JULIO QUILCHE

Por: Samuel Caballero A.

VI.- NUEVA FAMILIA

Julio contiuaba frecuentando la ciudad más ha menudo, y al hacerlo no dejaba de hecharse sus tragos de "aguardiente".- Una de esas noches, llenas de luz de luna y estrellas, de criquetear de grillos, de luciénagas errantes, y en las que parece que el diablo también anda suelto, Julio propasado de copas, le insistió a Ofelia se fueran a la finca, aquella temerosa de su padre, no encontraba ¡qué respuesta darle!, finalmente accedió a las súplicas, y le dijo volviera por ella más tarde. Cuando todo era silencio en la casa, Ofelia se levantó y se marcharon.

Al día siguiente, al ver que Ofelia no aparecía por ningún rincón de la casa, Mariano se paseaba en aquella sala como fiera enjaulada, profiriendo toda clase de sentencias y maldiciones, al atravesársele un gato y darle un puntapie, lo hizo salir por aquella puerta como un 'missile tomahawk", aterrizando el pobre animal en el techo de la casa al otro lado de la calle.- Luego se imaginó lo que había sucedido, -aquella mal agradecida se había marchado con Julio-, ¾esa era la realidad de las cosas!.

Fue a la finca y encaró a Ofelia, le dijo volviera a casa con ellos, pero Ofelia le dijo que¾no!. Que ya era mayor de edad y tenía derecho a disponer de su vida, además quería a Julio.- Mariano por un momento sintió impulsos de abofetearla, pero se controló, nomás le dijo que desde ese instante no contara más con él, que si algún día necesitaba ayuda, que se la pidiera a "lucifer", porque ella desde ese momento, había muerto para él.

El tiempo pasa y al hacerlo va consumiendo nuestras vidas, a don Ambrosio se le llegó la hora de entregar su alma al creador, fue una muerte tranquila, una transición natural, de lo conocido a lo desconocido, ocasionada más que todo por la edad, asi que con tiempo preparó un testamento y se lo entregó a Julio, en el cual hacía constar que Julio era el heredero absoluto de todas sus pertenencias, asi como de los ahorros que tenía en el banco, los cuales sumaban doscientos mil pesos.

Mientras tanto Mariano bastante disgustado con el proceder de Ofelia, vendió todos los cerdos con la idea de alejarse del poblado, pero las súplicas de sus hijas y esposa lo convencieron de no hacerlo.

El estar sin empleo lo volvía nervioso, asi que para evitar aquella situación, fue a la alcaldía a buscar trabajo, al poco tiempo lo emplearon de policía, cargo con el que estaba familirizado, pues ya lo había desempeñado en ocasiones anteriores en otras localidades.

Parece que aquel empleo despertó en él, el deseo de revancha y que Julio no se saliera con la suya, al no escuchar las advertencias que el le hiciera con respecto a Ofelia.

Cuando los empleados de Julio llegaban al pueblo a tomarse sus cervezas, Mariano los acechaba, y al reirse aquellos en voz alta, Mariano los acusaba de "escandalosos, perturbadores del orden público". Si los miraba caminando detrás de los establecimientos comerciales, los acusaba de "actos inmorales y de atentar contra la salud pública", y si al caminar por las aceras se paraban en una cascara de banano, o si al caminar por calle se tropezaban con una piedra y caían al suelo, los acusaba de "andar borrachos en plena via pública, dando el mal ejemplo". Entonces los encarcelaba, teniendo por consecuencia los -quebrantadores de leyes, los mal comportados-, pagar las multas impuestas para recuperar la libertad.-

Estas acciones se suscitaban ha menudo; finalmente Julio cansado de todas estas arbitrariedades, fue a la capital y le informó al doctor de lo que estaba pasando, del daño que todo esto causaba en el mantenimiento de las fincas al no contar con los suficientes trabajadores para las labores diarias.

El doctor vino habló con el alcalde y Mariano fue despedido.

Aquello fue como revolver un avispero, como haberle hechado el gato al cascabel. Mariano a diario se pronunciaba contra Julio, haciéndolo objeto de toda clase de vejámenes, lo acusaba de ser un indio desteñido, que se le había olvidado de cómo había llegado al poblado, hambriento, mugroso y con guaraches, y que hoy se creía con personalidad.- ¾Noo...decía..! esto no se quedará así, este vendedor de granadías, este maya blanco, este mascador de "peyote", este sobrino de don Juan el brujo, me las va a pagar!, y lo hará con lo que más se quiere- la vida misma-.

El doctor volvió de nuevo a la finca, a notificarle a Julio el deseo de venderla. Al preguntarle lo que pedía, aquel contestó que 250.000 pesos, Julio le ofreció 240.000, que si deseaba podían tratarla por dicha cantidad, el doctor aceptó la oferta y la finca pasó a manos de Julio.

Al poco tiempo Ofelia salió encinta y se lo notificó a Julio, éste lleno de contento le dijo que se casarían, por lo civíl, por la iglesia y de blanco, -no quería que nadie acusara a sus hijos de ser unos "parias"-.- Ofelia dijo que no quería casarse de blanco, que era lo mismo casarse de verde, o amarillo.-

Sin pompa de ninguna clase se casaron por lo civil y la iglesia.

Julio le decía a Ofelia que después de nacer el bebé, irían a la comuna para que conociera el lugar donde él había nacido, donde estaban enterrados sus padres, donde vivían sus hermanos, quería estar con aquella gente y pasarla de nuevo con ellos.

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