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LOS ANIMALES

                               

La cabra montesina.

Chiquitina.

El gusanito de luz.

La lagartija trabajadora.

El león y el ratón.

Mi señora la tigresa.

La gallina trabajadora.

La ratita presumida.

Los perros amigos.

La rana Banana.

La reina abeja.

Los músicos de Bremen.

El pollito de la Avellaneda

Los siete cuervos.

Kuzma y la raposa.

El pollo que fue a cobrar un real.

El zorro padrino.

La guerra de los animales.

La liebre y el erizo.

La paloma encantada.

La adivinanza del pastor.

Dumbo.

El patito feo.

       

La cabra montesina

   Érase una vez  una madre y tres hijas que estaban cosiendo. Dijo la madre que la que antes terminase subiría a la cámara y comería lo que quisiera. Acabó la mayor, subió y se encontró con una cabra que le dijo: -¡Uuuuu! yo soy la cabra montesina que corro por montes y valles y me como a las chicas a pares. La chica no se lo creyó, subió y se la comió. Como no bajaba, subió la segunda que se encontró con la cabra, esta le repitió lo suyo y también se la comió. Subió la tercera que cuando escucho a la cabra bajó corriendo a contárselo a su madre, esta no se lo creyó, subió y la cabra también se la comió.

   La pequeña se puso a llorar a la puerta de su casa. Una hormiguita pasó y le preguntó. La chica se lo contó todo.

   La hormiguita subió y la cabra repitió su canción. La hormiguita dijo: - Y yo soy la hormiguita de mi hormigar, que si te pego un picotazo te hago de rebailar. Subió por una pata a la oreja y la pico tanto que se tiró por la ventana y se reventó. Salieron muy contentas la madre y las hermanas.

   Le pagaron con trigo, le quisieron dar mucho y ella decía: - No cabe tanto en mi costalillo ni muele tanto mi molinillo. Al final con tres granos se conformo y decía: -Esto si cabe en mi costalillo y lo muele mi molinillo. 

El gusanito de luz.

    El rey León se había cansado y pidió a los demás animales que eligieran otro rey. Se reunieron y el primer voluntario fue el gallo, dijo que el ya tenía la corona. los otros dijeron que no porque los iba a despertar muy temprano. El gusanito de la luz se presento pero se rieron de el  ya que era pequeño y feo. La mariposa argumentó que con sus alas de colores parecía una reina, la rechazaron por presumida. La rana dijo que ella vivía en la tierra y en el agua y saltaba muy bien pero todos estuvieron de acuerdo en que cantaba muy mal y no quisieron. La tortuga tampoco porque llegaría siempre tarde. El ratón tenía cara de rey y era listo pero le dijeron que era muy pequeño y nunca estaba quieto.

    Se estaba haciendo de noche, miraron las estrellas y estuvieron de acuerdo en que les gustaría mucho que una de ellas fuera su rey pero estaban tan altas... Por la noche el gallo se despertó y vio que una de las estrellas estaba muy bajita, llamo a los demás y le pidieron que fuera su reina, la estrella contestó que si. Cuando se hizo de día vieron que habían hecho rey al gusanito de luz. Reino muy sabiamente y todos se alegraron de su decisión. 

Miseñora Tigresa.

    Cuando en la India los cazadores se pasaban el día persiguiendo a los tigres, Miseñora salió a pasear con sus cachorros. Eran las doce y hacía mucho sol, iban al río a bañarse y a jugar un rato. Estando cerca del río vieron a un cazador que también  iba a bañarse y decidieron darle un susto. Le robaron su ropa y Miseñora la tigresa se la puso, también su salakof, su cartuchera y, como no, su escopeta. Cuando el cazador salió del agua y se encontró con la escopeta apuntándole se asustó, pero cuando Miseñora empezó a rugir y a disparar salió corriendo por la selva con sus graciosos calzoncillos de corazones y todos los animales salían a ver lo que pasaba y se morían de risa, todavía cuando se acuerdan pasan un buen rato. Miseñora y sus cachorros colgaron el traje del cazador bañista como un trofeo en su casa.

