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cuando Dios pide algo de nosotros, él nos recompensa

(Génesis 22:1-14; Romanos 6:12-23; Mateo 10:40-42)

Es bueno revisar la historia de Abraham ya que ésta es muy interesante, especialmente en lo que respecta el dar a su hijo Isaac como ofrenda de sacrificio. Abraham no pregunta nada, ni reclama nada a Dios, solo obedece y responde: "Heme aquí". Abraham no sabe que Dios lo está probando, ni tampoco sabe el final de esta situación. Dios le ha pedido a su hijo amado en sacrificio y él se lo da. No debe haber sido fácil a Abraham aceptar la solicitud de Dios, su Señor. Tal vez cruzó por su mente alguna pregunta o reproche, o tal vez una negativa. Pero a pesar de ello, el obedeció. ¿Quién aceptaría una situación como ésta?

En el desarrollo del relato vemos que hay un diálogo entre Abraham y su hijo Isaac acerca de dónde está el cordero a sacrificar. La única respuesta que tiene para su hijo es que Dios proveerá. Llegado el momento, Abraham se apresta a dar cumplimiento al sacrificio a pedido de Dios. Y he aquí que sucede algo grandioso, en el momento que Abraham toma el cuchillo para degollar a su hijo, el ángel de Jehová le da voces para que se detenga. Dios comprobó la fidelidad y la obediencia de Abraham. Él le dio a su hijo sin condiciones. Ahí nomás Dios le proveyó el carnero para el sacrificio. Abraham fue bendecido por Dios y lo hizo instrumento de bendición. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a darle  a Dios lo que nos pide? ¿Estamos dispuestos a darle lo que más apreciamos?. Muchas veces le damos a Dios lo que nos sobra y no lo que es valioso. Esto nos recuerda la historia de Abel y Caín (Gén. Cap. 4). Dios siempre quiere lo mejor de nosotros y a cambio nos tiene preparado una recompensa o bendición. Cuando Dios nos pide algo, es sin condición, y a cambio nos recompensa, porque él es bondadoso. Algunas  veces somos probados por Dios para saber cuánto le somos fieles, cuánto le obedecemos, y cuánto estamos dispuestos a dar de nosotros.

En la lectura del libro a los Romanos, vemos que Dios nos pide que abandonemos el pecado, ya que esto solo nos lleva a la muerte. Él nos pide que abandonemos todo pecado, ya que no estamos sujetos a la ley, sino a la gracia. Somos salvos por gracia. Entonces, ¿qué nos pide el Señor como discípulos de Él? La respuesta es: la santificación. El Señor nos pide que vivamos en santidad de vida y a cambio se nos proveerá la vida eterna, que es una dádiva. Él nos pide que seamos santos todos los días y a cambio él nos provee bendición. Esto implica que el Señor quiere de nosotros que vivamos en santidad de vida y que ya no estemos sujetos al pecado. A cambio recibiremos, o mejor dicho, se nos dará como dádiva, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. No estamos solos en este caminar, él nos provee lo necesario para vivir una vida agradable a Dios.

Por último, en el evangelio de Mateo, lo que el Señor nos pide es que recibamos a todos los que vienen en su nombre, ya que al recibir a ellos recibimos también a Dios Padre. El que recibe a un profeta, recompensa de profeta recibe; el que recibe a un justo, recompensa de justo recibirá. También se nos dice que si damos a los pequeñitos del Señor un vaso de agua, recibiremos la recompensa. Aquí podemos decir que si Dios pide algo de nosotros, él siempre nos dará una recompensa o bendición. Esta recompensa o bendición se puede traducir en paz, alegría, sanidad, prosperidad, ayuda para resolver algún problema, etc. En estos días muchas personas le piden muchas cosas a Dios todos los días. Estos pedidos son de toda índole y a veces son muy urgentes. Sin embargo, vale preguntarnos: ¿Si Dios nos pide algo, estamos dispuestos a darle lo que nos pide, con la misma urgencia también? ¿Estamos dispuestos a darle nuestra vida o la vida de nuestros hijos? ¿Estamos dispuestos a darle nuestro tiempo, dones, capacidades, recursos, talentos u otra cosa de valor?

Que el Señor nos ayude a reflexionar sobre este asunto y nos permita responder a Su solicitud de alguna cosa que sea necesario para la extensión de Su reino. No dudemos que Él, en su infinita misericordia, estará siempre dispuesto a darnos la recompensa que merecemos. Amén. 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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