco dentro del Hospital, es no saber nada de qué está pasando afuera. Llegan los chismes, que ya se metieron, que están en la Gobernación a una cuadra, que se están entrando por atrás, que son como mil, que dos mil, mil cosas. Y algunos empleados del Hospital me presionaban: mire que dentro del Hospital hay guerrilleros camuflados desde antes, que los saque, que si no va a sacar a los familiares, que saque al Procurador que no tiene nada que hacer acá, que al personero, que a fulano o sultano. Obviamente, la presencia dentro del Hospital de algunas autoridades pueden convertirlo en objetivo militar, pero yo no tengo conciencia de pedirle a alguno de ellos que se retire, en medio de las balas, exponiendo su vida, y sin adonde ir, por lo que me negué a retirar a nadie que no tubiera residencia en el pueblo. Mi jefe Pira, sin ser médico ayudó a tomar algunas decisiones y a organizar las cosas. El, Toño, Jorge, Robert y yo duramos despiertos como hasta las 4 AM, para dormir 1 hora y ya. El otro día se inició con mucha calma, nada de ruido hasta las 9 AM en que otra vez lo mismo, plomo todo el día peor que el primero. Peor. Solamente un herido leve. Y nosotros sin saber nada de qué estaba pasando. La pelea era en algunoa lugares dentro del pueblo y en la periferia que por lo pequeño es como si fuera ahí mismo. Esa noche fué mas tranquila desde las 9 PM. La dormida otra vez en el Hospital pero mas larguita. El tercer día, al parecer la situación estaba mas controlada y se suspendió el toque de queda como 2 horas para que la población pudiera abastecerse de víveres. Nosotros de cigarrillos. Y obviamente mejoró un poco la comida del Hospital, que hasta ahí era sólamente lentejas y arroz, que era lo único que había en la despensa de la Contratista, doña Magnolia, que no se como hacía alcanzar esta comida para mas de 100 personas que permaneciamos en el Hospital, entre pacientes, empleados y sapos. Esta señora fué un ángel para nosotros por su tranquilidad y su apoyo. Nosotros, mas relajados, aprovechamos para jugar cartas, dominó y hasta con unas canicas que nos prestó el hijo de una compañera de trabajo. 

La gente dela Cruz Roja, justamente el primer día iniciaba un entrenamiento en rescate y primeros auxilios, por lo que sirvió su ayuda. Un grupo muy valiente que se apostó a la entrada del Hospital, exponiendo de alguna manera sus vidas, a colaborar a la entrada de los pacientes. Las ambulacias del Hospital, 2, todo el tiempo salían a recojer y llevar pacientes que solicitaban el servicio vía telefónica. Como cosa especial, en todo el tiempo, el teléfono funcionó normalmente por lo cual nos pudimos comunicar con nuestras familias y medios de comunicación afuera. Igual la energía eléctrica, en estos día funcionó 24 horas y gracias a Dios las plantas no fallaron ni el combustible faltó. En el pueblo, cada familia encerrada donde quedó, comiendo lo que pudieran y agua igual. Muchas casas quedaron con los vidrios y tejas rotas pero en general no hubo gran destrucción. Es un poco especulativo pero yo creo que el 95% de la balas ivan y no venían. La defensa del pueblo según nos fuimos enterando lentamente, fué manejada por los soldados profesionales de la Infantería de Marina y sus oficiales y la Policía que se encargó de protejer algunas zonas cercanas a su estación y el Hospital. Toda esta gente es muy valiente. Yo ví desde dentro del Hospital, Infantes y Policías acostados o arrodillados en plena calle, disparando y esperando los supuestos gruesos grupos de guerrilla. Ellos y la aviación, que mantenían un avión fantasma, intermitentemente aviones OB10 y una vez un Mirage, consiguieron preservar el pueblo y la integridad de sus habitantes. 

Este tercer día, mas tranquilo, combates cercanos pero esporádicos, hasta las 3 PM en que fué herido gravemente un civil que fué llevado al Hospital. Una sola bala lo atravesó en el abdomen y lo despedazó. Toño, el Cirujano, y Jorge, el anestesiólogo, lo entraron a Cirugía y lo sostuvieron como 4 horas hasta que finalmente se perdió esta pelea con la muerte. Este fué accidentado por salir a mirar cuando no debía.

El cuarto día nos ocurrió un hecho curioso, visto desde ahora hasta chistoso. Resulta que ya se oían balas esporádicas, tal vez francotiradores y nosotros llevábamos ya 4 días encerrados, por lo que resolvimos con Pira, Toño y Jorge, como a las 3 de la tarde, sacar una mesa a un sitio despejado del Hospital y ponernos a jugar cartas. En eso duramos como unas 2 horas hasta que alguien me llamó por lo que me retiré y enseguida todos los demás. Alguien nos dijo que no nos hiciéramos allá po el peligro de una bala perdida y listo, no regresamos. Al día siguiente, debajo del árbol que nos daba un poco de sombra, como a 10 metros de donde jugábamos, Pira encontró casquillos de 9 mm. Aparéntemente cuando estábamos jugando había alguien en ese árbol que antes o posteriormente disparó.

Después, no mas heridos, cada vez menos tiros. Dado esto y viendo las difíciles condiciones del Hospital para mantener a toda esa gente comiendo, le pedí a los señores de la Cruz Roja que abandonaran el Hospital, ya que por una parte no había inminencia de combate cercano y por otro no los podíamos alimentar mas. En estos casos es absolutamente necesario priorizar los recursos y no podíamos alimentar, con lo que no teníamos, a personas que finalmente estaban en entrenamiento y médicamente no aportaban casi nada. Esta solicitud fué tomada por el Presidente de esta seccional de muy buena forma pero el Instructor recién llegado de Bogotá, armó tremendo lío y posteriormente trató de denigrar de mí. Lo cierto es que esta situación fué analizada en el comité técnico del Hospital, posterior a estos hechos y se determinó en el rediseño del Plan de Emergencias, que la gente de esa entidad no podría permanecer dentro del Hospital, menos suplantar el trabajo de este, y por lo tanto debía limitarse a las actividades de rescate y  traslado de pacientes, como apoyo del Hospital externamente. Así debe ser, porque ellos son voluntarios para ayuda y no para que los ayuden. 

Hasta que el sexto día la Marina ya declaró cese del peligro y llegó el Ejército con sus escuadrones contra-guerrilas. El séptimo nada de toque de queda, al menos durante el día. Y al día siguiente, fué el Presidente, el discurso, y se fué, no sin antes pasar a visitar el Hospital en donde en vez de visitar los heridos, pasó a la cocina y saludó a doña Magnolia con beso.


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