Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

Sembrar para crecer, crecer para servir

(Mateo 13:1-9)

Esta es una parábola muy conocida por todos. El relato nos muestra a Jesús saliendo de la casa para ir a la playa, quizás para descansar y meditar. De pronto viene mucha gente a buscarle para pedirle algún consejo o ayuda. Él como maestro que es, decide dar una charla doctrinaria a la gente sencilla que ha venido a escucharle, pero en este caso utiliza la parábola de la siembra para que puedan entenderle. Pero, repentinamente cambia de escenario, de la playa pasa al campo, tal vez porque la gente era campesina en su mayoría. La barca es el púlpito y el campo el lugar de la siembra.

El propósito de la parábola es abrir la mente de las personas a una verdad que desconocen. De ahí que esta parábola tiene dos propósitos: distinguir a los que escuchan la Palabra y aconsejar a quienes siembran la Palabra.

a) Tipos de oyentes. Estas personas tienen estas características:

1. El oyente de mente cerrada.-

• La palabra de Dios no puede penetrar como la semilla en un camino pisado por mucha gente.

• Tiene su mente cerrada a causa de muchos problemas.

• Se cree autosuficiente.

• Su orgullo no le permite conocer nada nuevo.

• Vive una vida inmoral.

• No quiere escuchar o reconocer la verdad que lo condena.

2. El oyente cuya mente es semejante a los pedregales.-

• Se niega a pensar las cosas y a reflexionar sus causas.

• Está pendiente de la moda.

• Adopta rápidamente algo y con la misma rapidez lo abandona.

3. El oyente que tiene tantos intereses en la vida, que algunas cosas, y a menudo las más importantes, quedan ahogadas.-

• No tiene tiempo para orar, ni para leer la palabra de Dios.

• Se compromete en muchas actividades y no tiene tiempo para Dios.

• Asiste de vez en cuando a la iglesia, especialmente asiste a la que más le interesa.

• Ha desplazado a Cristo de su vida para dar lugar a las cosas materiales.

4. El oyente que es como la buena tierra.-

• Su mente está abierta y siempre está deseando aprender algo nuevo.

• Está dispuesto a escuchar.

• Nunca es orgulloso ni está demasiado ocupado para escuchar la palabra de Dios.

• Comprende lo que la palabra de Dios le dice, reflexiona lo que significa para su vida.

• Cree y acepta a Jesucristo como su único Señor y Salvador.

• Traduce en acción lo que escucha, produciendo buen fruto.

De ahí que el oyente auténtico es aquel que escucha, comprende y obedece lo que dice la palabra de Dios.

b) Consejo a los que siembran la palabra de Dios.

• Recordar que los discípulos de Jesús en algunos momentos experimentaron frustración al sembrar la Palabra y en el cumplimiento de la misión.

• Reconocer que Jesús es el Gran Maestro y a Él es el único a quien hay que escuchar.

• Tener en cuenta que desde el punto de vista humano, Jesús no era un hombre de éxito: las puertas de las sinagogas se les cerraban; los líderes de la religión ortodoxa eran sus críticos más acérrimos y buscaban su ruina; no todos los que le escuchaban le seguían; más bien muchos se acercaban a Jesús con el único propósito de sacar alguna ventaja y luego lo abandonaron.

• Ante esta situación desalentadora, Jesús quiere dar una enseñanza a sus discípulos con la parábola del sembrador.

• La enseñanza principal es que a pesar de todo y a las dificultades, la cosecha es segura.

• Comprender que ningún agricultor pretende jamás que todas sus semillas germinen y den fruto. Sabe muy bien que algunas se las llevará el viento y que otras caerán en terreno donde no pueden crecer.

• Sin embargo, a pesar de ello, no cesa de sembrar, ni abandona la esperanza de cosechar.

• Todo sembrador siempre siembra con esperanza, aunque parte de las semillas se pierdan, pero está seguro que llegará la cosecha abundante.

La lección de esta parábola para los que siembran la palabra de Dios es:

1. Cuando se siembra la semilla de la Palabra no se sabe lo que ha de pasar y qué efectos tendrá. Nuestra tarea es sembrar la semilla y sin desalentarnos, hay que dejar el resultado en las manos de Dios.

2. El que siembra la semilla no puede y no debe esperar resultados inmediatos. Puede pasar mucho tiempo antes que la semilla germine en el corazón de la persona. Muchas veces la Palabra que cayó en el corazón de una persona cuando era niño o niña permanece dormida hasta que un día despierta, la libera y la salva para vida eterna.

3. Vivimos en una época donde se espera resultados inmediatos, pero al sembrar la semilla debemos esperar la cosecha que será abundante.

Aquí Jesús estimula a sus discípulos y a nosotros también a seguir sembrando la semilla de la Palabra sin desmayar y dejar el resultado al Señor.

Ahora bien, como Iglesia Metodista del Perú nos propusimos asumir esta tarea sin descansar, para que el reino de Dios se extienda a lo largo y ancho de nuestra patria, aún más allá de nuestras fronteras.

