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EL DIEZMO NO ES OBLIGACIÓN PARA LOS CRISTIANOS

(1 Corintios 16:2; 2 Corintios 9:7)

Por muchos siglos el tema del diezmo ha sido considerado como una obligación para todos los cristianos. Inclusive, muchos de nosotros, por varios años, estábamos convencidos de que así era. Sin embargo, luego de mucha oración, estudio y reflexión, he considerado dar una opinión personal sobre el tema del diezmo en la vida de la iglesia cristiana. Si uno toma en serio la cita del apóstol Pablo: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado…Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (1 Corintios 16:2; 2 Corintios 9:7), vemos que no hay ninguna referencia al diezmo como obligación. Entonces, la práctica de dar el diezmo era una obligación de la ley mosaica que regía hasta la venida de Jesús. Más aún, con la llegada de Jesús, muchas prácticas de la ley mosaica se cambiaron por otras nuevas. Por ejemplo: la poligamia por la monogamia; la circuncisión por el bautismo; la Pascua por la Santa Cena o Eucaristía; los diez mandamientos por dos mandamientos; la sola salvación de los judíos por la salvación de los gentiles; el día sábado por el día domingo, como día de guardar; el diezmo por el dar con alegría; el pueblo de Israel por la Iglesia; el fariseísmo por el discipulado; la ley por la gracia; el templo y sinagoga por las comunidades de fe en las casas; la exclusión de la mujer por la inclusión de la mujer; etc. Por otro lado, Jesús mismo no toca el tema del diezmo como obligación, sino el de dar a Dios lo que es de Dios. Dos casos a tener en cuenta: Jesús en su encuentro con el joven rico, le menciona que si quiere ser perfecto debe vender todo lo que tiene y dárselo a los pobres. No le pide el diezmo (Cf. Mateo 19:16-22); el otro  caso es sobre la ofrenda de la viuda pobre. Jesús destaca que la viuda dio todo lo que tenía para su sustento. No menciona el diezmo. (Cf. Lucas 21:1-4). Otro ejemplo de la no práctica del diezmo, es la experiencia de la primera comunidad cristiana, donde todas las cosas las tenían en común; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno (Hechos 2:44b-45); y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad (Hechos 4:32.34-35). En los primeros tiempos del cristianismo, encontramos un acontecimiento que tiene que ver con lo que se da a los apóstoles: es el caso sobre la venta de la propiedad de Ananías y Safira, ellos retienen para sí, una parte de la venta, lo cual es mal visto por Pedro. Él les reclama a ellos el por qué no han entregado todo el valor de la venta. Es interesante que, en este asunto, el tema del diezmo no está presente (Cf. Hechos 5:1-11). Más aun, el pago de diezmos continuaba en tiempo de Cristo (Lucas 11:42; 18:12; Hebreos 7:5), pero no fue prescrito a los cristianos ni por Cristo ni por los apóstoles.

Ya en los tiempos de Pablo, había la intensión de obligar a los cristianos a practicar el evangelio de Jesucristo junto con los mandamientos de Moisés y con las prácticas judías, entre ellas la circuncisión y el diezmo. Esta influencia debilitaba la fe de los primeros creyentes en las comunidades de Galacia que eran tentados a abandonar el evangelio de Jesucristo y seguir con la Ley. Esta situación era un peligro real, que afectaba las cuestiones básicas de la fe y la vida de la iglesia. De ahí que Pablo escribe a los gálatas para decirles que no hay más evangelio que el de Jesucristo (Gálatas1:6-10). Si bien es cierto que para Pablo fue una tremenda preocupación esta situación de los gálatas, también hoy en día es una gran preocupación que en muchas de nuestras iglesias cristianas se quiere predicar otro evangelio diferente al de Jesucristo. Ya Pablo advertía el peligro que corrían las nuevas congregaciones cristianas al ser visitadas por falsos hermanos y falsos maestros. Al respecto, podemos decir que este peligro está aún latente desde el comienzo del cristianismo. Siglos tras siglos, han aparecido falsos hermanos, falsos profetas, falsos maestros y hasta falsos pastores. Basta revisar la historia de la iglesia para darnos cuenta que lo que decimos es muy cierto. En este tiempo se viene predicando un evangelio diferente al de Jesucristo a cargo de falsos pastores y falsos hermanos. El evangelio que hoy se predica en muchas iglesias hace mucho énfasis en la práctica del diezmo como obligación; inclusive se hace mención de que hay un diezmo del diezmo para el pastor. Es preocupante que se esté aplicando el diezmo como una medida punitiva contra quienes no lo practiquen, hasta el punto de prohibírsele ejercer un cargo o función en la iglesia, inclusive pueden perder su membresía. Esta situación es ajena a la doctrina cristiana. Por otro lado, se están introduciendo costumbres judías. Esta realidad actual no difiere mucho a la realidad de los gálatas del primer siglo. De ahí que Pablo manifiesta que el dar a Dios con alegría es más que dar el diezmo por obligación: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre". (2 Corintios 9:7).

También es bueno tener en cuenta que John Wesley, pastor de la Iglesia Anglicana del siglo XVIII, no hace referencia a este tema del diezmo como obligación para los cristianos, que son hijos del Nuevo Pacto; más bien expresa: "Gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas y da todo lo que puedas". Por todo esto, bien podemos afirmar que la práctica del diezmo no es una obligación para los cristianos. Decir lo contrario, sería aceptar que entonces debemos los cristianos practicar la ley mosaica en su totalidad. No se puede pretender aceptar algunos de los preceptos de la ley mosaica y dejar otros de lado. Jesucristo vino para redimir a toda la humanidad, renovó el antiguo pacto, la Ley fue reemplazada por la gracia, solo por la fe el justo vivirá (Habacuc 2:4, Romanos 1:17b), ya no es necesario las obras para la salvación, solo la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9). Por eso nosotros los cristianos somos hijos del Nuevo Pacto y no del Antiguo Pacto. Si esto es así, entonces no estamos obligados a acatar doctrinas y mandamientos de la antigua Ley. La iglesia es el nuevo pueblo de Dios (1 Pedro 2:9-10), el nuevo Israel y por lo tanto no estamos sujetos a la Ley. Finalmente, en la carta a los hebreos, el autor señala que el Señor al decir: Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer (Hebreos 8:13). Todo el capítulo ocho y nueve de la Carta a los Hebreos se menciona a Cristo como el mediador de un nuevo pacto que será escrito en la mente y en el corazón del pueblo. Ahora bien, si aun así, hay la voluntad de dar el diezmo, no hay problema, cada quien es libre de decidir dar lo mejor para el Señor. Por último, no es el diezmo del cristiano lo que corresponde al Señor, sino todo su ser, ya que ha sido comprado "por precio" (1 Corintios 6:20; 7:23), y debe ser un eficaz administrador de todo lo que el Señor ha puesto en sus manos para la gloria de Dios.

Qué el Señor nos dé la sabiduría necesaria para discernir lo que ha de ser correcto, en este caso, las ofrendas al Señor. Gracia y paz sean con cada uno de ustedes. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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