Montse Ginesta 

Los Perros Amigos

    Al principio de los tiempos las personas vivían en cuevas y todos los animales eran salvajes. Los hombres sólo pensaban en cazarlos y evitar que los cazaran a ellos. Todos atacaban a todos. Nacieron dos perros salvajes que se fueron haciendo amigos y, a pesar de que eran  pequeños, vivieron muchas aventuras juntos. Un día un cazador se encontró a uno de ellos dormido, lo cogió y lo metió en un saco para llevarlo a casa. Lo ató a la puerta de la casa y al principio el perrito no quería ni comer. Poco a poco se fue acostumbrando al cazador ya su familia y se hizo amigo suyo. Un día le soltó y no se escapó, empezó a salir a cazar con el y le ayudaba. Se hizo grande. El perro salvaje también era grande y poderoso, peleaba y cazaba su propia comida. El otro hacía compañía al hombre, vigilaba su casa, le ayudaba y era su amigo. Un día se encontraron en el bosque e iban a ponerse a pelear pero se reconocieron, jugaron, se contaron todo lo que les había sucedido y no querían separarse pero no se ponían de acuerdo en que vida era mejor. Al final se separaron. Quedaron de acuerdo en que se encontrarían las noches de Luna llena y así lo hicieron. Aun ahora los perros aúllan llamando a sus amigos las noches de Luna llena.

(Ed. Edebe) 

El Pollito de la Avellaneda.

    Un pollito estaba comiendo con la gallina y se le atranco una avellana y se iba a ahogar. Corrió la gallina a casa de la dueña y esta le dijo:

- Pero no tengo zapatos. Dile al zapatero que te los de.

    Fue corriendo al zapatero.

- No tengo cuero, di a la cabra que te lo de.

    La cabra le dijo.

- Tengo hambre di al prado que te de hierba.

    El prado le contestó.

- No tengo agua di a las nubes que te la den.

    La gallina, desesperada, subió a las nubes y les dijo.

- Nubecitas dad agua al prado, para que el prado de hierba a la cabra, para que la cabra de cuero al zapatero, para que el zapatero haga los zapatos a mi dueña, para que saque la avellana a mi pollito que esta en la avellaneda y se va a ahogar.

    Y las nubes dieron agua al prado, y el prado hierba a la cabra, y la cabra cuero al zapatero, y el zapatero hizo los zapatos a la dueña, y la dueña corrió a la avellaneda y sacó la avellana de la boca del pollito que canto revoloteando.

Los Siete Cuervos.

    Un hombre tenía siete hijos y ninguna hija. Nació una niña pero estaba muy enferma y su padre quería bautizarla cuanto antes. Los siete fueron corriendo a por agua con una jarra, con las prisas se les cayo al fondo de la fuente y no podían cogerla. El padre se creyó que estaban jugando, se enfadó mucho y dijo -¡Ojalá se conviertan en cuervos! No había acabado de decirlo cuando vio pasar siete cuervos negros. La niña se curó y ellos nunca le dijeron que había tenido siete hermanos. Un día oyó una conservación y se enteró de todo sintiéndose muy culpable. Pensó que por si por su culpa había pasado, era ella quien debía arreglarlo.

    Pregunto a una anciana sabia del pueblo y siguiendo su consejo se fue llevando sólo una sortija de su madre, una hogaza de pan y una sillita. Anduvo hasta el fin del mundo y se acercó tanto al Sol que casi se quema, pero el Sol no pudo ayudarla, fue a ver a la Luna que era cruel, fría y malvada y no la ayudó. Por último fue a ver a las estrellas que la explicaron como llegar a la montaña de cristal, que era donde estaban, el Lucero del Alba le dio un hueso de pollo que servía para abrirla. El camino era muy largo y le ocurrieron muchas cosas, cuando finalmente llegó a la montaña de cristal había perdido el hueso pero había pasado tantas penalidades que estaba muy delgada y su propio dedo le sirvió para abrirla. Nada más entrar salió un enano a preguntarla que quería, Ella le dijo quien era y el enano le explico que los señores cuervos llegarían enseguida a cenar. Sirvió siete platos y siete copas, ella puso su sortija en la última copa y probó un sorbo de cada una, tal como le había dicho el sabio, los cuervos llegaron y notaron que alguien había bebido de sus copas, el último vio la sortija,  la reconoció y dijo - ¡Nuestra hermana esta aquí! Ella salió de su escondite y los fue besando a todos. Inmediatamente recuperaron su apariencia humana y volvieron muy contentos a casa de sus padres.  

(Grimm)

Chiquitina.

