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    INTRANSIGENCIA O TOLERANCIA

 

(1 Reyes 11:1-13)

 

Estas dos palabras son en sí opuestas y en algunos casos parecen ser ambiguas en la práctica. Es muy común escuchar decir a una persona: "intransigente", "intolerante", "inflexible", "fanático", "testarudo", "exigente", "terco", "pertinaz", "sectario", "tozudo", u "obcecado". También se utiliza expresiones, como: "tolerante", "condescendiente", "transigente", "comprensivo", "respetuoso", "flexible", o "paciente". Estas palabras solemos decirlas, una y otra vez, pero no prestamos atención a su verdadero significado en la práctica de nuestras acciones.  La intransigencia es la actitud de la persona que no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no transige con ellos. Lo contrario es la tolerancia. Pero, ¿qué significa la tolerancia? La tolerancia es la actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas de las demás personas aunque no coincidan con las propias. Es saber respetar a las demás personas en su entorno, es decir, en su forma de pensar, de ver las cosas, de sentir y es también saber discernir en forma cordial en lo que uno no está acuerdo. En otras palabras, la tolerancia es un valor moral que implica el respeto integro hacia el otro, hacia sus ideas, prácticas o creencias, independientemente de que choquen o sean diferentes de las nuestras. Lo contrario es la intransigencia. Estas definiciones son muy importantes tenerlas en cuenta cuando hacemos la lectura de la palabra de Dios. En muchas ocasiones, las interpretaciones de algunos textos bíblicos nos suelen llevar a una relatividad de las palabras intransigencia o tolerancia.

 

En esta reflexión intentaré discernir el significado de ambas palabras con relación a la palabra de Dios y su práctica, en el quehacer de la Iglesia hoy en día. Un buen ejemplo sobre este asunto, es la persona del rey Salomón. Al principio de su reinado, Salomón amaba al Dios de Israel e hizo convenio con Él de que sería obediente todo el tiempo que fuera rey de Israel. Dios le prometió a Salomón sabiduría, riquezas, honor y larga vida si continuaba en rectitud ante el Señor. Todo esto se cumplió, ya que durante la mayor parte de su vida, Salomón llegó a ser conocido por su sabiduría. En su reinado, muchos personajes de todas las naciones fueron a verlo y a poner a prueba su conocimiento. Logró ser próspero, adquirió gran riqueza, y se dice que en toda la tierra no había ningún rey que pudiera compararse con él. Salomón como rey, hizo que Israel alcanzara el mayor apogeo de su historia como nación: honor, bienes, poder y respeto entre todas las naciones. Esto era el resultado de las bendiciones de Dios. Salomón era fiel al Señor y tenía el favor de Él. Vemos aquí a un Salomón intransigente con las cosas de Dios.

 

De pronto, la Escritura nos informa, que el rey Salomón amó, no solo a la hija de Faraón, sino que amó a muchas mujeres extranjeras de pueblos paganos. Dios le había dicho que no se uniera a ellas, porque de alguna forma u otra, ellas harían que se incline a sus dioses. Salomón quiso ser tolerante y permitió todo tipo de práctica idólatra. Llegó a amar a todas ellas. Setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas fue la larga lista de su relación amorosa con ellas. La tolerancia sin discernimiento, permitió que la idolatría reinara en Israel, hasta Salomón practicó la idolatría, construyó templos sagrados para los dioses de sus mujeres y ofreció sacrificios. Salomón quiso congraciarse con ellas y con sus pueblos, dejó de lado su fidelidad a Dios, cedió a los deseos de sus mujeres y de su corazón. Ante esto, Dios se enojó contra Salomón, por cuanto su corazón se apartó del Dios de Israel. Por lo tanto, el Señor, quebraría el reino de Salomón y lo entregaría a su siervo. Las consecuencias de esta tolerancia fue que al final de su reinado, Israel estaba en quiebra espiritual y temporal. Todo el prestigio de Salomón se vino abajo. Un año después de la muerte de Salomón, el país se dividió en dos reinos, y el curso de la historia de Israel quedó para siempre alterado.

 

¿Qué podemos aprender de esta historia del rey Salomón? Hoy en día se nos dice que debemos ser tolerantes y no intransigentes. Que debemos respetar las opiniones, las ideas de las personas aunque no coincidan con las nuestras. Pero, creo que hay que saber distinguir qué es la tolerancia. Está que bien que se respete las opiniones de otros, que tengamos en cuenta las ideas contrarias, pero eso no significa abandonar nuestros principios o valores sobre un asunto, para luego ser parte de la propuesta contraria. A Salomón le pasó eso, fue tanta su tolerancia, que al final se involucró en las prácticas paganas y abandonó su fe en el Dios de Israel. Ahora bien, a lo largo de mi ministerio pastoral, he podido percibir que el mundo quiere que la Iglesia deje de lado sus principios y valores sobre aspectos espirituales, éticos y morales. Se quiere que ciertos antivalores sean parte de la vida de la sociedad. Hay muchas filosofías, teorías, dogmas, costumbres, prácticas idolátricas y opiniones contrarias a las enseñanzas bíblicas, que quieren predominar en nuestro quehacer diario. Siento que el mundo quiere poner de rodillas a la Iglesia y que ésta no dé su voz profética. El mayor temor radica que desde el interior de la Iglesia se escuchan voces transigentes y tolerantes a lo que el mundo está diciendo. Ya Juan Wesley había dicho que el metodista piensa y deja pensar, siempre y cuando no atente contra las raíces del cristianismo. ¡Palabras sabias! No olvidemos nunca, que las consecuencias de ceder y aceptar lo que el mundo quiere, fuera de la palabra de Dios, sin duda nos llevará a la ruina.  

 

Oremos al Señor para que podamos tener discernimiento en nuestra práctica tolerante como pueblo de Dios. Que podamos respetar y ser respetados. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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