UNA INTERPRETACION DE LA CONQUISTA DEL "NUEVO MUNDO"
Jorge L. Alvarado Pisani


"Debo... suplicar a Su Majestad, con instancia im- portuna, que no conceda, ni permita lo que los tiranos inven- taron, prosiguieron y han cometido y que llaman conquista" Fray Bartolome' de las Casas

"En los anales de la historia real, lo que siempre predomino' fue la conquista, la esclavizacio'n, el robo a mano armada, el reinado de la fuerza bruta... En rigor, los me'todos de la acumulacio'n primitiva (de capital) son todo lo que se quiera, menos materia para un idilio" Carlos Marx

"Los problemas econo'micos, sociales y raciales que surgieron durante la conquista del Nuevo Mundo, persisten to- davi'a. La conquista, por tanto, es, en el sentido ma's amplio, un pasado con vida" Sverker Arnoldsson

Arti'culo publicado en XILOTL, Rev. Nicaraguense de Teolo- gi'a, nu'mero 8, an~o 4, Managua, diciembre de 1991, pp. 9-36.

INTRODUCCION

A las dos de la madrugada del doce de octubre de 1492, tras sesenta di'as de aventuras en la mar oce'ana, Cristo'foro Colom- bo, el mayor chiripero de la historia, se encontro' con lo ines- perado. Algo antes de la longitud geogra'fica donde esperaba en- contrar Cipango (Japo'n), aparecio' una "terra incognita"4, desnuda junto al mar, que fue violada por primera vez el di'a que Occidente creyo' haber alcanzado las Indias Orientales navegando hacia poniente. Del ayuntamiento fortuito y forzoso que entonces comenzara, el "Nuevo Mundo" fue el embarazo resultante. Conce- bido por un grave error de ca'lculo geode'sico.

En efecto, calculando equivocadamente, Colombo sosteni'a que la distancia entre las Islas Afortunadas (Islas Canarias) y Cipango (Japo'n), medida hacia el oeste, era de unos 5,700 Kms, mientras que, en realidad, resulta ser de unos 19,000, ma's del triple. De haber sabido que, para llegar a Cipango, debi'a atravesar 202 grados de longitud, en vez de los 68 que calculaba, nunca habri'a intentado la travesi'a ni nadie se la hubiera financiado. El historiador Ya'kov Svet ha estudiado minuciosamente esa equivoca- cio'n que hizo historia, demostrando que el error no era so'lo de Colombo sino de la cosmografi'a entera de su e'poca5. Sin embar- go, no es muy preciso Svet al afirmar que "el Cipango colombino estaba en el meridiano de Cuba y Chicago", por cuanto 68 grados al oeste de Canarias (Isla de Hierro: 18O) no se encuentra tierra cubana (Cayo San Antonio, extremo occidental de Cuba, esta' a 85O) ni tampoco el meridiano de Chicago (87.5O) sino el meridiano 86O, que pasa por la ciudad de Granada, Nicaragua.

Muchos de los grandes descubrimientos cienti'ficos y te'cnicos se han logrado por azar, por la buena suerte de una carambola ines- perada. De chiripa, como se dice castizamente en los juegos de billar, o con serendipity, como se dice en ingle's. No cabe la menor duda de que, para Europa, el "descubrimiento" del "Nuevo Mundo" ha sido la gran carambola, el gran chiripazo tecnolo'gico y econo'mico de su historia. Empero, para los pueblos amerindios, el descubrimiento de aquella Europa que les llegaba con Colombo fue una experiencia mortal. Al entrar en la "histo- ria universal"6, aquella noche de octubre, au'n no sabi'an leer las palabras "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate" (Inferno II, 9), escritas, sobre el dintel de la puerta de la "historia universal", en la lengua materna del judi'o genove's que muy sin- ceramente se teni'a por Cristo'foro (portador del Mesi'as) pero que, para ellos, resulto' ser portaestandarte de los cuatro jinetes del apocalipsis.

A nosotros, mestizos latinoamericanos que malamente sobrevivimos en las postrimeri'as del segundo milenio, nos separan entre diez y quince generaciones (a un promedio de dos o tres generaciones por siglo) del "descubrimiento" y la conquista. Sin embargo, ese pasado late en nuestra venas, se prolonga en nuestra pobreza ac- tual, y nos sale a la cara cada vez que nos miramos en el espejo del porvenir. Ame'rica nacio' enferma, econo'mica y cultural- mente deforme, porque fue engendrada por la violacio'n e'tnica ma's colosal que conoce la historia. Y, hoy, en nuestra propia sangre, las sangres asesinadas cantan una cancio'n de resistencia a las sangres asesinas:

"Errando al calcular, creyo' Colo'n que do es Nicaragua era Japo'n. Pagamos cara la equivocacio'n".

La historia es una mezcla extran~a de necesidad y azar, casuali- dades y casualidades, cuyo sentido so'lo aparece a posteriori, despue's que las cosas han pasado y ya no tienen vuelta de hoja. (La historia no tiene racionalidad prospectiva, so'lo racionali- dad retrospectiva, dicen los filo'sofos.) La historia del "des- cubrimiento", la conquista y la colonizacio'n del "nuevo mundo" se explica, desde nuestro presente, tanto por innumerables con- tingencias y casualidades, ana'logas al error de Colombo, como por la lo'gica fe'rrea de las tendencias que produjeron la tran- sicio'n del feudalismo al capitalismo. La interpretacio'n de esa historia que se ofrece en este arti'culo puede parecer anties- pan~ola, aparente prolongacio'n de la llamada (con lenguaje obvi- amente racista) "leyenda negra". Nada ma's alejado de nuestra intencio'n. Sin embargo, 70 millones de asesinados sigen claman- do justicia (por lo menos justicia histo'rica) y Espan~a no nece- sita falsos apologistas porque si espan~oles fueron Pedro Arias Da'vila, Lope de Aguirre y Francisco de Carvajal, tambie'n lo fueron Juan de Grijalva, Diego Herna'ndez de Co'rdoba y Hernando de Soto. Mientras Espan~a y la fe cato'lica se hundieron con Gine's de Sepu'lveda y Garci'a de Toledo en la estupidez e'tica y teolo'gica, Montesinos, Las Casas y Valdivieso encendi'an una luz que sigue iluminando los caminos de nuestra historia.

