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LA NUTRICIÓN INTEGRAL DEL CUERPO

(Deuteronomio 8:3; Hechos 12:1-19)

 

Estando en el hospital esperando mi turno para la atención médica, apareció de pronto un grupo de enfermeras, encabezado por una técnica licenciada en enfermería, presentándose ella ante nosotros, dijo que estaba acompañada por cuatro estudiantes de enfermería de una universidad y que iban a hablarnos sobre la nutrición. Una de las alumnas nos preguntó que sabíamos acerca de la nutrición. Una paciente respondió y dijo que era todo alimento necesario para el buen desarrollo del cuerpo. Sobre esa respuesta, las alumnas comenzaron a demostrar lo que era la nutrición y la desnutrición, con cuadros preparados por ellas mismas. También se nos dijo lo importante que es una buena nutrición y lo que implica eso. Sin embargo, una de las cosas que me llamó la atención en la exposición de una de las alumnas, es que mencionó el amor como base de una buena nutrición, ya que no solo bastaba ingerir alimentos sanos, sino que el cuerpo necesitaba nutrirse también de buenos sentimientos y afectos, tanto de nosotros, como por parte de las personas que nos rodean. Nos hicieron ver lo bueno que es mantenerse saludable y el peligro que conlleva una mala nutrición. Al término de la charla que fue muy buena, me vino a la mente la siguiente reflexión: si la ciencia nos informa acerca de la buena nutrición para nuestro cuerpo, ¿acaso la palabra de Dios no nos informa también acerca de una nutrición integral para el cuerpo?.
 

Toda la Escritura hace referencia a este equilibrio que debe haber en la nutrición integral de nuestro cuerpo. Ya el Señor nos dice que el alimento material es muy importante, pero también hace la advertencia de que no solo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que salé de la boca de Dios. Un ejemplo lo vemos en el texto de Deuteronomio 8:3 y también en Jesús cuando está a solas ante Satanás en el desierto (Mateo 4:4). El apóstol Pablo nos dice que es bueno presentar nuestros cuerpos en santidad y que es necesario renovar nuestro entendimiento (Romanos 12:1-2). El alimento material, el alimento espiritual y el alimento intelectual, conforman la nutrición integral del cuerpo. Hoy en día mucha gente le da mucha importancia a algunos de estos aspectos, dejando de lado los otros. Por ejemplo, hay muchos que se dedican a comer bien, aún apelando a dietas costosas, pero descuidan el alimento espiritual y aún el alimento intelectual. Otros dan más importancia al alimento espiritual, no dando importancia a lo material y a lo intelectual. En todos los casos, no se tiene en cuenta que la verdadera nutrición está en el equilibrio nutricional.    

 

Cuántas maneras de alimentar nuestro cuerpo existen. Cuántas dietas procuran generar una buena nutrición. Mucha gente gasta mucho dinero en busca de una buena nutrición. Todos quieren tener una buena alimentación que les asegure una buena vida. Otras personas se dedican a alimentar la mente con muchos conocimientos, al punto de querer ser más sabias. Sin embargo, muy pocos tienen interés en el alimento espiritual para sus vidas. La paz interior, el amor sincero, la proyección de nuestra mente hacia lo sobrenatural, la búsqueda de un contacto con lo divino, un tiempo a solas para orar y reflexionar, leer las Sagradas Escrituras, el servicio al prójimo, el ayuno y las obras de misericordia, son formas de alimentar nuestro espíritu. El cuerpo humano es una unidad y está integrado. Mente, cuerpo y alma están interconectados entre sí.        

 

Hoy el mundo, necesita tomar conciencia de lograr una nutrición integral para el cuerpo. Todo tiene su lugar y su tiempo. Es bueno tener una buena alimentación balanceada para lograr una buena salud. También es bueno dedicar un tiempo para alimentar nuestra mente y llegar a ser más sabios. Pero también es bueno dedicar un tiempo para alimentar nuestro espíritu y lograr una sanidad interior. Si la ciencia recomienda que para lograr una buena nutrición es necesario llenarnos de amor y luego de ingerir buenos alimentos, cuánto más la palabra de Dios nos exhorta a alimentar nuestro espíritu cada día para lograr una paz interna con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Sólo así lograremos tener una nutrición integral que nos dará una vida en abundancia. Lo contrario nos llevará a la destrucción de nuestro cuerpo y por consiguiente a la muerte. Recordemos que Cristo vino para librarnos de la muerte para darnos vida en abundancia.

 

Procuremos mantener este equilibrio para vivir una vida saludable y en santidad. De esa manera logremos ser más eficientes en la tarea de ser discípulos del Señor en estos tiempos de enfermedad y dolor. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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