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SABER ESPERAR LA RESPUESTA DE DIOS EN MEDIO DE LA DESESPERACIÓN, GENERA ALEGRÍA

                    

(Salmo 40:1-3)

 

Este salmo es un cántico de alabanza a Dios de parte del rey David por ser liberado de una situación sumamente angustiosa y desesperante. En esta oportunidad reflexionaremos los tres primeros versículos del salmo en mención. Sin duda que es un testimonio de cómo saber esperar la respuesta de Dios en medio de la desesperación. El panorama que se nos presenta, es una situación muy angustiosa y desesperante, que al rey David le ha tocado vivir. Seguramente han pasado muchas cosas adversas que lo han llevado a una situación de dolor y de angustia. ¿Cuántas veces no pasamos por situaciones similares, que luego nos generan desesperación y temor? En esas condiciones sentimos que estamos solos, abandonados a nuestra suerte, tal vez, la idea de que Dios se ha alejado de nosotros nos invade. No es fácil soportar momentos así. Todo se nubla, no sabemos qué hacer ni a quién acudir. No podemos dormir en paz, la angustia nos invade y nos genera temor. Sin embargo, el testimonio de David nos dice que en esas condiciones, él ha sabido pacientemente esperar la respuesta, la ayuda, de Dios.

 

Tener paciencia, en estos casos, es fundamental para consolidar nuestra fe en Dios. Se dice que la paciencia es la capacidad de resistir sufrimientos o desgracias sin desesperarse. Esta capacidad de resistencia es la que tiene David para saber esperar la respuesta de Dios. Pero no basta saber resistir, hay otro factor importante que se funde con la capacidad de resistir, y éste es el saber esperar. La espera es confiar en conseguir lo que se desea o en que sucederá algo bueno. Sin duda que esto nos lleva al tema de la fe. Muchas veces nosotros mismos pasamos por momentos muy difíciles y trágicos; sin embargo, saber esperar no es siempre nuestra fortaleza en esos momentos, nos desesperamos, nos angustiamos, tenemos temor, lloramos y no sabemos qué hacer. Tal vez una pregunta surja de lo profundo de nuestro ser: ¿Y dónde está Dios?. David en medio de su desesperación nos dice que Dios se inclinó a él y oyó su clamor. ¡Qué hermoso testimonio de fe, de paciencia y de espera! ¡Dios se dignó inclinar su oído a las súplicas de su siervo! ¿Podemos también nosotros decir lo mismo?

 

La respuesta de Dios es concreta. Él saca a David del pozo de su desesperación, del lodo cenagoso. Él es rescatado de esa situación, es liberado de su angustia y desesperación. Dios no tardó en escucharlo y venir a socorrerlo en el tiempo y momento preciso. El Señor no lo ha abandonado, Él es fiel a su promesa, por los siglos de los siglos. Toda la Escritura está llena de esa promesa. Esto debemos tenerlo muy en cuenta cuando estemos pasando momentos similares. No debemos dudar en la respuesta de Dios, que sin duda será en su tiempo y en el momento preciso. ¡Dios siempre está atento a nuestras necesidades y sufrimientos! ¡Puede tardar, pero su ayuda es oportuna y a tiempo! Ahora bien, como consecuencia de la acción de Dios, David es llevado a otra situación, es rescatado de lo profundo del pozo cenagoso. Es liberado de esa situación que pone en peligro su vida, y es llevado a una peña, que es un lugar seguro, libre de todo peligro. ¡Así es como actúa nuestro Dios! Pero no todo queda ahí, el Señor ha enderezado su camino, ha llamado la atención a David, le ha hecho ver sus errores. Dios nos ama, pero también nos corrige, como todo padre que ama a su hijo. Así también, el Señor nos puede corregir, llamarnos la atención por nuestro errores, nos perdona y nos exhorta a serle fiel y cumplir su Palabra.

 

La segunda parte de esta reflexión es el momento del testimonio. David expresa que el Señor luego de liberarlo, salvarlo, rescatarlo, y llamarle la atención, pone en su boca cántico nuevo y alabanza hacia Él. Aquí podemos ver, que toda liberación, rescate, produce alegría y gozo. Esa alegría ha de servir de testimonio hacia otras personas que aún no conocen, ni saben del poder de Dios. Esta experiencia es sumamente gratificante, ya que la respuesta favorable de Dios, genera alegría y gozo en lo profundo de nuestro ser. ¡Cuánto de eso necesita conocer nuestra sociedad incrédula y alejada de Dios!. La alegría es la señal contundente de la verdadera respuesta de Dios a nuestro clamor. Todos los que somos favorecidos por Dios, debemos siempre dar nuestro testimonio a otros de la realidad viva de Dios, que es el Señor y Creador del universo.

 

Demos gracias al Señor por este hermoso testimonio de la respuesta oportuna de Dios ante nuestras súplicas. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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