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   Visión histórica del sindicato en Cuba (quinta parte)

Génesis del sindicalismo social revolucionario

Hemos visto que en los albores de la acción sindical las motivaciones fundamentales fueron las constantes condiciones abusivas, las extenuantes jornadas de trabajo y los míseros salarios que se manifestaron en todas las latitudes. En Cuba, en horas muy tempranas de su historia, comenzaron a fijarse algunos temas prioritarios que fueron proyectados por Saturnino Martínez y José de Jesús Márquez, a los cuales nos hemos referido en el artículo anterior de esta serie.

Saturnino Martínez centraba su trabajo en lograr niveles organizativos superiores mediante la elevación de los niveles educacionales de los trabajadores y su conciencia social. Márquez logró hacer comprender la importancia que tenía para los trabajadores el que conjuntamente con la organización sindical se desarrollaran organizaciones cooperativas genuinas adoptando los principios de la cooperativa de Rochdale fundada en Inglaterra en octubre de 1844.

Conjuntamente, se dio la prédica social de Martínez y de Márquez, y de obreros y artesanos inspirados en las ideas solidarias que sustentaban inmigrantes europeos, especialmente los españoles. En 1857 se creó, entre otras, la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos y Jornaleros de La Habana para brindar asistencia a los asociados y familiares. Estas experiencias hicieron que se establecieran valores y proyectos que luego conformarían la temática sindicalista.

Crecimiento a pesar de represión gubernamental

El 12 de febrero de 1869, el general Domingo Dulce dictó el primer decreto represivo contra las organizaciones obreras. Al definir el delito de infidencia en el texto legal, incluyó en el mismo "la coalición de jornaleros o trabajadores o las ligas de éstos". No obstante, en 1872 surgió el Gremio de los Escogedores, y en 1875 el Gremio de Despalilladores. Al concluir la Guerra de los Diez Años, 1868-1878, estas organizaciones lograron un notable crecimiento -en cuanto a militancia, estabilidad y organización- y, por supuesto, ya pudieron contar con una dirección más eficiente y experimentada.

La Comuna de París -primer intento de conquista del poder político por la clase obrera- y la creación de la Primera Internacional, en 1870-1871, fueron comentadas en el periódico La Razón por Saturnino Martínez, quien era director de esa publicación en ese período. Sus comentarios tuvieron como consecuencia su deportación a España en 1874. Pero para la clase trabajadora cubana estos acontecimientos producidos en Europa eran un asunto lejano, fuera de su realidad.

Los trabajadores cubanos, en un porcentaje relevante, entendieron que la Paz del Zanjón y el clima que la sociedad cubana comenzó a vivir después de la misma creó las condiciones para se iniciara un período de considerable desarrollo sindical. El 8 de septiembre de 1878 se creó el Gremio de Obreros del Ramo de Tabaquerías, continuador de la Asociación de Tabaqueros iniciada en 1866 y dirigida por Saturnino Martínez. Muy pronto surgieron las organizaciones obreras de los sastres, tipógrafos, albañiles, panaderos, carretoneros y despalilladoras.

La Junta Central de Trabajadores

En 1879 se fundó la Junta Central de Artesanos, la cual posteriormente adoptó el nombre de Junta Central de Trabajadores, siendo su dirigente más destacado Valeriano Rodríguez, el que se identificaba como anarquista. Es importante destacar que esta primera Junta Central de Trabajadores hacía hincapié en la condición social de los mismos, no en la posición política de los trabajadores. Esta actitud se había estado imponiendo desde los tiempos de Saturnino Martínez, cuando ya se manifestaba la contradicción en la sociedad cubana de que unos trabajadores conceptuaban a Cuba como una provincia española más y otros consideraban la necesidad de la independencia y de la creación de una república soberana.

Ya en estos tiempos con frecuencia comenzaban a llegar a manos de trabajadores y de los minúsculos grupos socialistas libros de Pedro José Proudhon y Mihail Bakunín, que circulaban como piedras preciosas por su novedad. Así aumentaba el número de autores socialistas conocidos que presumían de sustentar un pensamiento moderno y progresista, y se iniciaba un importante trabajo de divulgación doctrinal.

En 1878 los operarios de imprentas y talleres de periódicos comenzaron a editar, bajo la dirección de José López y Pedro Merino, el Boletín Tipográfico mensual. En 1884-1885, bajo la dirección de Pablo L. Rousseau, en la ciudad de Cienfuegos, comenzó publicarse El Obrero, mensual primero y quincenal después. Muchos otros periódicos, de carácter obrero o no, comenzaron a editarse en Santiago de Las Vegas, San Antonio de los Baños, Cienfuegos y Manzanillo.

Como consecuencia de la falta de motivación por parte de los trabajadores, la Junta Central de Artesanos fue languideciendo durante los primeros años de la década de los 80. En 1885 fue reorganizada, esta vez precisándose sus métodos y objetivos. La Junta fue registrada ante el Gobierno Civil de La Habana el 4 de octubre de ese año. Se proponía sustentar los objetivos adoptados en los acuerdos de las asambleas generales previamente realizadas. En éstos se establecía que sus propósitos eran:

  1. Asociar a los trabajadores no organizados, y
  2. procurar, conforme a la ley, el desarrollo y unificación de las colectividades obreras en una federación similar a la que crearon los anarquistas en España.

El 6 de febrero de 1885, diversos activistas de distintas asociaciones obreras, en las que se destacaban los anarquistas Enrique Messonier, Eduardo González Bobés, Pedro Merino y Gervasio G. Puron, fundaron el Círculo de Trabajadores de La Habana.

