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   Los retos del PRD

Tuve el honor de trabajar en el primer gobierno democrático del Distrito Federal con Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles; a ellos gracias por la oportunidad; a la ciudad, por haberla servido.

Soy militante del PRD desde su fundación en 1989; mis lazos han sido más de identificación política que institucionales. Digo esto porque siempre me negué a participar en el aparato (el lugar dónde solo unos toman las decisiones, donde no se discuten las ideas, sino la forma de imponerse, de permanecer, de eternizarse en los cargos partidarios en beneficio de su facción o corriente). He participado en la construcción y difusión del PRD como brigadista tanto en la ciudad de México como en otros Estados. Contadas veces me decidí a participar en procesos internos para ser electo como delegado y me enfrenté al aparato, al apabullante ejercicio del clientelismo y el acarreo que realizan algunos "compañeros". Aunque el Partido de la Revolución Democrática es joven (cumplirá 13 años en el 2002), pocas han sido las caras nuevas que se han incorporado. He visto a sus "dirigentes" trasladarse de un cargo de representación popular a otro, hacia la burocracia, así como hacia el aparato del Partido. Veamos tan sólo los últimos 10 años.

Pero cómo hablar de un nuevo PRD, de nuevos retos, de nueva izquierda, si además de los rostros que siguen siendo los mismos, las actitudes son las mismas: mezquinas, autoritarias, arrogantes y, en algunos casos, contrarias a la militancia, y pongo tan sólo un ejemplo:

El Comité Ejecutivo Nacional actual, en los procesos electorales del 2001 en diferentes Estados como Oaxaca y Chiapas por nombrar algunos, logró no imponer la institucionalidad del Partido, sino el poder de las facciones que a su vez se expresan en el CEN. Era común ver a 4 ó 5 delegados del CEN en un estado, cada uno intentando favorecer a sus grupos locales con candidaturas y recursos en perjuicio de otros y a la postre del mismo partido; ahí están los resultados. Esto no habla de una nueva izquierda, sino de la permanencia de actitudes caciquiles y autoritarias que deberían estar desterradas; que deben ser desterradas del PRD si aspira a ser una fuerza competitiva electoral en el 2003 y una fuerza capaz de acceder al poder en el 2006. Gran parte de las últimas derrotas del partido tienen su responsabilidad en la actual dirigencia.

En España en el año 2000, los dirigentes principales de los partidos de izquierda, Felipe González del PSOE y Julio Anguita de Izquierda Unida, asumieron los costos de la derrota frente a la derecha; ahora ninguno detenta algún cargo partidario y no como venganza del aparato o de sus militantes, sino porque supieron entender que su ciclo como políticos en sus instituciones había terminado, que era necesaria la renovación y así lo hicieron. Anguita regresó después de una enfermedad a dar clases a la Universidad de Granada, y González a escribir libros y a dar conferencias sobre diferentes tópicos. Ahora el PSOE tiene en José Luis Rodríguez Zapatero un dirigente que guste o no, está reposicionando a su partido entre la opinión pública española y compitiendo en las preferencias electorales con Aznar y el PP. El 2003 será la prueba de fuego de esta nueva dirigencia en las elecciones autónomas.

Por otro lado, en el PRD no pasó nada, nadie quiso asumir los costos de la derrota y esas actitudes demuestran el tamaño de su estatura política. Hoy, el PRD requiere de ideas nuevas, de gente fresca, que busque la institucionalidad, la profesionalización y capacitación de sus simpatizantes y militantes; que establezca mecanismos de selección para ocupar cargos de elección popular, donde se reconozcan capacidades y perfiles, pero también los liderazgos locales, más allá de las afinidades políticas de grupo. Nuestro breve paso por la administración pública del Distrito Federal, que es y seguirá siendo reconocida, y hablo por el trabajo que realizamos miles de compañeras y compañeros militantes y simpatizantes, nos enseñó que además de liderazgo se requiere ser capaces, y eso lo demostramos día a día. El PRD tiene que restablecer su relación con la sociedad, con los grupos emergentes; tiene que convertirse nuevamente en opción de cambio, de progreso y desarrollo. Las elecciones no determinan la política; las elecciones no resuelven problemas: deciden quién habrá de resolverlos y estoy seguro que para la militancia del PRD, Rosario Robles es la mejor opción.

Madrid, España

Réplica y comentarios al autor: ofollubere@hotmail.com




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