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    TESTIGOS DE LAS MARAVILLAS DE DIOS

 

(Hebreos 12:1)

 

Por miles de años siempre ha habido personas que han servido de testigos presénciales de hechos que estaban sucediendo en un momento dado. Se podría mencionar una cantidad de ellos, entre los miles existentes. Desde la Creación hasta hoy, hay un sin número de testimonios de las maravillas realizadas por Dios. Las Sagradas Escrituras nos da a conocer un sin número de testigos, sin embargo, tomaremos en cuenta algunos personajes:

 

- Noé, era un varón justo, perfecto en sus generaciones, que caminó con Dios (Génesis 6:9; Hebreos 11:7); fue testigo de lo que Dios dispuso para con la generación que se había corrompido y había dado las espaldas a Dios. Construyó el arca y salvó a su familia de la destrucción del diluvio. El arco iris quedó como testigo del pacto que Dios hizo con él (Génesis 9:12-17).

- Abram, varón llamado por Dios a la edad de setenta y cinco años de edad para ser padre del pueblo israelita y ejemplo de vivir por fe. Dios le prometió tener un hijo (Génesis 15:4) a pesar de la edad avanzada de él y de su esposa Sarai, que era estéril. A la edad de cien años, nació el hijo prometido Isaac. Él fue testigo durante toda su vida de las maravillas de Dios. De ahí su testimonio de fe y esperanza en las promesas del Señor.

- Isaac, hijo de Abram, llamado a ser el descendiente de la promesa de Dios. A los cuarenta años de edad se casó con su prima Rebeca (Génesis 25:20). Por veinte años, ella fue estéril, pero por las oraciones de Isaac a Dios, su esposa concibió dos niños: Esaú y Jacob (Génesis 25:25-26). Isaac fue testigo de esta maravilla de Dios.  

- Jacob, durante un viaje tuvo un sueño donde vio una escalera que llegaba hasta el cielo y ángeles de Dios que subían y bajaban. En ese lugar Dios confirmó a Jacob el pacto con su padre. Ahí Jacob erigió un altar como testimonio, y llamó aquel lugar Bet-el (Génesis 28:11-22). Luego, en un momento peleó con el ángel y en esa lucha le fue cambiado su nombre por Israel y recibió bendición de Dios (Génesis 32:22-30). Jacob y el altar fueron testigos de esas maravillas de Dios.

- José, hijo decimoprimero de Jacob, se dedicaba a pastorear los rebaños de su padre. Esto le llevó a ser considerado como hijo predilecto, además que contaba a su padre los malos caminos de sus hermanos mayores, llegando a ser aborrecido por ellos (Génesis 37:2-4). Sus hermanos lo vendieron a unos mercaderes como esclavo (Génesis 37:27-28). Los mercaderes lo vendieron en Egipto a Potifar, capitán de la guardia de Faraón (Génesis 37:36). La historia de José es muy extensa y ejemplar con relación a su conducta con respecto a Dios y a su prójimo. José recibió el don de interpretar sueños; fue acusado de intento de violación sexual; preso en la cárcel; para luego llegar a ser el administrador del imperio egipcio. Logró salvar a Egipto de la hambruna y a su familia. También fue testigo de la protección de Dios y de sus maravillas (Génesis 39-50).  

- Moisés, caudillo y legislador que sacó de Egipto a los hebreos, los organizó como nación y los condujo a la Tierra Prometida. Moisés es uno de los grandes testigos del poder de Dios. Los libros de la Torá o Ley: Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, dan cuenta de la historia de Moisés y de las grandes proezas de Dios por más de cuarenta años. Moisés fue testigo de uno de los milagros más grandes de la historia por parte de Dios: el cruce del Mar Rojo (Éxodo 14).  

- Josué, tomó la dirección del pueblo de Dios inmediatamente después de la muerte de Moisés. Fue testigo de dos hechos poderosos de Dios. Uno de ellos fue el cruce del río Jordán, abriéndose las aguas al pasar los sacerdotes (Josué 3) y doce piedras quedaron como testimonio de esa proeza de Dios (Josué 4).  El otro hecho prodigioso fue la caída de la ciudad de Jericó con intervención divina (Josué 6).

- Gedeón, quinto juez de Israel. El ángel de Jehová se le apareció y lo llamó a liberar a su pueblo (Jueces 6:11-24). Con la ayuda de Dios logró derrotar a los enemigos del pueblo de Israel. Gedeón fue testigo de la mano poderosa del Señor en todas las batallas libradas.