EL GRAN HOLOCAUSTO

En nombre de mammo'n: afa'n de oro y plata

Cristo'foro Colombo, desde el principio, buscaba oro. Hablando de los indi'genas de Guanahani' escribio' en su diario: "... yo estaba atento y trabajaba de saber si habi'a oro, y vide que al- gunos dellos trai'an un pedazuelo colgado en un agujero que teni'an a la nariz, y por sen~as puede entender que yendo al sur, o volviendo la isla por el sur, estaba alli' un rey que teni'a grandes vasos dello, y teni'a muy mucho... Del oro se hace tesoro, y con e'l el que lo tiene hace cuanto quiere en el mundo y llega a que echen las a'nimas al parai'so".

Veintiseis an~os ma's tarde, cuando comience la conquista de Me'xico, los enviados de Motecuhzoma regalara'n a los espan~oles collares de oro, objetos de puro valor arti'stico-religioso sin valor de cambio. Cuenta el texto na'huatl, conservado en el Co'dice Florentino, qye, al recibirlos, "los espan~oles estaban deleita'ndose: como si fueran monedas levantaban el oro, como que se sentaban en adema'n de gusto, como que se les renovaba e ilu- minaba el corazo'n, como que cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre furiosa de eso, como unos puercos hambrientos ansi'an el oro".

Ma's tarde, Bartolome' de Las Casas, haciendo un balance de los mo'viles de la conquista, escribira': "La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito nu'mero de almas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin u'ltimo el oro y henchirse de riquezas en muy breves di'as y subir a estados muy altos en proporcio'n a sus personas".

Y Domingo de Santo Toma's, fraile dominico, como Las Casas, y Obispo de La Plata, escribira' en una carta del 1 de julio de 1550: "Avra quatro an~os, para acabarse de perder esta tierra, que se descubrio' una boca del infierno por la cual entra cada an~o gran cantidad de gente, que la codicia de los espan~oles sacrifica a su dios, y es una mina de plata que se llama Poto- si'".

Ma's de cuatrocientos an~os despue's, el peruano Gustavo Gutie'rrez, en su libro Dios o el Oro en las Indias, estudira' el testimonio del indio Felipe Guama'n Poma de Ayala, quien es- cribio' a comienzos del siglo XVII: "Au'n hasta ahora dura aquel deseo de oro y plata, y se matan los espan~oles y desuellan a los pobres de los indios. Y por el oro y la plata quedan ya despobla- dos, parte de este reino, los pueblos de los pobres indios, por oro y plata".

En nombre de marte: guerra y esclavitud

Codicia de oro y plata hubo, ciertamente, cuya explicacio'n abor- daremos ma's adelante. Pero no so'lo codicia, tambie'n un desmesurado afa'n guerrero y esclavista.

En efecto, escribio' Las Casas en 1552: "Dos maneras generales y principales han tenido los que alla' han pasado, que se llaman cristianos, en extirpar y raer de la faz de la tierra aquellas miserandas naciones. La una, por injustas, crueles, sangrientas y tira'nicas guerras. La otra, despue's que han muerto todos los que podi'an anhelar o suspirar o pensar en libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como son los sen~ores naturales y los hombres varones (porque comu'nmente no les dejan en las guer- ras a vida sino los mozos y las mujeres), oprimie'ndoles con la ma's dura, horrible y a'spera servidumbre en que jama's hombres ni bestias pudieron ser puestas" .

An~os antes, en 1535, Las Casas habi'a escrito al Rey, desde Nicaragua, una carta muy importante para comprender por que' e'sta es una tierra au'n hoy tan despoblada:

"Sepa vuestra merced, excelente sn~or, que este reyno de Nicaragua es la me'dula y rin~onada de todas las Indias, puesto que de todas las Indias estimo por la ma's opolenti'sima del mun- do, sino es aquella desventurada tierra del Peru'. Es esta Nicaragua un parai'so del Sen~or. Es unos deleites y alegri'a para el linaje humano... me tiene admirado ma's que ninguna ver tanta fertilidad, tanta abundancia, tanta amenidad y frescura, tanta suavidad, tantos frutales, ordenado todo como en las huer- tas de las ciudades de Castilla, y finalmente todo complimento y provisio'n para vivienda y recreacio'n y suavidad de los hombres"

"So'lo por las calidades dichas podra' ver vuestra merced el nu'mero de gentes que aqui' podri'a haber. Todos nuestros es- pan~oles que por aqui' esta'n dicen que habi'a, hoy hace ocho an~os, en obras de cincuenta leguas de tierra en cuadra, ma's de seiscientas mil personas; unas poblaciones admirables... pero pregunte vuestra merced de tanto nu'mero de gente, de cuanta opu- lenta tierra abundaba y rebosaba, que' tantos vasallos tendra' hoy el rey, nuestro sen~or, en ella... Habra' en todos cuantos indios e indias hay en toda esta provincia... no pasara' de doce o quince mil almas"

"Una de las vi'as inicuas con que la gente de esta provincia e reyno de Nicaragua en tan breve tiempo ha sido miserablemente asolada, ha sido la triste licencia que ese Real Consejo ha dado para que se puedan hacer esclavos... Han llevado de aqui' a Pana- ma' ma's de veinticinco mil a'nimas por esclavos y todos son muertos. Y al Peru', antes de los an~os dichos, ma's de otros quince mil y todos son muertos. No va ni uno de estos pueblos que no lleve ma's de trescientas a'nimas, y todos mueen antes que lleguen al Peru', de sed y hambre...".

