LA BIBLIOTECA SALE DE LOS ANAQUELES

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40 millones de textos en su casa


Los avances tecnológicos de las bibliotecas les permiten a los estudiantes ubicar rápidamente e investigar textos especializados desde su casa.

Hace 10 años, cuando Jairo Useche estudiaba ingeniería mecánica en la Universidad Tecnológica de Cartagena, la información que consultaba en la biblioteca la sacaba de fichas bibliográficas de cartón, luego pasaba una orden y esperaba a que buscaran el libro, que por lo general ya estaba ocupado.

Hoy, con una maestría y empezando otra en ingeniería estructural, no estaría ni en la mitad de su tesis (Modelo computacional para determinar los esfuerzos y deformaciones residuales en una abolladura de tubería de oleoducto) si tuviera que emplear el antiguo método.

De no ser por el servicio que le prestó la biblioteca virtual de la Universidad de los Andes, se hubiera demorado tres años haciéndola, con un costo promedio de 5 millones de pesos. En cambio tardó un año y medio en su investigación y solo pagó 50 mil pesos.

Los servicios especializados –biblioteca virtual, digital o salón virtual– que hoy prestan las universidades e instituciones como Colciencias tienen como objetivo, sino trasladar la biblioteca física a la red, por lo menos referenciar la mayor cantidad de material de cualquier lugar del mundo –nombre, paginaje, autor, número de volúmenes y demás–.

Desde hace más de diez años los departamentos de sistemas y los bibliotecólogos de los centros de educación superior han avanzado en el campo virtual y unen esfuerzos para que se cree una red que rompa la brecha con los países desarrollados y permita a los usuarios acceder a estos servicios con facilidad, rapidez y economía.  


Al instante

Ramón Fayad, catedrático e investigador, usuario permanente de la red de la Universidad de los Andes, exalta su inmediatez: “Cuando el libro no está, rápidamente me informan dónde puedo encontrarlo y si existe un convenio con la institución donde esté, bien sea del país o del exterior”.

Angela María Mejía, directora de la red de bibliotecas de la Universidad de los Andes, una de las más tecnificadas del país, dice que su lema es “si no tenemos las respuestas, sabemos donde encontrarlas. La idea es hacerlo al menor costo y en el menor tiempo posible”.

“Para aminorar costos – agrega Mejía– creamos un sistema de intercambio con bibliotecas de universidades de todo el mundo”. Razón por la cual el 90 por ciento de los documentos que requieren sus estudiantes son gratuitos.

Por ejemplo, la Universidad Externado de Colombia, que tiene la colección de ciencias jurídicas más completa del país, facilita información a investigadores externos avalados por una carta de su empresa o institución que los respalde.

Mientras, Colciencias está organizando con asesoría de la Universidad Javeriana su centro de documentación especializado en política científica y tecnológica para prestar el mismo servicio. Diana Patiño, coordinadora del Proyecto de Sistematización y Documentación, dice “hacemos convenios con instituciones de cualquier lugar del mundo para ampliar nuestra base de datos. Se trata de que quienes consulten, ojalá por Internet, puedan hacer la reserva del documento, si lo tenemos, o saber en qué lugar está y cómo acceder a él”.

En esto también está trabajando la Universidad Manuela Beltrán, que construyó una biblioteca proyectada hacia la universidad del futuro, “que será con estudiantes virtuales; dentro de este gran proyecto creamos el departamento de laboratorio multimedial, donde expertos diseñan sus materiales de trabajo y lo ponen en la red. Tenemos un interesante software educativo de autoría de profesores y alumnos”, afirma Noelia Ríos, directora del programa.

Los anaqueles, el olor a libro guardado, el rumor del salón, la mano y la sonrisa de la bibliotecaría serán cosa del pasado cuando cada estudiante e investigador, en comunión con su computador, tenga a la mano y en un instante, información que antes requería de días y hasta de años de trabajo.


árticulo tomado de el periodico EL TIEMPOdel dia 25 de Febrero de 2001
MYRIAM AMPARO RAMIREZ Redactora de EL TIEMPO