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CONSECUENCIAS DE LA FE

 

(Lucas 17:5-10)

 

Los apóstoles están en una situación angustiosa, temen caer ante las tentaciones y las pruebas. Jesús en los versículos anteriores (1 al 4) les ha advertido que las pruebas son inevitables, constantemente acosan al creyente. Aquí el Maestro les hace ver que están en el mundo y no en el paraíso, que aquí en la tierra aún gobierna Satanás y él está acechando. Es por eso necesario tener mucha fe y estar atentos a ayudar a aquellos que son débiles en la fe, y más aún, evitar ser tropiezo a otras personas, especialmente a los más débiles. Sus discípulos deben seguir su ejemplo y perdonar a quienes les ofenda o causaran algún daño, es necesario seguir su ejemplo.

 

Ante esa realidad, los apóstoles claman a su Maestro para que les aumente la fe para estar protegidos de cualquier ataque del maligno. Pero el Señor Jesús los confronta con su realidad. ¿Acaso no tienen fe? ¿Necesitan más fe? ¿La fe es un asunto de cantidad o de calidad? Es así como él les manifiesta que el asunto no es cuánto de fe se tiene sino qué calidad de fe se tiene. Una pequeña cantidad, pero de calidad, es suficiente para hacer grandes proezas y maravillas. Hoy en día hay muchas personas que se afanan por tener más fe y van en busca de ciertos “mercados espirituales” para conseguir más fe de la que ya tienen. No se conforman con una fe sencilla, quieren más y hacer notorio ante otros que poseen fe, pero en gran cantidad. Son los “figuretes espirituales” que van de iglesia en iglesia en busca de más fe, no les interesa otra cosa. Olvidan que el Señor nos ha llamado a creer de corazón en Él y poner en práctica esta fe simple en donde quiera que estemos.

 

Al pedido del aumento de más fe, Jesús les responde que a pesar de haber hecho lo que corresponde, no debe haber vanagloria, sino por el contrario, la humildad debe ser su distintivo. La fe en nuestro Señor Jesús no está en cuánto de fe tenemos, sino cómo ponemos en práctica esa fe, aunque ésta sea pequeña o simple, en cada momento de nuestras vidas. ¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús! Muchas veces no apreciamos la fe que el Señor nos da, menos la ponemos en práctica. Parece ser que la guardamos en un congelador y ahí invierna, sin frutos ni experiencias cotidianas. Nos contentamos con decir que somos del Señor y que vamos a la iglesia, pero nada más. No somos testigos de su obra redentora en nuestras vidas. Hay muchos creyentes que aún no saben dar razón de su fe en Cristo, ni menos ser testimonios de redención.

 

Finalmente, Jesús nos reta a no estar preguntándonos cuánto de fe tenemos, sino más bien, cuánto estamos haciendo para que otros alcancen su salvación y puedan gozar de la plenitud de vida que sólo Él puede dar. Hoy el mundo necesita creer, ver y constatar que realmente existe Dios y que es una realidad para sus vidas. Hay tantos charlatanes y pregoneros por las calles, que ya nadie quiere escucharlos. Y lo más crítico es que hasta muchos cristianos (as) se han convertido en eso: charlatanes y pregoneros de la fe. No hay testimonio de vida ni menos consagración. Son los que ponen tropiezos a los que han de creer, los pequeños del Señor.

 

Que el Señor nos de fuerzas para mantenernos firmes en la fe y hacer su voluntad. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

      


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