Cuando Las Casas escribio' este documento, en 1535, haci'a cinco an~os que habi'a muerto, en Leo'n, Pedro Arias Da'vila, conocido como "El Enterrado" porque se haci'a decir todos los an~os un fu- neral, mientras oi'a los responsos desde el fondo de una sepul- tura, en memoria de una ocasio'n en que lo dieron por muerto y estuvo a punto de ser enterrado vivo. Este Pedro Arias es el paradigma de la paranoica ferocidad de los conquistadores14, re- sponsable de la mortandad denunciada por Las Casas en su carta al rey. En efecto, de ello dejo' constancia el capita'n Gonzalo Ferna'ndez de Oviedo y Valde's, primer cronista del Nuevo Mundo:

"Ni han tenido ma's largas jornadas que caminar dos millones de indios que, desde el an~o mil e quinientos y catorce que llego' Pedrarias a la tierra firme hasta que e'l murio', en espa- cio de diez y seis an~os e algunos meses, son muertos en aquellas tierras, sin que se les diese a entender aquel requerimiento que el Rey Cato'lico les mando' hacer antes que les rompe la guerra. E no creo que me alargo en la suma de dos millones que he dicho, si se cuentan, sin los muertos, los indios que se sacaron de aquella gobernacio'm de Castilla del Oro e de la Nicaragua en el tiempo que he dicho, para los llevar por esclavos a otras partes"

El caso de Nicaragua, testimoniado por Las Casas y Oviedo de for- ma independiente, es un boto'n de muestra del exterminio, medi- ante guerras, esclavizacio'n y "guerra bacteriolo'gica", de la poblacio'n auto'ctona del "nuevo mundo". La aniquilacio'n de los amerindios, sin contar a los afroamericanos, a manos cristianas (cato'licas y no cato'licas), es el Gran Holocausto de la "histo- ria universal". A fin de cuentas, espan~oles, portugueses, ingle- ses, holandeses y franceses, redujeron en 150 an~os la poblacio'n auto'ctona, de unos 70 millones a so'lo unos tres millones y medio. A este respecto, afirma el autor Tzvetan Todorov:

"Si alguna vez el te'rmino genocidio se ha aplicado con pre- cisio'n a un caso, ciertamente es e'ste. Me parece que es un record, no so'lo en te'rminos relativos (una disminucio'n del 90% y ma's) sino tambie'n en te'rminos absolutos, pues se habla de una disminucio'n estimada de la poblacio'n de unos 70 millones de seres humanos. Ninguna de las grandes masacres del siglo XX se puede comparar con esta hecatombe".

Ya Claude Le'vi-Strauss afirmaba, catego'ricamente: "Es el crimen de los cri'menes...".

En nombre de satan: sadismo psicopa'tico

El psiquiatra e historiador venezolano Francisco Herrera Luque ha intentado demostrar, desde 1961, una doble hipo'tesis:

1) "Si los viajeros de Indias se singularizaron por su ex- traordinaria crueldad es legi'timo inferir que la incidencia de psico'patas, locos y degenerados en sus huestes teni'a que ser muy elevada"

2) Tal sobrecarga psicopa'tica es causa de esa supuesta predisposicio'n motivacional del mestizo latinoamericano a entrar en conflicto, consigo mismo y con los dema's, que lo hace pro- clive a los desboradamientos delictivos y, en particular, a los hechos de sangre.

La segunda hipo'tesis de Herrera Luque es discutible, sobre todo en cuando da por supuesta la transmisio'n hereditaria tanto de las psicopati'as como de la "personalidad ba'sica" de un pueblo. Sin embargo, la primera parte es muy probablemente verdadera. En efecto, fue "una extran~a crueldad", dice Las Casas una y otra vez, la que llevo' a muchos de aquellos 15,000 aventureros que pasaron a las Indias, entre 1509 y 155920, a violar, empalar, de- gollar, incendiar, traicionarse unos a otros, ahorcar, matar con perros y marcar al hierro otros seres humanos. Resulta bastante bien dibujada la "figura psicosocial" de la conquista y la colo- nia que reconstruye Herrera Luque:

"Los conquistadores espan~oles del XVI no fueron fieles inte'rpretes de la moral espan~ola de aquellos tiempos, ni de las sabias leyes de Indias que los reyes dictaron. Aislados, sin mu- jeres, victoriosos de cientos de peligros, rodeados de pueblos ba'rbaros, atormentados por su insania, en conflicto con la so- ciedad de la cual partieron y de la cual por lo mismo emigraron, si tuvieron que hacer un mundo, lo hicieron como todo hombre suen~a y fantasea, y ma's un psico'pata: a su medida"

"Si delincuentes y criminales eran buena parte de ellos, co- mo lo sen~alan hasta la saciedad todos los cronistas, es compren- sible que tuvieran una actitud tolerante, complaciente, casi lenitiva -como tambie'n lo demuestran las cro'nicas e historias hasta nuestros di'as- con el delito, falta y crimen. Lo que en Espan~a era crimen, entre ellos era delito; y el delito, falta; y la falta hasta tiembre de orgullo, como el donjuanismo y la pi- cardi'a. Si en Espan~a se persegui'a el amancebamiento, en Ame'rica el hogar, al principio, fue un serrallo; y los hijos bastardos, antes de ser baldo'n, afirmacio'n de hombri'a. Si en Espan~a al levantisco y al insurrecto se lo calificaba como ban- dolero, entre nosotros a la misma actitud se la llamo' hombri'a; cobardi'a y desverguenza, la aceptacio'n de la jerarqui'a; y vi- vo, ha'bil y aprovechado al que, valido de la fuerza, desplumaba el erario pu'blico o a su vecino. Como todos los hombres de gar- ra y accio'n, su mayor virtud era akcanzar el e'xito, el boti'n econo'mico. Los valores del espi'ritu, cosa de leguleyos, val- ores menospreciables"

"En esas creencias nacieron y crecieron sus hijos y el pueblo a quien sojuzgaron. La mejor educacio'n es el ejemplo. Sin otro medio de contraste que los aventureros que llegaron luego, que en poco discrepaban de los primeros, la segunda y ter- cera generacio'n asimilaron el aporte de la primera y asi', gen- eracio'n tras generacio'n, hasta que llegaron los vascos en 1730, con visio'n distinta y moralizadora. Pero ya habi'an pasado cin- co generaciones. Ya la personalidad ba'sica del pueblo y de su clase dirigente estaba formada. Por eso poco o nada pudieron los recie'n llegados, quienes, a la postre, fueron absorbidos por el medio mayoritario y homoge'neo en sus creencias y arquetipos, y asi' continuo' sucediendo en las siete generaciones que vinieron luego y nos separan de aquellos aparentemente lejanos tiempos"21.

