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Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.  Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, EL QUE SANA TODAS TUS DOLENCIAS, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.  Salmo 103:1-5

Iglesia de Cristo AMIR-los Olivos

Ministración al alma

La ministración al alma es un ministerio que nuestro Señor Jesucristo desarrolló juntamente con la predicación, las sanidades físicas, la liberación de demonios y milagros. En los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan vemos claramente su preocupación por el alma herida y quebrantada, sin consuelo, como ovejas que no tienen pastor (Mt.9:35-36 ; Mr.6:34) .

 

Cuando Dios creó al hombre, no lo hizo un robot o autómata, lo hizo con la capacidad de elección "...de todo árbol del huerto podrás comer más del árbol de la ciencia del bien y del mal, no podrás comer..." (Gen.2:16,17).

 El alma de Adán se encontraba sujeta a la verdad de su creador, gozaba de inteligencia "Y puso Adán nombre a toda bestia..." (Gen.2:20).

 Sin anidar en su forma de ser ningún tipo de estorbo "Y estaban ambos desnudos... y no se avergonzaban"(Gen.2:25).

Satanás llevó a Adán a pecar, apoderándose de su voluntad a través de su emoción. Adán fue advertido de parte de Dios que el día que comiera del árbol prohibido moriría. Sin embargo no murió súbitamente. El termino muerte en la Biblia quiere decir separación.

Como consecuencia del pecado de Adán, su espíritu murió; es decir, cesó la comunicación con Dios. Es por eso que Dios al salvar una persona, de lo primero que se ocupa es de su espíritu (1Co.6:17,15:45).

(1Co.6:17,15:45).

Desde entonces el espíritu de Adán cayo bajo el control del alma, la cual lo separó de Dios y ésta, al ceder a sus pasiones y deseos se convierte en esclava del cuerpo (Ro.7:5,23). De igual manera, nosotros nacemos con el espíritu vivo, sin embargo nuestra alma nos hace morir para Dios(Ro.7:9), ...es por eso que necesitamos con urgencia nacer de nuevo (Jn.3:1-3).

Los que vienen al Señor de una vida pecaminosa están llenos de quebrantos, cicatrices emocionales, heridas y rechazos. Están atados y aprisionados a patrones de pensamientos y malos hábitos. Muchos todavía están llenos de ansiedad, preocupaciones y depresiones. Son insensibles, muy abrumados y están mentalmente confundidos. Cuando nosotros venimos al Señor, somos perdonados por nuestro pecado de haberlo rechazado.. Volvemos a nacer, recibimos una nueva vida y un corazón nuevo y entramos a su reino. Sin embargo, hay muchas áreas de nuestra vida que han sido destruidas por el pecado. Estas áreas necesitan ser restauradas y transformadas por el Espíritu de Dios. El apóstol Pablo nos enseña cómo se da esta transformación "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento..." (Ro.12.2).

Esta renovación de la mente se lleva a cabo de dos maneras.

 La primera es por el lavamiento del agua por la Palabra, a través de mantener nuestra mente bañada y saturada diariamente por la palabra de Dios.

 La segunda es a través de restaurar el alma por la sanidad interior y la liberación de todo aquello que mantiene cautivo al creyente.

Dios ha provisto un ministerio para llevar a cabo este tipo de renovación por su Espíritu. Esto está escrito en el libro del profeta Isaías. Jesucristo citó estas Escrituras cuando comenzó su ministerio.(Isaías 61:1-4). Nos enseña con que poder se realiza éste ministerio.

Las escrituras mencionadas arriba dicen que El Espíritu del Señor, que está sobre nosotros, es el que lleva a cabo esos ministerios. Es por eso que El nos ha ungido. En estos versículos encontramos la base del ministerio de la sanidad interior y liberación de influencia demoniaca para el creyente.

Cristo vino a salvar lo que se había perdido, y ¿qué se había perdido?, el alma. La carta a los Efesios menciona que antes de conocer la Vida, nos encontrábamos muertos en delitos y pecados (Ef.2:1). El apóstol Pedro compara nuestra salvación como el retorno de una oveja extraviada al redil del pastor de nuestra alma. Quiere decir, que lo que el Señor vino a buscar como buen pastor son las almas. (1P.2:25)

Cuando hemos nacido de nuevo el Espíritu invita al alma para que busque a Dios (Sal.63:1), por eso quien no ha nacido de nuevo solo puede tener religión.

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