MITOS DE LAS BILIOTECAS VIRTULES

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LA ENORME CANTIDAD DE DATOS DIFICULTA EVALUAR SU CALIDAD

Los libros que pueden conseguirse hoy en la Internet podrían conformar cuarenta bibliotecas Luis Angel Arango. Pero esos casi 40 millones de títulos no siempre están completos. Y, sobre todo, tienen los mismos problemas de los 550.000 millones de documentos (paginas) que existen hoy en la red, según un estudio revelado esta semana por la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos.

El problema más importante es su falta confiabilidad, derivada de la enorme cantidad de datos disponibles en Internet que están mal estructurados y se presentan como una inabarcable masa cuya calidad es difícil de evaluar.

El filósofo español José Antonio Marina lo expresa en estos términos: “Se navega, como se decía antes, a la estima. Casi de oído”. Es muy difícil distinguir una página buena de una mala. Una con información verdadera de otra con datos falsos.

En lo que tiene que ver específicamente con la educación, las bibliotecas virtuales presentan básicamente tres ventajas sobre las tradicionales. En primer lugar, almacenan una gran cantidad de información sobre un mismo tema, lo que ahorra tiempo porque evita desplazamientos físicos para complementar la información.

En segundo lugar, la información a menudo se presenta de forma multimediada, pues integra distintos lenguajes de comunicación (textos, imágenes, sonidos, gráficos), que redundan en un aumento de la motivación de los usuarios.

En tercer lugar, el formato de acceso y manipulación de la información es hipertextual, lo cual lleva a varias formas de acceso, que dependen de los intereses particulares de cada usuario.

Pero a la par de esas ventajas, las bibliotecas virtuales presentan otros problemas. Por ejemplo, permiten espacios para documentos éticamente problemáticos (atacan las normas y los valores de otros), propagandísticos (difunden de forma agresiva e intolerante ideologías radicales) y violentos (desprecian la dignidad y la vida humana).

Con frecuencia, además, los textos breves y fulgurantes de las bibliotecas virtuales dejan poco espacio a dos aspectos importantes de la lectura, la argumentación y la sutileza.

“Se confunde así, comunicación con despachar con buena técnica y se mata la creatividad”, dice el boliviano Adalid Contreras, presidente del G-8, una red que agrupa a las principales asociaciones de estudios de comunicación del continente.

Roberto Aparici, presidente del Consejo Mundial para la Educación para los Medios, llama la atención sobre otro inconveniente: “Las bibliotecas virtuales “pueden convertirse en abismos que acrecienten aún más las diferencias entre los que pueden tener acceso a la información y aquellos que no podrán acceder nunca”.

¿Que hacer entonces para no desaprovechar la enorme oportunidad pedagógica que brinda la Internet?‘

Según Aparici, urgen al menos tres cosas: aprender a aprender; desarrollar destrezas para codificar e interpretar los múltiples códigos de las tecnologías de la información; evaluar cómo apropiarse de la Internet fuera de las situaciones educativas dominantes.

De ese modo la navegación no terminará en naufragio


árticulo tomado del periodico EL TIEMPOdel dia 25 de Febrero de 2001
MYRIAM AMPARO RAMIREZ Redactora de EL TIEMPO