Ahora bien, ?'de do'nde les nacio' a los europeos esa codicia de oro y plata, ese afa'n guerrero y esclavista, ese sadismo psico- pa'tico? ?'En que' parte del imaginario colectivo de los conquis- tadores esta' la fuente de las leyendas de El Dorado y las Siete Ciudades de Cibola que, entre otras, trastornaron sus mentes y endurecieron sus voluntades para cumplir las hazan~as realmente sobrehumanas que realizaron? ?'Co'mo pudo ser posible que mam- mo'n, marte y sata'n -los dioses del oro, la guerra y la sober- bia sa'dica- lograran convertir en espadas las cruces de las carabelas? ?'Cua'l es el pecado original de la conquista y la colonizacio'n del "nuevo mundo"?.

EL PECADO ORIGINAL DEL NUEVO MUNDO

Acumulacio'n primitiva de capital

En el tomo I de la investigacio'n econo'mica, sociolo'gica e his- to'rica que Carlos Marx titulo' "El Capital" podemos leer:

"La acumulacio'n primitiva (anterior a la acumulacio'n capi- talista) desempen~a, en la economi'a poli'tica, casi el mismo pa- pel que el pecado original en la teologi'a".

En el tomo III podemos leer: "No cabe duda de que las grandes revoluciones de los siglos XVI y XVII que los descubrimientos geogra'ficos provocaron en el comercio y que engendraron el ra'pido desarrollo del capital mer- cantil, constituyen un factor esencial en la aceleracio'n del pa- so del modo de produccio'n feudal al capitalista".

Y un poco atra's, en el mismo tomo III, leemos:

"Cuando el capital mercantil domina, representa, por tanto, en todas partes, un sistema de saqueo, asi' como, por otra parte, su evolucio'n entre los pueblos comerciantes antiguos y nuevos tiene una relacio'n directa con el saqueo por la violencia, la pirateri'a, la captura de esclavos y la conquista (en las colo- nias). Asi' ocurrio' en Cartago, en Roma y ma's tarde entre los venecianos, los portugueses, los holandeses, etc.".

De manera que el "descubrimiento" se produce cuando en Europa es- ta' ocurriendo la transicio'n del feudalismo al primer capitalis- mo comercial. Y este primer capitalismo requiere una acumula- cio'n de recursos financieros y productivos (materias primas, en particular) que, a su vez, condiciona y ocasiona el dominio de mammo'n y marte sobre esos pueblos, supuestamente "evangeliza- dos". El pecado original no ocurre en un extran~o tiempo mi'tico, antes o al margen de la historia, sino que acontece en cada e'poca cuando las furias del intere's privado logran apoder- arse de la economi'a, la poli'tica, el derecho y la cultura de un sistema social. ?'Por que' ansiaban oro y plata los europeos con tanta codicia?. A ello resonde Marx en el tomo II de El Capital:

"El modo de produccio'n capitalista -basado en el salario, en el pago del obrero en dinero y, en general, en la transforma- cio'n de las prestaciones en dinero- so'lo puede realizarse con alguna amplitud y profundidad cuando en el pai's existe una masa de dinero suficiente para la circulacio'n y para la constitucio'n de un tesoro (fondo de reserva, etc.) determinado por ella. Tal es la condicio'n previa que exige la historia. Pero no hay que imaginar que primero se forma una masa suficiente de dinero ate- sorado y que so'lo despue's se inicia la produccio'n capitalista. Esta se desarrolla al mismo tiempo que las condiciones, y una de estas consiste en un aporte suficiente de metales preciosos. Por eso el crecimiento de dicho aporte de metales preciosos es, desde el siglo XVI, un factor esencial en la historia del desarrollo de la produccio'n capitalista".

Hablando, pues, en te'rminos de Marx, el proceso de acumulacio'n primitiva de capital es el determinante econo'mico de la con- quista, su pecado original y originante. Ahora bien, a todo pro- ceso econo'mico e'ticamente aberrado corresponde una e'tica indi- vidual aberrante. ?'Cua'l era la estructura e'tica de los con- quistadores?.

Etica euroce'ntrica

En su libro Dios o el oro en las Indias, G. Gutie'rrez analiza un documento fechado el 16 de marzo de 1571, conocido como el "Pare- cer de Yucay", escrito muy probablemente por el dominico Garci'a de Toledo, primo del virrey del Peru', como un alegato a la teori'a y a la praxis de Bartolome' de Las Casas26. Este docu- mento ofrece una de las exposiciones ma's transparentes de la e'tica de la conquista, el texto que Gutie'rrez llama "Para'bola de la blanca bonita y de la india fea":

"(Dios se comporto') con estos gentiles miserables y con nosotros como un padre que tiene dos hijas: la una, muy blanca, muy discreta y llena de gracia y donaire; la otra, muy fea, legan~osa, tonta y bestial. Si ha de casar la primera, no ha menester darle dote sino ponerla en palacio, que alli' andara'n en competencia los sen~ores sobre quie'n se casara' con ella. A la fea, torpe, necia, desgraciada, no basta e'sto sino darle gran dote: muchas joyas, ropas ricas, suntuosas, caras. ... Lo mismo hizo Dios con e'stos y con nosotros. Todos e'ramos infieles, esa Europa, esa Asia, mas en lo natural gran hermosura, muchas cien- cias, discrecio'n... Poco fue menester para que los apo'stoles y varones aposto'licos desposasen estas almas con Jesucristo por la fe del bautismo... Pero esas otras naciones, aunque criaturas de Dios y para la bienaventuranza capaces de este matrimonio con Je- sucristo, empero eran feos, ru'sticos, tontos, inha'biles, legan~osos, y era menester gran dote. Y asi' les dio' hasta las montan~as de oro y plata, tierras fe'rtiles y deleitosas, porque en este olor hubiese gentes que por Dios quisieran venir a esta predicacio'n evange'lica y los bautizasen y quedasen estas almas esposas de Jesucristo".

