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GUARDANDO EL DÍA DE REPOSO

(Génesis 2:2-3; Éxodo 20:8-11; Mateo 12:1-8)

 

Hablar del día de reposo en la Biblia, significa realizar una serie de interpretaciones y costumbres acerca de este día. Cuando el libro de Génesis relata sobre la Creación, señala que Dios después de hacer todo en seis días o períodos, él descansó en el séptimo día. Y no sólo eso, lo bendijo y lo santificó. Luego encontramos que, en el libro del Éxodo, dentro de los diez mandamientos que Dios dio a Moisés, está el mandato de santificar el día séptimo y no hacer nada durante ese día. Muchos libros del Antiguo Testamento hacen referencia sobre este día de reposo. Antes de la venida de Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías, se guardaba celosamente este día. Aún hoy, hay iglesias que conservan este mandato y guardan el día de reposo sin ningún cuestionamiento, ya que lo consideran sagrado. Muchas de esas iglesias se han quedado en la tradición o costumbre judaica de observar el día de reposo, que, en muchos casos, tiene el nombre de Sabbat o Sábado.

 

Pero ocurre que, a la venida de Jesús, ya los fariseos habían dispuesto normas ridículas acerca del sábado, prohibiendo algún gesto de misericordia, cuestionaban a Jesús porque realizaba curaciones en el día sábado. Este era un tema por la cual Jesús y los fariseos tenían serias discrepancias. Los fariseos no se opusieron sólo a las curaciones, sino también a la recogida de la espiga por parte de los discípulos de Jesús en el sábado. De ahí que Jesús reaccionó diciendo: "El día de reposo fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por causa del día del reposo" (Marcos 2:23-28). En cuanto a los esenios, estos no podían socorrer a un animal que cayera en un pozo; ni siquiera podían aliviar las necesidades fisiológicas, por cuanto sus normas les prohibían hacerlo en Jerusalén, y la distancia a que tenían que ir fuera de la ciudad era superior a la de un día de sábado.

 

Después de la resurrección, la observancia va a cambiar radicalmente entre los integrantes de la comunidad cristiana. Por ejemplo, el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especies aromáticas que habían preparado (Lucas 24:1). Es bueno tomar nota que tanto Pablo como Bernabé utilizaron el día sábado para enseñar al pueblo, en especial a los gentiles (Cf. Hechos 13:13,14,42,44). También es bueno anotar que, en Filipos, el día sábado era utilizado por unas mujeres para orar, y Pablo con los suyos aprovecharon este día para hablar con ellas (Cf. Hechos 16:13). Otros hechos de Pablo realizados en el día de reposo: Por tres sábados se reunió con los judíos y discutió con ellos sobre temas de las Escrituras (Hechos 17:1-2); Discutía en la sinagoga todos los sábados, por casi un año y seis meses, persuadiendo a los judíos y a los griegos (Cf. Hechos 18:4,11). Por lo expuesto, se puede inferir que la comunidad cristiana varió el día del reposo, el sábado, por el domingo, en recordación de que ese día resucitó el Señor. Lo importante para ellos era tener un día de reposo para descansar y alabar al Señor, tal como fue establecido en el Decálogo.

 

Hoy en día, miles de cristianos tienen como día de guardar el domingo en vez del sábado. Si seguimos el ejemplo de Jesús, el Hijo de Dios, no habría ningún problema si se descansa un sábado o un domingo para rendir el culto a Dios. Lo importante es tener un día de reposo, tal como lo hizo Dios en la Creación. El problema actual es cuando este tiempo de descanso y alabanza se quiere imponer por la fuerza de la Ley y no por la fuerza del amor. Jesús trastocó esta observancia en mérito a su misericordia al ser humano y no tanto en consideración al día. Lo mismo sucedió con los primeros cristianos en su observancia al día de reposo. De ahí que, como cristianos, discípulos de Jesús, guardamos el día domingo como el día de reposo y de adoración a nuestro Dios. Ya no estamos sujetos a la ley judaica, sino a las enseñanzas de Jesús, esa es la diferencia radical de nuestra postura.

 

Que el Señor nos ayude a guardar el día de reposo, tal como fue establecido, descansar y alabar al Señor, Dios Creador, Señor del Universo y de la Iglesia. Amén.  

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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