    Una mujer quería una hija y recurrió a una hechicera que le dio una semilla, de ella salió un tulipán con una niña chiquitita. Le hizo una cama con una cáscara de nuez y pétalos de flores. Un plato con agua y una hoja le servían de barca. Una noche entró un sapo y la raptó y la raptó y la dejó en una hoja, lloraba y los peces cortaron el rabo para que la corriente la arrastrara y pudiera escapar, una mariposa la ayudó a llegar a la orilla. Un escarabajo volador se la llevó pero las señoras escarabajos le convencieron para que la abandonara. El verano y el otoño lo paso en el bosque pero en invierno busco cobijo con una rata silvestre que se hizo su amiga, se ayudaban, se contaban historias e iba pasando el tiempo. Un día les visitó el viejo y rico topo que odiaba las flores, los pájaros, etc. La niña cantó y se enamoró de ella, las invitó a su casa, en el camino se encontró una golondrina casi muerta, la cuidó, la abrigó y se curó. El topo se quería casar con ella y se dedicó todo el verano a preparar su ajuar con las arañas. Estaba triste porque no se quería casar, el día se la boda salió a despedirse del Sol y vio a la golondrina, le contó sus penas y se escapó con ella. La llevó,  tras días y días, a un lago donde había un palacio pequeñito. Allí vivía el rey de las flores que era de su tamaño. Se enamoraron y se casaron. Allí todos tenían alas y a Chiquitina también le salieron al casarse con el rey. La llamaron Maya, la reina de las flores. La golondrina volvió y me contó la historia como yo os la cuento.

(Andersen)

La Lagartija Trabajadora

    En lo mas alto del monte vivía una lagartija muy trabajadora, que todos los días barría su casa y todos los alrededores y luego iba a buscar su comida, cuando acababa se iba a ver a su amigo el lagarto que vivía cerca de allí. Parecía un dragón todo verde y enorme. Estaba siempre parado y cazaba lo que pasaba por allí sin darse cuenta de su presencia. El lagarto le decía que ella hiciera lo mismo, que se pusiera cerca de un hormiguero y no tendría que buscar comida, la lagartija prefería elegir lo que comía y guardar algo para más adelante. Un día la lagartija, en uno de sus paseos, encontró una sortija de plata con una piedra muy bonita y fue a enseñársela a su amigo. Este era muy envidioso y le dijo que era suya, la lagartija se la dio y el lagarto se la puso en una pata y se fue a pasear y presumir. Un ave de presa  vio brillar la sortija y se tiró hacía el lagarto, que como era tan perezoso no podía correr ni esconderse, tuvo que tirar la sortija para despistar al ave, logró escapar de milagro. La lagartija volvió a encontrar la sortija y se la llevó al lagarto que le dijo que ya no la quería y se la regalaba. La lagartija la cogió e hizo un adorno muy bonito para su casa que desde entonces le pareció más bonita todavia.

Guía didáctica "Mi Libro" H.S.R.

La Liebre y el Erizo

    Un día el erizo salió a dar un paseo y encontró una liebre. La saludo cortésmente, pero ella no le devolvió el saludo sino que de una manera despectiva le preguntó que hacía tan temprano por el campo. El erizo le contesto que estaba dando un paseo y entonces la liebre se burlo de el diciéndole que mejor sería que no se cansase con esas patas tan cortas. 

    El erizo se sintió humillado ya que no le gustaba que se rieran de sus cortas patas y le retó a una carrera en la que apostaron una botella de buen vino. Quedaron al día siguiente y se fueron cada uno a su casa.

    El erizo le contó a su mujer lo que había pasado y le dijo que la carrera tendría lugar en un campo en el que correrían la liebre por un lado de un surco y el erizo por el otro, la mujer del erizo se pondría al final del surco y cuando la liebre estuviera llegando saldría y diría que había llegado antes. El engaño era posible ya que los dos erizos eran iguales y la liebre no los distinguiría.

    Al día siguiente así lo hicieron, el erizo hecho a correr unos pasos y se escondió, cuando la liebre estaba llegando, la mujer del erizo salto al final del surco diciendo que ya había llegado; la liebre no podía creerlo y repitieron la carrera hasta que se rindió agotada y los erizos se fueron muy contentos de haberle dado una lección a la presuntuosa liebre.

    La liebre les llevó una botella de vino a su casa y estuvo una buena temporada sin salir a pasear porque todos se reían de que hubiera perdido su apuesta.

(Grimm).

 

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