Comenta Gutie'rrez:

"Es difi'cil encontrar una expresio'n ma's abierta de racis- mo y europeocentrismo. Afirmacio'n de la superioridad de la raza blanca y la cultura occidental ("nosotros") y desprecio por el indi'gena ("estos"). So'lo gracias al aroma que se desprende de las minas y otras riquezas, estas pobres gentes tan desvalidas y carentes de cualidades naturales han podido interesar a presuntos evangelizadores (p.114) ... En una palabra, si no hay oro no hay Dios en las Indias (p.121) ... El oro resulta asi' el verdadero mediador de la presencia de Dios en las Indias. La posicio'n de Garci'a de Toledo es una especie de cristologi'a al reve's. En u'ltima instancia el oro ocupa el lugar de Cristo, en tanto que intermediario del amor del Padre; porque gracias al oro los in- dios pueden recibir la fe y salvarse; en cambio, sin e'l se con- denari'an. Este es el corazo'n de la teologi'a del Parecer de Yucay; e'l da sentido y vida a sus argumentos en defensa de los derechos de la corona y de los encomendadores (p.124)".

Casi al final del libro escribe Gutie'rrez:

"Conquistadores encomenderos -mas los teo'logos que los apoyan- esta'n llenos de ellos mismos, de su presunta superiori- dad humana, su mundo de origen y su bu'squeda del oro. En esta visio'n los indios no poseen valores propios (son ta'bula rasa, deci'a ya Colo'n), su destino es trabajar para los recie'n llega- dos y finalmente ser asimilados por ellos. Esta mentalidad se expresa bien, por ejemplo, en el empen~o casi obsesivo de dar nuevos nombres a todo lo que encontraban, cosas y personas. El mismo calificativo de indios resulto' postizo para llamar a los habitantes de este continente. En la pra'ctica, e'stos pareci'an no existir" (p. 173).

Es decir, e'tica euroce'ntrica (no exce'ntricamente orientada al pro'jimo, como la e'tica cristiana) y teologi'a crisoce'ntrica (no cristoce'ntrica) fueron las caracteri'sticas de la mentalidad conquistadora y colonialista. ?'Co'mo fue posible tal inversio'n del cristianismo hecho ideologi'a imperial?. Para entender el feno'meno habra' que tomar en cuenta dos largos y complejos pro- cesos histo'ricos: la Reconquista y la Cristiandad de Indias.

La larga lucha contra el Islam

La primera expedicio'n de Colombo salio' a la mar el viernes 3 de agosto de 1492. Siete meses antes, el 2 de enero de 1492, las la'grimas de Boabdil, en Granada, habi'an puesto punto final a una guerra de siete siglos entre los "jinetes de Ala'" y los ca- balleros cristianos. El "descubrimiento" y conquista espan~oles del "nuevo mundo" fueron, asi', actos de postguerra, mas no de una postguerra cualquiera sino actos de postguerra santa. Los viajeros de Indias vinieron a ser, entonces, la versio'n cato'lica de aquellos jinetes de Ala'. Salvo excepciones, que confirman la regla, dos caras del mismo cara'cter mesia'nico, fundamentalista en religio'n, hiperactivo, soberbio ante la muerte, megalo'mano, reacio a la monotoni'a del trabajo producti- vo, fuertemente machista e hiperlibidinoso. Por otra parte, sabemos que la mayori'a de los conquistadores venidos a Indias (ma's de 11,000 sobre el total de 15,000 que pasaron entre 1509 y 1559) fueron andaluces. Y ?'que' era Andaluci'a a fines del siglo XV?. Responde el historiador y psiquiatra Herrera Luque:

"Andaluci'a fue el u'ltimo acto de una seleccio'n biolo'gica de siete siglos. En ella siguio' viviendo la simiente del leo'n y de la hiena, del santo y del loco, del criminal y del aven- turero. Andaluci'a, como el fondo de una centri'fuga, recibio' la decantacio'n de siete siglos de guerra. Por eso no es de ex- tran~ar lo que ocurrio' en Espan~a, y en especial en Andaluci'a, inmediatamete despue's del armisticio. No se habi'a extiguido el llanto de Boabdil y ya comienza a asolar la tierra andaluza el bandolerismo... La situacio'n es cri'tica. Los bandidos asolan las villas y los caminos. Los sen~ores feudales se van a las manos. Dirimen sus problemas en guerras privadas. Los veteranos deambulan por los campos como almas en pena. Algunos mendigan, otros toman por la fuerza lo que por la fuerza siempre han toma- do... Estos hombres, estos veteranos de Granada, sera'n la razo'n mediata o inmediata de los viajeros de Indias"

La Cristiandad de Indias

"Cristiandad" es toda formacio'n social donde el cristianismo (invertido) funciona como ideologi'a legitimadora del poder ju- ri'dico-militar y la dominacio'n econo'mica. La cristiandad de las Indias no fue un experimento nuevo en la historia de Europa sino que fue heredera de la cristiandad constantiniana, la cris- tiandad bizantina, la cristiandad carolingia y el sacro imperio romano-germa'nico. Oigamos la dulce cancio'n de esa tierna ide- ologi'a en la "Loor de espan~oles" escrita por el cronista Fran- cisco Lo'pez de Go'mara:

"Tanta tierra como dicho tengo han descubierto, andado y convertido nuestros espan~oles en sesenta an~os de conquista. Nunca jama's gente anduvo y sujeto' tanto en tan breve tiempo co- mo la nuestra, ni ha hecho ni merecido lo que ella, asi' en armas y navegacio'n como en la predicacio'n del santo evangelio y con- versio'n de ido'latras, por lo cual los espan~oles son dig- ni'simos de alabanza en todas partes del mundo. !'Bendito Dios, que les dio' tal gracia y poder! !'Buena loa y gloria! Es de nuestros reyes y hombres de Espan~a que hayan hecho a los indios tomar y tener un Dios, una fe y un bautismo, y quita'ndoles la idolatri'a, los sacrificios de hombres, el comer carne humana, la sodomi'a y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborrece y castiga. Hanles tambie'n quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida costumbre y deleite entre todos aquellos hombres carnales; hanles mostrado letras, que sin ellas los hom- bres son como animales, y el uso del hierro, que tan necesario es a hombres; asi' mismo les han mostrado buenas costumbres, artes y polici'a para mejor pasar la vida; lo cual todo, y aun cada cosa por si', vale sin duda ninguna mucho ma's que las plumas, ni las perlas, ni la plata, ni el oro que les han tomado"

