
Capitulo IV: ENERGIA POSITIVA
¡Pero bien!, era su cumpleaños, y ese día se había levantado optimista, llena de energía positiva, probablemente imbuida por la lectura del libro “The celestine prophecy”, cuyos conceptos había absorbido ávidamente.
Contagiada pues de la energía que dicha lectura irradiaba, surgió en ella el deseo de darle otra dirección a su vida.
Aquel deseo, aquel entusiasmo de un cambio en su forma de actuar, la hizo tomar la resolución de no volver al bar por las tardes, como regularmente lo hacía.
Al principio con el esposo, luego por si sola, cuando aquel se aburriera de hacerlo al no encontrar una razón que justificara dicha práctica, y que mas bien consumía parte de sus ingresos, los cuales -como planificador financiero que era-, podía invertirlos en la bolsa de valores, y así sacarles mejor provecho.
Aquel día en particular, después de desayunar y poner un poco de orden en el apartamento, tomó el coche y se dirigió al supermercado a comprar víveres y otros objetos para el hogar.
Poniendo especial interés en procurarse unos camarones “jumbo”, y unas botellas de vino ”blush chablis”, los favoritos de su esposo, y siendo una fecha especial, quería sorprenderlo cuando aquel volviera del trabajo y la encontrara ocupada en casa.
Ese día cenarían juntos, a media luz para volverlo todo más romántico.
Hacía tanto tiempo que no lo hacían, a causa de sus escapadas al bar, las cuales eran completamente sanas, más que todo por charlar con las demás personas, en especial con las otras damas que frecuentaban dicho lugar acompañadas por sus esposos, y con las cuales comentaban los sucesos del mundo, y también los (chismes) que se ventilaban en los vecindarios, -a los cuales las mujeres son muy apegadas-, y en parte también, como costumbre subconsciente heredada, pues siendo su madre de ascendencia irlandesa, visitar los “pubs” con los esposos, era parte de la cultura en ellos.
Aquellas visitas al bar quizá eran causadas por no haber un tercero en su hogar, un hijo producto del amor mutuo, esa chispa humana que le da vida a todo matrimonio, y que cuando llega, lo hacemos objeto de todas nuestras atenciones, pues como padres responsables, nuestra obligación es brindarle todo nuestro soporte moral, y demás cuidos necesarios en procura de su felicidad.
Sin embargo, en ciertos matrimonios la naturaleza tiene otros planes, negándoles vástagos, eso que se vuelve imprescindible en todo hogar para completar la felicidad, y volvernos más responsables.
En un hogar sin hijos, -a menos que los cónyuges lo hayan hablado con anterioridad de evitarlos, se siente un vacío inmenso.-Todo se vuelve rutina, monotonía y hasta cierto punto aburrimiento.
Satisfacción grande es la que sentimos cuando sabemos que vamos a ser padre por primera vez, ese suceso nos hace sentirnos más completos.- Saber que estamos cumpliendo con el mandato de la naturaleza de la reproducción de la especie, nos vuelve optimistas, pues ahora tenemos un
motivo para continuar en la lucha, y prodigar a aquel producto de nuestra propia sangre, con todo lo necesario para su felicidad y formación personal, volviéndolo un ser útil a si mismo, a los suyos, y la sociedad en general.
Al regresar del “súper”, se puso el delantal y empezó a cocinar.
Preparó una “césar salad” impregnada con vinagrete, acompañada con crotones.
Unos hongos sofritos en salsa soya; camarones al ajío, y de postre un flan de frambuesa.
Con los alimentos preparados, y la mesa arreglada con toda la orfebrería indicada para la ocasión, se sirvió un martini, y se sentó a esperar la llegada de su esposo, mientras escuchaba música suave en el “stereo”.
Haciéndose a la vez miles de conjeturas, y rogando que al esposo no le diera un infarto al encontrarla en casa.
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