- Sansón, juez de Israel famoso por su gran fuerza física. Dios le otorgó la fuerza necesaria para derrotar a los filisteos. Su poder radicaba en su cabellera larga. Nadie pudo derrotar a Sansón, excepto cuando reveló su secreto a Dalila, quien lo traicionó y dijo el secreto a los filisteos, quienes lo tomaron preso, lo torturaron y le arrancaron los ojos. Sin embargo, a pesar de eso, Dios no lo abandonó y le dio la fuerza necesaria para matar a miles de filisteos (Jueces 13-16). En toda la historia de Sansón, se puede ver que él fue testigo de las maravillas de Dios.

- Ana, esposa de Elcana y madre del profeta Samuel. Ella era estéril y sufría mucho por no tener un hijo. Le pidió a Dios que le permitiera concebir un hijo. Un día, Ana quedó embarazada por la mano poderosa de Jehová. Ella cumplió su promesa al dedicar al Señor, a Samuel, su hijo (1 Samuel 1:1-28). Ana fue testigo de la mano poderosa del Señor.

- David, pastor de ovejas y segundo rey de Israel elegido por Jehová. Logró vencer a Goliat de una manera prodigiosa, contando con la ayuda de Dios (1 Samuel 17). Él es uno de los grandes testigos de la acción milagrosa de Dios.

- Eliseo, profeta de Israel, ungido por Elías. Realizó muchos milagros con la ayuda de Dios. Los capítulos dos al seis del Segundo Libro de Reyes dan amplia información de los grandes milagros realizados por el profeta Eliseo. Es uno de los grandes testigos de las maravillas de Dios.

- Daniel, profeta, deportado a Babilonia. Se hizo famoso por la interpretación de visiones (Daniel 2-5). Dos grandes milagros realizados por Dios en favor de Daniel y sus compañeros son el rescate del horno de fuego (Daniel 3) y el de la fosa de leones (Daniel 6). Ellos fueron testigos de la mano poderosa de Dios.

- Elisabeth, hija descendiente de Aarón, esposa de Zacarías, sacerdote de la clase de Abías. Ella era estéril y de edad avanzada, al igual que su esposo. Un ángel del Señor se le apareció a Zacarías para decirle que su esposa Elisabeth daría un hijo que se llamaría Juan. Este anunció se cumplió, siendo ellos testigos del poder de Dios (Lucas 1:5-25).

- María, esposa de José, recibió el anuncio del ángel Gabriel que concebiría en su vientre a Jesús, el Hijo de Dios, siendo virgen. El Espíritu Santo obró en ella con poder. Ella fue también testigo de la mano poderosa de Dios.

- Pedro, discípulo de Jesús. Él es testigo presencial de un gran milagro operado por un ángel del Señor cuando estaba preso en la cárcel. El ángel lo liberó de manera milagrosa y pudo llegar sano y salvo a la casa de los hermanos que estaban orando al Señor (Hechos 12:6-19).

- Pablo, fariseo, convertido al cristianismo, realizó muchos milagros con el poder de Dios. Dio su testimonio, junto con Bernabé, de las muchas maravillas que Dios había hecho a través de ellos entre los gentiles, en el concilio realizado en Jerusalén (Hechos 15:12).

- La comunidad cristiana, formada por Jesús, el Hijo de Dios y que, desde su creación hasta nuestros días, es testigo de las múltiples maravillas del Señor, en favor de muchas personas. Los milagros relatados en la Biblia, los miles de personas sanadas, los mártires que murieron por dar testimonio del poder de Dios, los siervos y siervas que el Señor ha levantado para que sean testigos de su poder, son testimonios de la acción poderosa de Dios en sus vidas y en la historia. Hoy en día, son muchos los que somos testigos de esas maravillas de Dios. Nuestros testimonios personales pueden dar crédito de lo que estamos afirmando. Sólo el poder de Dios ha hecho grandes cosas y las seguirá haciendo.

 

Ahora bien, todos los personajes citados, fueron testigos de las múltiples maravillas del Señor que hemos descrito, y sin duda que no son todos, porque la lista es mucho mayor. El libro de Hebreos cita algunos testigos y señala que tenemos una gran nube de ellos (Hebreos 11:4-38; 12:1). Hoy, podemos decir que la lista es interminable. Nosotros mismos somos testigos de las múltiples maravillas realizadas por el Señor en nuestras vidas y ministerio. Tal como dice el rey David en su Salmo, también podríamos decir: "Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados" (Salmo 40:5).

 

Que siempre el Señor nos permita ser sus testigos, ahora y siempre. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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