Estos condicionamientos operantes en la psicologi'a del conquis- tador espan~ol bloquearon casi totalmente la fuente de toda e'tica: el reconocimiento del otro y lo otro como sagrados. En vez del reconocimiento existio' un casi total desconocimiento de la calidad sagrada de la vida humana de los hombres y mujeres de las Indias. Y tambie'n existio', a la par, un auto-endiosamiento casi total, un pecado original e'tico, causa y consecuencia del pecado original socioecono'mico que antes estudiamos. Con toda razo'n escribio' Enrique Dussel: "El pecado originario de la mod- ernidad fue el haber ignorado en el indio, en el africano, en el asia'tico, al "otro" sagrado y el haberlo cosificado como un in- strumento dentro de la dominacio'n nordatla'ntica".

Ahora bien, cabe preguntarse, ?'podi'an los conquistadores eu- ropeos reconocer como semejantes y sagrados a seres "primitivos", "iletrados", "ido'latras", "cani'bales y sodomitas", de los que ni siquiera se sabi'a en un principio si teni'an "alma racional"? ?'Podi'an reconocer en tales seres algu'n derecho a vida, tierras y propiedades que les impidiera tratarlos como a animales salva- jes (se se resisti'an) o como a animales de labor (si se mostra- ban paci'ficos)? Si tal reconocimiento les era imposible, los conquistadores son e'ticamente inocentes del Gran Holocausto. Si en realidad podi'an, resulta insoslayable el veredicto de geno- cidio y robo; y los pai'ses europeos deben pagar reparaciones a los pueblos destrui'dos, puesto que los conquistadores no actu- aron motu proprio sino como apoderados de sus reyes y reinos.

Estas preguntas nos llevan de la mano a considerar el delicado problema e'tico, juri'dico y teolo'gico de la legitimidad de la conquista y la colonia.

LEGITIMACION Y DESLEGITIMACION DEL GRAN HOLOCAUSTO

Consideremos tres juicios casi coincidentes. En primer te'rmino:

"Las causas que al principo hubo para matar tanta numerosi- dad de gentes, fueron estas: la una, creer todos los que aca' pasaron que, por ser estas gentes sin fe, podi'an indiferente- mente matarlas, cautviarlos, tomarles sus tierras, posesiones, sen~ori'os de cosas y de ello ninguna conciencia se haci'a. Otras ser ellos gentes tan mansas y paci'ficas y sin armas. Con estas se junto' ser los que pasaron, o la mayor parte de ellos, el escoria de Espan~a, gente codiciosa y robodosa"

(Carta de franciscanos y dominicos, 1517)

Por otra parte, Carlos Marx, en el cap. XXXI del tomo I de El Capital habla del "cara'cter cristiano de la acumulacio'n primi- tiva". El cristianismo habri'a sido, entonces, la ideologi'a co- honestadora de la acumulacio'n originaria del capitalismo.

Aparentemente igual opinio'n sostiene el teo'logo y socio'logo Giulio Girardi en su libro La Conquista de Ame'rica, ?'con que' derecho?32:

"El papel del cristianismo es decisivo en este caso, pues proporciona la justificacio'n juri'dica y moral de la conquista. Los reyes cato'licos ocupan las tierras y someten a las pobla- ciones sobre la base de un derecho que les confirio' el Papa..." (p. 35)

"La conquista es, por tanto, objeto de un pacto constantini- ano (aunque aqui' la "donacio'n" no es del emperador sino del Pa- pa). La iglesia confiere al rey cato'lico un derecho imperial y desarrolla con su apoyo una campan~a ideolo'gica. La corona, por su parte, le garantiza a la iglesia las condiciones materailes y el poder temporal necesario para su obra de evangelizacio'n..." (p.36)

Estos juicios de valor son muy serios. Si es cierto que el cris- tianismo, en cuanto tal, es una ideologi'a de dominacio'n (en el opresor) y de sometimiento (en el oprimido), la u'nica opcio'n e'ticamente va'lida, frente a e'l, es encerrarlo en una vitrina del museo de las monstruosidades y ponerle doble cerradura para impedir que se difunda otra vez. Segu'n Girardi, ni siquiera el cristianismo profe'tico de Bartolome' de Las Casas o el cristian- ismo racional de Francisco de Vitoria pudieron poner sobre sus pies evange'licos (es decir, liberadores) el cristianismo inver- tido que dominaba la conciencia europea:

"El proyecto imperial cristiano constituye el horizonte co- mu'n y el contenido de la utopi'a histo'rica de los conquista- dores y misioneros europeos. Pues ni siquiera los defensores de los indios, como Bartolome' de Las Casas, ni los teo'ricos del derecho de los pueblos, como Francisco de Vitoria, ponen en cues- tio'n ese proyecto..." (p.37)

"La tesis de la inferioridad de los indios es preponderante en la e'poca de la conquista. Hasta el mismo Francisco de Vito- ria la da por descontada... Un autor como Sepu'lveda atribuye ex- presamente a esta inferioridad un fundamento natural biolo'gico evocando la cla'sica distincio'n aristote'lica segu'n la cual un- os hombres nacen para ser patronos y otros para ser siervos. El adversario ma's decidido contra esta tesis es Bartolome' de Las Casas, quien afirma la igualdad entre indios y espan~oles, y so- bre esta base lleva adelante una campan~a de defensa de esta raza oprimida... Igualdad de los indios, pero establecida sobre la base de un criterio de los espan~oles, Igualdad de los indios, pero sin implicar el derecho de e'stos a rechazar el dominio im- perial y papal" (pp 38-9)

"Pero es cierto: a pesar que e'l (Bartolome') rechaza la es- clavitud, no se opone al colonialismo. Si defiende la libertad social de los indios no saca ninguna consecuencia respecto a su libertad, no reconoce el derecho de los pueblos a la autodetermi- nacio'n (Todorov). A un hombre moderno le impresiona el hecho de no encontrar referencias precisas al derecho de autodetermina- cio'n de los indios en todo ese marco" (p. 41)

