LOS COLEGIOS FRENTE A LAS NIÑAS EMBARAZADAS


ATRAS
PAGINA PRINCIPAL SIGUIENTE




Por ser una situación nueva para algunos colegios, suscita controversia la posición que deben asumir frente a las alumnas embarazadas. Hay al respecto diversas posiciones que van de un extremo al otro: desde acogerlas, hasta expulsarlas afirmando que es necesario para "proteger la moral y buenas costumbres" de la institución.

Es preciso tener en cuenta que el embarazo de las niñas escolares es, en parte, producto de la cultura del placer que les ha inculcado donde el sexo es solo un mecanismo para divertirse; del exhibicionismo que caracteriza la moda juvenil y las hace atractivas para abusadores sexuales; del aparato publicitario que las ha convertido en mercancías deseables ante todo por sus formas; y de un medio social que las presiona a ser seductoras para ser aceptadas Y ante todo, es resultado de un mundo regido por el permisivismo total, que se traduce en irresponsabilidad a todo nivel.

De ahí que en la actualidad, frente a los problemas sociales, es frecuente que cada cual eluda su responsabilidad señalando a otro como culpable. Al expulsar a las niñas embarazadas, los colegios están descargando todo el problema en los padres. Y por ser esta institución la que, después de la familia, tiene más inherencia en la formación de los niños, también comparte la responsabilidad de contrarrestar el aterrador abismo que hay entre la libertad que hoy tienen los jóvenes y su irresponsabilidad frente a su sexualidad.

Los embarazos de las alumnas es motivo para que los colegios se cuestionen cómo están desempeñando su papel formativo. ¿Será que sus programas de educación sexual sí están cumpliendo el cometido de inculcar en sus estudiantes un alto sentido de responsabilidad frente a su cuerpo, a sus relaciones heterosexuales y a la vida? Los esfuerzos educativos en este sentido exigen que los colegios trabajen duro para promover la solidaridad, respeto y afecto entre los estudiantes. El cariño de sus profesores y compañeros puede ser un elemento que evite que las niñas tengan relaciones sexuales buscando aceptación.

Al optar por expulsar a las alumnas embarazadas, los colegios en lugar de castigar a las que tienen relaciones sexuales, están en realidad sancionando a las que no usaron anticonceptivos y además optaron por no abortar. Es decir, a las que mostraron algo de responsabilidad. ¿No es entonces el castigo peor que el delito? ¿No se estará ratificando que las mujeres merecen sanción, pero no así los jóvenes que las embarazan? Y lo que es más importante, ¿no se les está enseñando a los alumnos que, ante los errores, no hay que buscar soluciones sino a quienes castigar?

Es urgente que esta difícil experiencia sirva, no para condenar a las alumnas, sino para ayudarlas a comprender la trascendencia de sus actos en la vida. En un mundo en el que reina la confusión, la función que los padres y profesores tenemos como educadores de las nuevas generaciones no es informarlos sino formarlos, no es juzgarlos sino responsabilizarlos y no es moralizar sino fortalecer su principios morales.

árticulo tomado del el periodico EL TIEMPO del dia 19 de Marzo de 2001
ANGELA MARULANDA Educadora Familiar