El Círculo se inspiró en el principio de la unidad no partidista de las agrupaciones obreras, que luego se hizo consubstancial a todo el movimiento obrero organizado en Cuba. Al efecto, el Círculo ofrecía sus locales para toda actividad sindicalista y hacía especial hincapié en sus objetivos fundacionales dar instrucción a los trabajadores en escuelas laicas creadas y dirigidas por ellos, establecer bibliotecas, convencer a los trabajadores sobre la necesidad de organizarse, alejarlos de la política y borrar en ellos toda noción discriminatoria por cuestión de "raza", "nacionalidad" o "jerarquía".

Conciencia sindicalista

Podemos, con estas referencias, destacar dos caracteres de la conciencia sindicalista en Cuba: el principio de unicidad-unidad-solidaridad de todo el movimiento y su condición no partidista y antidiscriminatorio, ya tan tempranamente fijados en la segunda mitad del siglo XIX. Éstos fueron los principios que sustentó la Junta Central de Artesanos, que posteriormente modificó su denominación por la de Junta Central de Trabajadores, y que tuvo antecedentes en el periódico La Aurora y en la labor sindicalista de Saturnino Martínez. Esto puede sintetizarse como:

  1. El no-partidismo en la gestión sindical.
  2. La necesidad de motivar la organización sindical para los fines únicos de lograr condiciones de trabajo y salarios justos.
  3. La necesidad de que el movimiento de los trabajadores eleve la conciencia social y el nivel educativo de los trabajadores.

En Santiago de las Vegas, villa de la provincia de La Habana, desde hacía algunos años se había creado el Centro de Instrucción y Recreo, donde desde sus orígenes hubo entre sus fundadores e integrantes un nivel importante de preocupación social. Uno de sus fundadores fue Enrique Roig San Martín, que primero fuera obrero de oficina de una central azucarera y posteriormente tabaquero. Roig comenzó su lucha sindical primero como colaborador del periódico El Obrero, órgano oficial del Gremio del Ramo de Tabaquería, que había sido fundado por Saturnino Martínez. Posteriormente, Enrique Roig fundó El Productor, el que dirigió desde 1887 hasta 1889, año de su muerte.

La Junta Central de Artesanos

En 1888 la Junta Central de Artesanos de La Habana nombró al periódico su órgano oficial, el cual fue un abanderado de la unidad de los trabajadores más allá de sus diferencias políticas, y abogó por el ejercicio del derecho a la huelga como instrumento inalienable de las organizaciones obreras, así como por la formación de una conciencia internacionalista del proletariado.

La Junta Central de Artesanos, el Círculo de Trabajadores y El Productor, éste bajo la dirección de Emilio Roig, fueron educadores y promotores del movimiento para la reorganización de varios sectores obreros y para organizar otros por vez primera. A modo de referencia señalaremos a los toneleros, estibadores, planchadores, mecánicos, sastres, constructores de carruajes, herreros, cajoneros, zapateros, albañiles, escogedores, rezagadores, tabaqueros, tipógrafos, cocheros, panaderos, carretoneros y cigarreros.

Las organizaciones que producen este desarrollo en el movimiento obrero y afirman su presencia se plantean la necesidad inmediata de constituir una central sindical unitaria no partidista y toman de ejemplo a la Federación de Trabajadores de la Región Española y sus estatutos aprobados en el Congreso de Barcelona en 1881, que Roig había divulgado profusamente. En dichos estatutos se rendía tributo a "los más radicales y más revolucionarios": El Colectivo y la Anarquía.

1er. Congreso Obrero de Cuba

Los gremios organizados en La Habana convocan el 1er. Congreso Obrero de Cuba, con el objeto proclamado de organizar a todos los trabajadores de la Isla. Los delegados designados se reunieron en los meses de agosto, septiembre y octubre. Las conclusiones fueron aprobadas en la asamblea de los directivos de los gremios obreros, que se celebró el día 11 de noviembre de 1887, y de inmediato se divulgaron por todas las agrupaciones obreras de Cuba.

Las conclusiones, sintetizadas en seis puntos, son las siguientes:

  1. Que es necesario dar nueva forma de organización a las colectividades.
  2. Que las colectividades deben estar estrechamente unidas, mediante un pacto federativo, para el que debe servir de base el de la Federación Española.
  3. Que se requiere la más amplia autonomía para las colectividades dentro de la Federación y para el individuo tanto dentro de la Federación como de la colectividad.
  4. Que debe practicarse la cooperación para todos los fines de la vida.
  5. Que debe proscribirse del seno de las colectividades y de la federación toda actividad tendiente a la divulgación o práctica de cualquier doctrina política o religiosa.
  6. Que la solidaridad más estrecha debe presidir toda huelga a que forzosamente sean conducidas las colectividades por la extrema tirantez y las imposiciones denigrantes.

Con el 1er. Congreso de Trabajadores de Cuba, se establecieron las bases y la proyección del movimiento obrero organizado, y se inicia la fase más genuinamente revolucionaria del mismo; es decir, la construcción del entramado jurídico, la proyección social y la propuesta institucional. Que en su día esto le dio a los trabajadores el soporte creativo de un genuino estado social de derecho.

Recordamos ahora a quien fuera el más importante dirigente obrero cubano del siglo XIX: Emilio Roig San Martín. Cuando falleció en La Habana el 29 de Agosto de 1889, sus funerales demostraron que su prédica había calado en las más amplias zonas del proletariado, así como de todos aquellos preocupados por las nuevas ideas sociales que en Cuba tomaban forma y orientación. Quizás pudiéramos, a modo de epitafio, repetir sus palabras:

"Continuemos los de buena voluntad, los de conciencia clara y honrada haciendo la luz, y propagando las ideas salvadoras lanzadas al viento por el socialismo revolucionario..."

Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org




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