Ahora bien, me parece que tanto Marx, entonces, como Girardi, ahora, cometen un error interpretativo. No es absolutamente cierto que "el" cristianismo proporcionara la legitimacio'n ju- ri'dica y moral de la conquista y la colonia. La afirmacio'n no explicita a que' tipo de cristianismo se refiere. Los juicios son ciertos referidos al tipo imperial de cristianismo que hemos llamado "cristianismo invertido", siguiendo el lenguaje de Gusta- vo Gutie'rrez. Los juicios son verdaderos a medias si se re- fieren al tipo juri'dico-teolo'gico, que podri'amos llamar "tipo vitoriano", o al tipo protestante. Y ciertamente resultan falsos referidos al tipo de cristianismo profe'tico-evange'lico que po- dri'amos llamar "lascasiano". En el siglo XVI coexistieron los cuatro tipos de cristianismo, cada uno con su propia teologi'a poli'tica (impli'cita o expli'cita) bien diferenciada.

El tipo imperial fue la legitamacio'n teolo'gica de la praxis del poder imperial espan~ol, del mismo modo que tipos ana'logos le- gitimaron la praxis del poder imperial romano, del poder imperial bizantino y del poder imperial carolingio. El tipo vitoriano , por su parte, intento' ponerle li'mites "naturales" y "sobre- naturales" al ejercicio del poder. El tipo protestante, salvo excepciones, devino legitimacio'n de la praxis del creciente poder de las burguesi'as nacionales. Y el tipo profe'tico- evange'lico lascasiano fue, en realidad, verbalizacio'n de la praxis cristiana de la renuncia a todo poder, excepto al poder del amor fraterno.

El cristianismo lascasiano nunca legitimo' conquistas ni colonia- jes. El tipo vitoriano restringio' las pretensiones absolutistas del cristianismo invertido de tipo imperial. Y el tipo protes- tante no pudo zafarse, salvo excepciones, de la imagen de Dios como "Imperator Mundi" y se presto' a legitimar la actuacio'n de los conquistadores y colonizadores protestantes33, con argumentos no muy diferentes a aquellos con los que el humanista cato'lico Gine's de Sepu'lveda, cronista imperial, defendio' ante la corona de Espan~a, adversando a Las Casas, los supuestos derechos del reino espan~ol a la conquista.

Sentirse impresionado, como dice Girardi, por no encontrar refer- encias precisas al derecho de autodeterminacio'n de los indios en el contexto de las pole'micas juri'dico-teolo'gicas de la e'poca, en Espan~a y en el Nuevo Mundo, es por lo menos una obvia subes- timacio'n del hecho de que hombres como Las Casas habi'an llegado a deducir, desde el nu'cleo e'tico del Evangelio, un conjunto de proposiciones totalmente anticolonialistas que pueden consider- arse precursoras del asi' llamado "derecho de autodeterminacio'n" de los pueblos. Para comprobarlo, basta citar las tesis con- tenidas en los tratados "De Thesauris" y "Doce Dudas" que Las Casas envio' a Felipe II en mayo de 1565, siendo remitidas por el Rey al Consejo de Indias quien, a su vez, hipo'critamente, se "dio' por enterado" poco antes de morir Las Casas a la edad de 94 an~os34. Las Proposiciones de Las Casas eran:

"1. Que todas las guerras que llamaron conquistas fueron y son injusti'simas y de propios tiranos.

2. Que todos los reinos de las Indias tenemos usurpados.

3. Que las encomiendas o repartimientos son injusti'simos y per se malos, y asi' tira'nicos, y tal gobierno tira'nico.

4. Que todos los que las dan (encomiendas o repartimien- tos) pecan mortalmente y los que las tienen esta'n siempre en pecado mortal y si no las dexan no se podri'an salvar.

5. Que el rey, nuestro sen~or, que Dios prospere y guarde con todo cuanto poder Dios le dio', no puede justificar las guer- ras hechas a esas gentes ni las dichas encomiendas ma's que jus- tificar las guerras y robos que hacen los turcos al pueblo.

6. Que todo cuanto oro, plata, perlas y otras riquezas que han venido a Espan~a, y en las Indias se trata, entre espan~oles muy poquito (se ha) sacado, por lo que quiza' sea de las Islas y parte que ya hemos despoblado.

7. Que si no lo restituyen los que lo han robado y hoy roban por conquistas y encomiendas y los que de ello participan no podra'n salvarse.

8. Que las gentes naturales de todas las partes y de cualquier de ellas donde hemos entrado en las Indias, tiene dere- cho adquirido de que hacernos guerra justi'sima y raernos de la tierra y este derecho les durara' hasta el di'a del juicio."

Y Las Casas no era una golondrina sola. Recordemos, entre otros, a Pedro de Co'rdoba y Antonio de Montesinos en La Espan~ola; An- tonio Valdivieso en Nicaragua; Cristo'bal Pedraza en Honduras; Pablo Torres en Panama'; Juan del Valle en Popaya'n; Fernando Uranga en Cuba; Toma's Casillas en Chiapas; Bernardo Albuquerque en Oaxaca; Pedro Angulo en Verapaz; Pedro Agreda en Coro; Juan Simancas en Cartagena; Domingo de S. Toma's en La Plata; Pedro Pen~a en Quito y Agusti'n de la Corun~a en Popaya'n. Es indud- able que Las Casas y el "partido lascasiano" no defendi'an un sistema colonial en beneficio de la metro'poli. Si el ideal de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y los teolo'gos-juristas vitorianos era incorporar a los indios como su'bditos y vasallos libres de la corona real35, Pedro de Co'rdoba, Antonio de Mon- tesinos, Bartolome' de Las Casas y los lascasianos los superaron en radicalidad evange'lica. A este respecto dice G. Gutie'rrez que para Las Casas los habitantes de las Indias fueron cierta- mente seres humanos con todos los derechos pero, sobre todo, her- manos por quienes Cristo no so'lo ha dado su vida sino con quienes se identifica: "Este sera' un punto central del pen- samiento teolo'gico de Bartolome' de Las Casas que se presenta asi' con produndas rai'ces evange'licas y espirituales. A ellas conduce invariablemente la pra'ctica de solidaridad con el pobre. Dicha perspectiva lo distinguira', neta y definitivamente, de aquellos que son considerados los grandes teo'logos espan~oles del siglo XVI que prefirieron permanecer ma's bien en un nivel filoso'fico y juri'dico o, a lo sumo, juri'dico-teolo'gico. Las consecuencias de estas diferencias no son pocas"36.

