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UN LLAMAMIENTO SINGULAR

(Mateo 9:9-13)

En el presente relato bíblico vemos a Jesús que viene realizando milagros, en cada lugar que visita hay un milagro realizado o por realizar. Lo acompañan sus discípulos y mucha gente que por el camino ha venido presenciando las maravillas del Señor. Entre sus discípulos muchos eran pescadores que dejaron sus redes para seguir al Maestro. Pero ahora, Jesús ha visto a un hombre llamado Mateo o Leví, quien es un cobrador de impuestos para Roma, y decide llamarlo también para cumplir la Gran Comisión. Pero este hombre era odiado entre la población a nivel político, social, económico y espiritual, cosa que no le iba  a ser fácil ser un discípulo de Jesús. ¿Cuántos casos de evasión de impuestos tiene que resolver; atender los embargos por la falta de pago, enviar a la cárcel a quienes no pueden pagar los impuestos de ley?. En realidad era un hombre muy ocupado para cumplir con su oficio.

Sin embargo, Jesús lo llama, le pide que le siga. El cobrador de impuestos se levanta, deja todo lo que estaba haciendo y le sigue. ¡Milagro! En este caso, Jesús ha hecho un llamamiento singular, ha llamado a un hombre, cuya condición personal no es muy favorable ante los ojos de los hombres, es un publicano y pecador, es injusto y opresor, nadie lo quiere en el pueblo. El Señor lo ha salvado y lo ha rescatado de su situación. Ahora bien, ¿Es posible aceptar a un hombre de esa condición como discípulo del Señor? ¿No se habrá equivocado el Maestro? Son preguntas que los discípulos se habrían hecho en esos momentos.

 

Pero el relato no queda ahí, se nos informa que muchos publicanos (cobradores de impuestos para Roma) y pecadores están sentados juntos con Jesús y sus discípulos en  la misma mesa, comiendo en la casa de Mateo. Todos ellos habían venido a ver a Jesús, tal vez eran amigos de Mateo. Esta situación para los fariseos era un escándalo, no podían soportar que un Maestro se junte con esa clase de gente pecadora. Tal es el enojo que recriminan a los discípulos de Jesús: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?. Estas personas sumamente religiosas, no  podían creer lo que estaban viendo en ese momento. Según la ley eso no estaba permitido, de ninguna manera.

 

Aquí nos encontramos ante dos escándalos: uno, que Jesús haya llamado a un publicano y pecador para ser su discípulo; el segundo, que el Maestro esté comiendo con publicanos y pecadores juntos. Pero, bien sabemos que para los planes de Dios, la redención del ser humano es un asunto que va más allá de lo que dice la ley, o cualquiera que sea la condición social y religiosa de la persona. La salvación es por gracia, es un regalo de Dios y Él lo da a quién le plazca hacerlo.

 

De este pasaje bíblico podemos extraer una enseñanza para nuestros  días: somos salvos sólo por gracia y no por obras. Muchas veces nosotros mismos también hemos estado en la misma condición de este publicano y pecador llamado Mateo, o tal vez peor ha sido nuestra situación; sin embargo, Dios en su infinita misericordia y por su gracia nos llamó de las tinieblas en que nos encontrábamos a su luz admirable, para ser parte de su pueblo (1 P. 2:9-10). Así nos llamó un día el Señor Jesús a su paso por nuestro caminar. ¿No es cierto esto? ¿Cuántos podemos levantar la mano para afirmar lo que estamos diciendo? A su llamado respondimos por fe y le seguimos, hasta ahora.

 

En todos estos casos, absurdos para la mayoría de la gente, Jesús respondió: “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Los que se consideran santos, perfectos y salvos, no tienen necesidad de la gracia de Dios, sino aquellos que se consideran pecadores. Para eso vino Jesucristo. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!. A través de los años el Señor ha venido llamando a sus colaboradores para realizar su plan salvífico en este mundo, y esto sólo por gracia. Así también el Señor nos llamó a ti y mi para cumplir esta tarea. ¿Estamos convencidos que el Señor nos ha llamado? o ¿Aún no has respondido a su llamado? Si esto es así, ven ahora, acéptale y síguele. No vaya ser que seas uno de los invitados del Señor a la gran cena y también presentes tu excusa para no venir a reconciliarte con Él y pierdas la gran oportunidad de tu vida (Lc. 14:15-24). Este es un llamado singular que el Señor te hace ahora, ¿aceptarás ahora su invitación?, si es así, que el Señor bendiga tu decisión y te colme de infinitas bendiciones. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

     


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