Chocó 7 días

Secciones

 

 

 

LA COLUMNA DE MENA MENA

Adán Arriaga Andrade

A los diez años de su muerte, en el olvido de los chocoanos

Este hombre excepcional, que vivió 87 años, ha sido un símbolo que encarnó las virtudes y condiciones excelsas de todo un siglo de su terruño. Heredero de rancias costumbres de sus mayores y el hábitat que lo rodeaba fue un digno ejemplar de rectitud y transparencia que desde los tempranos bancos del Carrasquilla impuso su liderazgo intelectual, después ratificado en los centros y círculos estudiantiles de Antioquia. Desde aquella época fueron mirados los chocoanos con respeto y estimación por muchos años.

El resplandor luminoso de Arriaga abría para su gente y su raza oportunidades inesperadas. Fue ciertamente este ejemplar humano un faro desde donde se proyectaba para toda la nación. Ahí lo encontró en 1944 la lupa del presidente López, que buscó en las universidades al mejor profesional del área del derecho laboral para su gabinete.

Con él, López Pumarejo inició la gran hazaña de la "Revolución en marcha" de su gobierno en el campo laboral, cuando Colombia superó la época feudal y se incorporó al campo social moderno que clamaba la clase obrera nacional. Fue este hombre estudioso y decidido una figura estelar desde entonces por muchos años, en el congreso, la cátedra y el foro.

En la política regional tuvo sus propios seguidores, "arriaguistas", distinguidos ciudadanos, intelectuales, comerciantes y obreros. En principio alternó con su émulo de la política regional, Diego Luis Córdoba, de su época y estatura intelectual. Líder natural con quien pactó después electoralmente lo que se llamó El Eje Córdoba-Arriaga, que compartieron congreso por varios años.

Fue Arriaga Andrade, también director del partido liberal, en asocio de figuras distinguidas como Darío Echandía y Luis López de Mesa. Asistió a foros internacionales del trabajo en representación de la nación. Ya retirado al litigio fue consultor y representante de firmas industriales destacadas. Todas las distinciones y encargos en su vida pública las ejerció Arriaga Andrade, con dignidad, eficacia, sabiduría y sencillez. Todas sus ejecuciones de funcionario, hombre de Estado, y ciudadano por acción u omisión no dejaron la más leve sombra de su esclarecida conducta ciudadana. Fue la época de oro del Chocó, en donde cuatro conciudadanos nuestros fueron ministros de Estado, productos de una sociedad honesta y patriótica, en donde la grandeza, el buen nombre de la familia, y el comportamiento público fueron metas fundamentales del hombre, sepultadas hoy en la brutal competencia del enriquecimiento ilícito.

Este hombre de corazón puro y manos limpias cumple diez años de su fallecimiento el próximo domingo 13, como en el designio de los hombres grandes: en el olvido y la ingratitud. No hay escenarios ni instituciones que rememoren su nombre. Su deceso ocurrió en la capital de la República, en el cálido seno de su hogar compartido con doña Camila Díaz Ferrer, (q.e.p.d.) una bella mujer chocoana, y con sus hijas inteligentes y distinguidas herederas, dignas de su estirpe.

© 2004 Chocó 7 días
http://www.choco7dias.vze.com