En resumen, y tratando de ser estrictamente fieles a la objetivi- dad histo'rica, hay que decir que en las guerras de conquista y en los me'todos de colonizacio'n del Nuevo Mundo los europeos ri- valizaron entre si' en crueldad, ceguera e'tica e infidelidad al Evangelio. Ya fuesen espan~oles, portugueses, holandeses, ale- manes, ingleses o franceses; cato'licos, puritanos o luteranos. Todos usaron su cristianismo (invertido) como legitimacio'n ideal de sus actos. Pero hubo otros cristianos que usaron su cristian- ismo (profe'tico) como deslegitimacio'n del sistema de conquista y coloniaje. Entre e'stos hubo quienes, adema's, entregaron su vida defendiendo a los "indios" sin segundas intenciones, desde posturas limpiamente evange'licas. Ello no desmerece la obra de los pensadores espan~oles que crearon el corpus teolo'gico y ju- ri'dico precursor de todo el moderno derecho internacional. Sin embargo, en conjunto, la influencia de los lascasianos y los vi- torianos no logro' revertir significativamente los modos y cos- tumbres de sus coeta'neos. Y, ante el tribunal de la historia, las Leyes de Indias no son suficiente descargo para impedir la condena por la parte de culpa que le toca a Espan~a en la ejecu- cio'n del Gran Holocausto.

CONCLUSION

?'Cua'l es el significado histo'rico de la conquista europea del "Nuevo Mundo"?.

Econo'micamente, el "descubrimiento" y conquista del "Nuevo Mun- do" significan, para Europa: el origen de sus imperios colo- niales, el desarrollo del capitalismo comercial (mediante la acu- mulacio'n originaria de capital y el mercado de manufacturas) y la confirmacio'n de su cara'cter de li'der de la "historia uni- versal". Para las colonias significa: el origen de la dependen- cia, la creacio'n de clases burguesas comerciales ("criollos"), el bloqueo de todo desarrollo industrial auto'nomo, la despobla- cio'n de los territorios, la sobre-explotacio'n de la fuerza de trabajo local y la distorsio'n monoexportadora.

Culturalmente significo', para Europa, la condicio'n de posibili- dad de la Edad MOderna. Para Ame'rica Indohispana, el descen- tramiento, la precariedad y el desarraigo.

Teolo'gicamente, tanto para Europa como para Ame'rica, significa el au'n irredento dominio del pecado original, cometido en nombre de mammo'n-marte-sata'n, la anti-trinidad del poder, y bautizado como obra justa por un tipo de cristianismo invertido (invertido con respecto al Evangelio de Jesu's que so'lo reconoce como justo el poder del amor fraterno).

Parafraseando el texto de Sverker Arnoldsson que sirve de epi'grafe a este arti'culo, hay que decir que, realmente, los problemas econo'micos, sociales, e'tnicos, poli'ticos, culturales y teolo'gicos que surgieron durante la conquista del "nuevo mun- do" persisten todavi'a, de forma estructural, en el escenario. La anti-trinidad del poder domina el actual desorden econo'mico internacional y reina soberana en las conciencia de los que igno- ra'n todavi'a, despue's de casi dos mil an~os de "cristianismo", que el Dios de Jesu's actu'a al margen de la "historia univer- sal", trabajando contra toda marginalidad con la todopoderosa pa- ciencia de su amor sin condiciones.

El "nuevo mundo" que Europa descubrio' por equivocacio'n en 1492, no era el Nuevo Mundo que espera todo el mundo. El Nuevo Mundo de verdad au'n esta' por descubrir. Quiza's cuando los tres o cua- tro mundos actuales sean un solo mundo solidario pueda comenzar el aute'ntico descubrimiento de ese Nuevo Mundo que Jesu's llama- ba "El Reino", que no es de este mundo, de esta aldea global donde la mayori'a de personas seguimos siendos marginadas y marginales.

Para concluir, recordemos una parte del dia'logo final, entre Corte's y Marina, del episodio octavo de la obra Todos los gatos son pardos, del mexicano Carlos Fuentes:

"Corte's: Tu tierra esta' maldita; es tierra de sacrifi- cios, i'dolos y sodomi'a...

Marina: Nunca un sacrificio ha sido peor que el que tu' has impuesto... Sen~or, escu'chame, escu'chame: Mira ma's alla' de las apariencias; detra's de todo lo que mires de corrupto y degradado hay en mi pueblo un espi'ritu original, limpio y an- helante; Moctezuma es el nombre de una usurpacio'n; desde antes que los aztecas llegaran al sitio del a'guila y la serpiente, mi pueblo son~aba, imaginaba, construi'a, creaba. Mi pueblo esta' cerca de las ideas que hacen posible y resistente la vida; no as- esines el bien de mi pueblo, sen~or, tratando de curar sus males... !'Oh, sen~or, trata de entendernos, danos una oportu- nidad, no borres nuestros suen~os de la tierra con tu espada, no destruyas nuestra fra'gil identidad; toma lo que esta' con- strui'do aqui' y construye al lado de nosotros; de'janos aprender de tu mundo, aprende tu' del nuestro!... (pausa) Y piensa que hasta tu vieja edad te roera' una duda, una pregunta alucinante que legara's a tus hijos de Me'xico y Espan~a. Pregu'ntate, sen~or: ?'Que' hubiera sido de esta tierra si en vez de as- esinarla le permites vivir y con ella vives?.


[Volver al Indice] [Documentos en la Tortuga] [documento anterior] [documento siguiente]

Vuelve a la Tortuga

Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!