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VENCIENDO A GIGANTES

 

(1 Samuel 17)

 

Esta historia leída después de miles de años, pareciera ser una fantasía bíblica. Sin embargo este es uno de los relatos más asombroso en cuanto a la intervención de Dios en la persona de uno de sus siervos para vencer a un gigante que quiere destruir a Su pueblo. Sin duda que existen otros relatos en que la intervención de Dios no se hace esperar. Pero, no hay ninguno que se asemeje a este relato de David y Goliat. Las diferencias son enormes: Goliat es un gigante de casi tres metros de altura, David es un joven pastor de ovejas de poca estatura; Goliat es un experto en guerras, David no ha participado en ninguna guerra; Goliat está armado con la mejor armadura de su época, David sólo cuenta con un bastón, una honda y cinco piedras; Goliat confía en su poder y experiencia, David confía en Dios que es todopoderoso. En esas condiciones se va a librar una batalla desigual. En nuestra vida cotidiana muchas veces nos toca afrontar al enemigo en situaciones parecidas a este relato.

 

Goliat se ha atrevido a lanzar un desafío y a la vez una oferta al ejército del rey Saúl: "¿Para qué han salido en orden de combate? Puesto que yo soy un filisteo, y ustedes están al servicio de Saúl, elijan a uno de ustedes para que baje a luchar conmigo. Si es capaz de pelear conmigo y vencerme, nosotros seremos esclavos de ustedes; pero si yo lo venzo, ustedes serán nuestros esclavos. En este día, yo lanzo este desafío al ejército de Israel: ¡Denme un hombre para que luche conmigo!" (vv. 8b-10). El relato da cuenta del pánico que generó entre el ejército estas amenazas. David que estaba con su padre apacentando las ovejas, oyó de este desafío de Goliat que venía diciéndolo por cuarenta días sin parar. Entonces aprovecha la oportunidad que su padre le pide que vaya al campo de batalla para averiguar por sus tres hermanos que se han alistado en el ejército del rey, y averigua cuál es la situación de la batalla y conocer al filisteo que se ha atrevido a desafiar al ejército del rey Saúl. En esas circunstancias, David constata que Goliat es un gigante y tiene en zozobra a todo el ejército. Pero también es informado que el rey ha hecho un ofrecimiento: "A quien sea capaz de vencerlo, el rey le dará muchas riquezas, le dará su hija como esposa y liberará a su familia de pagar tributos." (vv. 25b). ¡Es tentador este ofrecimiento!. Sin embargo, vale hacerse la pregunta ¿Actuará David en función a este ofrecimiento de parte del rey David o actuará en función a su fidelidad con Dios?. El desarrollo del relato nos dirá que David actuará en función a su fidelidad con Dios. Situaciones como éstas se nos presenta cada día en nuestra labor. A veces caemos en tentación y nos afanamos por las cosas materiales o hacemos caso a la voluntad de Dios.

 

Bien, el rey Saúl ha tomado conocimiento que hay un joven que puede vencer a este gigante Goliat. David, ya en la presencia del rey Saúl es advertido por éste que no podrá ir contra el filisteo, ya que las diferencias son enormes, tal como lo hemos visto anteriormente. Ante eso, David le cuenta al rey de sus proezas ante animales poderosos y cómo Dios lo ha librado de las garras de ellos. ¡Esa es la experiencia de David!. Finalmente, David le dice al rey que Dios lo ha de librar de la mano del filisteo, quien ha provocado al ejército del Dios viviente. Con esa actitud decidida de David de matar a Goliat, Saúl lo envía y pide que Dios esté con él. Dicho esto, el rey viste a David con su coraza y armadura para pelear. Sin embargo, David desiste usarla y sólo llevará a la batalla su bastón, una bolsa, cinco piedras y una honda. ¡Sólo eso para vencer a un gigante!. Hoy también, nos toca enfrentar a gigantes muy poderosos que confían en sus poderes, pero nosotros, los hijos de Dios, que no tenemos un gran ejército, ni armas, tenemos herramientas muy poderosas que el Señor nos ha dado: la fe y la oración. ¡Esa es nuestra experiencia de combate contra los gigantes de hoy!

 

La parte más interesante del relato bíblico es cuando David sale al encuentro de Goliat para enfrentarlo. Cuando el filisteo ve a David lo mira con desprecio, y le pregunta: "¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?". Luego lo maldice. Y en forma desafiante le dice a David que venga donde él para darle su carne a los animales. ¡Toda una actitud prepotente de Goliat!. Ante ese desafío, David le va a decir: "Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos" (vv.45-47). Ahora, el nivel de desafíos está a la par. El resultado de esta batalla es que David le salió al frente, y antes que actúe Goliat, sacó una piedra y se la tiró con su honda en la frente, venciendo a este gigante. Y para cumplir su promesa, le cortó la cabeza con su propia espada. ¡La victoria es del Señor Todopoderoso!. Así debemos acabar con el enemigo que se nos enfrente.

 

Ahora bien, de esta historia debemos obtener algunas lecciones para nuestros días. Cada día en nuestra vida de fe nos toca enfrentar al enemigo y a sus gigantes que se alzan sobre nosotros. Quieren en forma desafiante hacernos creer que son más poderosos y que tienen todo el poner para doblegarnos. Sin embargo, ante sus amenazas o desafíos, nosotros debemos estar siempre listos con las herramientas que el Señor nos ha dado para vencer: la fe y la oración. Satanás y sus gigantes quieren que no sigamos proclamando la palabra de Dios, que otra personas se conviertan al Jesucristo, que sigamos donde estamos y no crezcamos. Aprendamos e David, él confiaba en Dios, sabía que de él viene la victoria, y no tuvo miedo de enfrentar a un gigante. En el nombre del Señor lo enfrentó y lo venció, cortándole la cabeza como señal de la victoria de Dios sobre el enemigo.  

 

Hoy en día para los cristianos en el mundo no es fácil mantenerse firmes y leales al Señor, hay muchas tentaciones, gigantes por doquier (problemas personales, conyugales, financieros; dudas, miedos, frustraciones, traiciones, envidia), enemigos que nos desafían y amenazan con terminar con nuestras vidas. De ahí que debemos estar confiados en que el Señor nunca nos va dejar solos, que ante cualquier amenaza él saldrá al frente y vencerá a nuestros enemigos. Gracias a Dios que hay muchos testimonios, experiencias y mártires, que han derrotado a los enemigos del Señor. Roguemos al Señor de la Vida para que nos dé un espíritu de valentía y sepamos enfrentar a nuestros gigantes. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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