Chocó 7 días

Secciones

 

 

 

ARMADURA

Nuestra pequeña corrupción

 

Amilcar Cuesta Torres

En un colectivo escolar una joven vestida de uniforme va chupando trocitos de caña que saca de una bolsa transparente y sin reato alguno va arrojando el bagazo por la ventana. El residuo de la caña queda esparcido por las calles de la ciudad a medida que la buseta avanza.

Un solar sin dueño es el sitio preferido para que un grupo de hombres y mujeres se reúnan por las tardes a jugar bingo. Allí, un bebé succiona con ganas la teta de una adolescente que lo sostiene con el brazo izquierdo mientras tapa los números de la tabla con la mano derecha.

Se ve en un céntrico lugar de Quibdó a un señor bastante mayor de edad que aborda un bus en el momento justo en que éste va cruzando entre dos vías. Obviamente el tráfico se paraliza por la imprudencia del pasajero y del conductor.

De otro lado, a muchos nos ha pasado que llegamos bien temprano a hacer la cola en un banco y la formalidad nos lleva a ocupar los últimos lugares porque un grupo de avivatos usurpó los primeros; en otras ocasiones la fila no avanza porque un bondadoso de adelante se presta para hacer las transacciones a los amigos que van llegando. Embarazosa encrucijada porque, mientras hay tanta gente esperando en la cola, cómo decirle no a un pariente, a una ex novia, a la mamá de un amigo, a un profesor que nos dio clases o a tantos conocidos. Esta actitud, que es típica de los chocoanos, y propicia cuando vamos a pagar los servicios públicos, provocaría el reclamo airado de los ofendidos en cualquier lugar del planeta, pero aquí goza de una permisividad asombrosa. Es parte de lo que nos han querido vender como nuestra cultura ciudadana, o "cultura negra" basada en una falsa "solidaridad" que se acopla mejor con el irrespeto.

Lo que hemos querido describir es sólo una muestra de los cuadros citadinos que desnudan nuestra pequeña corrupción, irresponsabilidad e incompetencia ciudadana.

Sin embargo, al baúl de ilusiones del pueblo chocoano le cabe de todo, incluso creerse una urbe civilizada por el número de títulos que acumulan sus profesionales.

Al contrario: teniendo tantos graduados y posgraduados, estos comportamientos ciudadanos evidencian que estamos, como en el tango de Santos Discépolo, "en el mismo fango, todos manoseaos".

© 2004 Chocó 7 días
http://www.choco7dias.vze.com