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¡Al rincón!

 

Cualquier sumiso que va a ser castigado teme oír a su dominante decirle con firmeza "Al rincón!" 

 

Por si alguien no lo sabe, el castigo o la penitencia de "tiempo en el rincón" consiste en que el castigado esté parado o arrodillado mirando a un rincón, sin apoyarse en la pared, sin moverse, sin darse vuelta ni mirar para atrás y sin hablar. 

 

El tiempo en el rincón es un tiempo de gran peso psicológico para el castigado, por el aburrimiento, por la incertidumbre, por la anticipación del castigo y por la humillación. 

 

El aburrimiento

Los mamíferos carnívoros (u omnívoros, como nosotros), que necesitan poco tiempo para alimentarse, tienen mucho tiempo libre y son individuos activos y curiosos. Estar largo rato quieto y mirando una pared no es divertido. Si se oyen ruidos atrás, si se nota alguna actividad, la tentación de darse vuelta a ver que pasa es muy grande, y mayor cuanto más tiempo transcurra. Si no se oye ningún ruido, la tentación de mirar para atrás para ver si el dominante está aún allí es casi invencible. La tentación de hablar para pedir perdón, también. 

 

La incertidumbre

Además se puede agregar la incertidumbre al no decirle si ese es el castigo total, o si habrá mas.

 

Si lo mandaron al rincón sin decirle el castigo, tiene la angustia de anticipar el dolor, pero tiene la esperanza de que sólo lo reten, de que el tiempo en el rincón sea en si mismo el castigo. La incertidumbre es ya un castigo.

 

La anticipación

Si ya sabe que va a recibir una paliza, va a sufrir además la anticipación del dolor, de lo que va a pasar. Si uno sabe que va a sufrir, quiere que sea ya. La espera, dicen algunos, es peor que el castigo en si mismo, porque la imaginación corre. Y si uno está mirando a una pared y no tiene con que distraerse, el miedo de lo que le espera lo hará sufrir la paliza varias veces.  

 

La humillación

Además, es humillante. Primero, por tener que obedecer. Uno no quiere estar allí, pero tiene que someterse. Segundo, por estar en una posición que recuerda la de un niño pequeño. Un adulto mirando la pared se siente ridículo, y más aun si está desnudo o mostrando las nalgas. Peor aún, si las nalgas muestran las señales de una paliza.

 

Cuando usar

Se puede usar en tres condiciones: como un castigo en si mismo, o antes y/o después de una paliza.

 

En si mismo, es un castigo por la humillación y el aburrimiento,

 

Antes de la paliza, se agrega la anticipación, el temor del castigo.

 

Y después de la paliza, uno quiere que lo dejen tranquilo, quiere tirarse en la cama (boca abajo) a llorar o a descansar, quiere ir al baño a lavarse la cara (y a mirar como quedó el trasero), quiere frotarse las nalgas con las manos para atenuar el dolor. O tal vez quiere una descarga sexual. O quiere que lo acaricien, y le digan que lo perdonan. Y uno no puede hacer nada de eso. La paliza terminó, pero el castigo sigue.  

 

Como Usar  

El tiempo en el rincón se puede cumplir:  

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Parado o de rodillas, con los brazos cruzados a la espalda o las manos entrelazadas arriba de la cabeza o atrás de la nuca. Puede tener los brazos atados.

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Postrado, de rodillas, con las manos agarrándose los tobillos por entre las piernas y con la frente tocando el piso adelante de las rodillas (esto es especialmente atractivo después de la paliza, para que exhiba las nalgas).

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Doblado al medio, apoyando las manos en la pared. Mantener esta posición causa mucho dolor en la cintura. Además, es una buena posición para recibir nalgadas

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Un clásico de las ilustraciones escolares es el banco alto, donde el alumno se sentaba al frente, mirando a la pared, o a la clase con el gorro de burro con orejas.

 

Después de una paliza severa, sentarse en un banco duro y con las piernas colgando, con todo el peso en las nalgas, no es broma.  

 

En varias de las posiciones, el dominante puede asegurarse de que el castigado no se mueva haciendo que sostenga una moneda u otro objeto presionándolo contra la pared con la nariz (un papel no sirve, se pega a la nariz y no se cae). De esta manera, cualquier movimiento del castigado hará que el objeto se caiga. 

 

Un efecto parecido, con casi las mismas sensaciones se pueden conseguir si el castigado está encerrado en un armario (cuidado con la ventilación, si no hay bastante aire puede asfixiarse), o en un baño, a oscuras.

 

Y desde luego, si el castigado se mueve mucho, se da vuelta, habla o hace ruido, se le cae la moneda, o cualquier otra falta, ¡que excusa para otro castigo!  

 

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