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LA COLUMNA DE MENA MENA

Las tristezas de un triste despertar

El fracaso de la raza

Todo lo que se ha dicho y escrito, por corresponsales y cronistas de la prensa nacional, eso y algo más grave ha sido nuestro denuncio por largas semanas, meses y años. Nuestros gritos de rebeldía, inconformidad y denuncias han chocado con la indiferencia y la complicidad, desde cuando se convirtió en minoría la gente de bien en nuestro solar nativo.

La espera de largos años por el despertar de una conciencia chocoanista no ha sido más que un cantar romántico e incierto. Las cuatro paredes de la selva impenetrable que nos circunda, nos encerró en una cárcel sin fronteras ni tutores, al libre albedrío del delito contemplado y compartido. Desde luego marchita toda esperanza de reivindicación y progreso.

Al despertar de todo este letargo, cuando ya todas los nuevos y viejos territorios nos superaron, tenemos que aceptar la congénita inferioridad de nuestra conformación racial. Es una triste realidad. No es que nos hayan discriminado, somos nosotros los propios protagonistas y responsables que no pudimos superar el destino de la sangre. Nuestra idiosincrasia individualista que nos ha dado a veces triunfos pasajeros cautivó la esperanza colectiva de progreso asentada en otros territorios que doblegaron sus dificultades y accidentes geográficos para florecer a la vida pletóricos de esfuerzos, de sueños y esperanzas. No es sino mirar el milagro de las ciudades del Eje Cafetero, todo un himno de superación y alegría. Celosos guardianes del producto de su suelo para que llegue a sus gentes, veredas y ciudades, el beneficio que enaltece el bien común en mejoras de vida y no al bolsillo de quienes regentan el beneficio de instituciones mancilladas por la corrupción.

¿No se han hecho ciertas las reflexiones que un día hiciera Laureano Gómez en su libro "Interrogantes sobre el progreso de Colombia", fruto del comportamiento humano en el proceso histórico de los pueblos latinoamericanos? Anotaba entonces el dr. Gómez: "Nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, de indios y de negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad".

Nos queda a nosotros definir si es nuestra condición racial la que nos hace pecaminosos, laxos y deshumanizados, frente al reto histórico que nos impuso nuestro propio destino. No niego el egoísmo y la inequidad del Estado para con nosotros, pero lo poco que nos han dado ha sido esquilmado por nosotros mismos, sin que haya pasado nada. Ya habrá la oportunidad de hacer un inventario de nuestras desgracias. Esta es una retahíla más y aburrida de un perro ladrándole a la luna con la vana pretensión de que le escuchen. ¿Lo que sucede hoy es el fracaso de la raza?

Consuelo Velásquez, Chela Velásquez,, ha muerto a los 84 años. La cantaautora mexicana compuso la melodía latinoamericano más difundida y escuchada en el mundo, titulada Bésame mucho. Dicen que existen cincuenta y tantas versiones, en más de treinta idiomas. La compuso en temprana edad, cuando ella todavía no había dado el primer beso.

Bésame / bésame mucho/ como si fuera esta noche/ la última vez/.

Un himno al amor que a lo largo de nuestra existencia hemos repetido incansablemente. En la segunda guerra mundial en todas las fronteras, la tarareaban lo mismo, los norteamericanos que los chinos, franceses y rusos. Una canción que conmovió todos los corazones. El amor, como la música, no tiene fronteras. Un coterráneo nuestro, Víctor Manuel Obregón, "Vitucho" murió en una batalla en el cerro coreano "El viejo calvo" cuando integraba "El batallón Colombia", ante lo imposible de sobrevivir, cantando Bésame Mucho. Así nos lo relataron unos soldados puertorriqueños que estuvieron en el combate, en un hospital de Tokio. ¡Oh, los viejos recuerdos! Alguien dice que yo estoy escribiendo mis memorias.

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