En esta tarea de sembrar y extender el reino de Dios hemos tomado en cuenta que:

a. El crecimiento es imperceptible.- Generalmente no vemos crecer las plantas en el momento, sino que después de un tiempo nos damos cuenta del mismo. No tomamos nota cuánto de agua, de luz y de tierra necesita una planta para crecer. La vemos, pero no medimos su desarrollo, simplemente está. Lo mismo sucede con la palabra de Dios y el reino de Dios. Si lo comparamos con una hora atrás, o con el día de ayer, es muy probable que no hallemos ningún logro o desarrollo. Pero si contrastamos este siglo con el anterior, o este milenio con los anteriores, entonces nos daremos cuenta que muchas cosas sí se han dado y nos evidencia que el crecimiento de la Iglesia y el reino de Dios se van haciendo realidad y se está en proceso. Por ejemplo, las barbaridades que se cometían en aquellas épocas serían impensables hoy en día; en algo se ha humanizado la sociedad. Y esto ¿por qué? simplemente porque la palabra de Dios ha sido sembrada y el reino de Dios avanza, no nos damos cuenta de ello, pero avanza por la gracia de Dios.

¡Cuántos niños, adolescentes, jóvenes y adultos han recibido la palabra de Dios! ¡Cuántos al ser sembrada la Palabra cambiaron sus vidas y se convirtieron en agentes de transformación en lugar donde estaban! ¡Cuántos cambiaron sus vidas desastrosas, por una vida en santidad! ¡Cuántos dejaron sus vidas desordenadas y sin sentido, por una vida consagrada a Dios! ¡Cuántos indiferentes al dolor del prójimo, hoy son manos extendidas de la misericordia de Dios para muchos pobres y desamparados! ¡Cuántos siguen sembrando la Palabra sin cesar!

b. El crecimiento es constante.- Jesús nos dice que día y noche, mientras el labrador duerme, la semilla crece indefectiblemente. Nadie se queda a observar cómo crece la semilla, ni tampoco nadie se percata de su crecimiento silencioso. Todo ocurre según el tiempo de Dios. ¿Cómo se da este crecimiento? Dios ha dado leyes naturales a su creación para que ésta las cumpla más allá del control humano. De esa misma manera, la obra de Dios se realiza silenciosamente, pero con pasos seguros hasta su meta final. ¿Quién puede detener la obra de Dios? Nada ni nadie puede impedir que la Palabra sembrada crezca y que el reino de Dios siga avanzando, para que muchos escuchen la palabra de Dios y cambien sus vidas por una vida en plenitud y de excelencia.

La evangelización y el discipulado han cumplido esta labor de hacer que la palabra de Dios llegue a los lugares más recónditos de nuestro suelo patrio.

c. El crecimiento es inevitable.- Una semilla que ha sido sembrada en buena tierra, sin duda llegará a ser una hermosa planta y ésta crecerá inevitablemente. Si hay algo que se lo impida se abrirá paso en medio de esa dificultad. Por ejemplo, un árbol puede romper un pavimento de cemento con la fuerza de su crecimiento. Cualquier buena semilla puede también abrirse paso entre el pavimento del camino para que las primeras hojas de su plantita reciban la luz del sol. Así mismo ocurre con la palabra de Dios y el reino de Dios. Ambos irrumpirán pese a cualquier dificultad. Pese a la rebeldía y desobediencia humana. La obra de Dios prosigue y se sigue sembrando la Palabra a toda criatura y en todo el mundo. Nada al final puede detener el cumplimiento de los designios de Dios.

Sin embargo, hay que decirlo, no ha sido fácil cumplir la tarea a lo largo de este período episcopal. Porque en el desarrollo de la evangelización, del discipulado, de la educación, en los momentos de participación para hacer llegar nuestra voz profética, a la hora de servir en situaciones concretas, muchas veces encontramos excusas para no realizar la tarea o la misión. Hoy en día, este asunto es una realidad, a la que no podemos cerrar los ojos, en el incumplimiento de la tarea o de la misión dada por nuestro Señor Jesucristo: “Id y haced discípulos...” (Mateo 28:19-20). Muchos prometen, pero ¿Cuántas promesas? ¿Cuántas excusas? ¿Cuánto de ello se cumple? La Biblia registra una cantidad de excusas de personajes célebres y anónimos. Lamentablemente estas excusas han dañado y siguen dañando el cumplimiento de la Gran Comisión.

Pero gracias a Dios, él levantó y sigue levantando niños, adolescentes, jóvenes, mujeres, varones, pastores y misioneros de otros lugares para seguir sembrando la palabra de Dios en nuestra Iglesia y podamos crecer en cantidad y en calidad, para seguir sirviendo y ser voces de esperanza a muchos marginados y abandonados de la sociedad. Vale la pena destacar que muchos de estos sembradores muchas veces no reciben un salario, no tienen un seguro de vida, no tienen autos, no disponen de viáticos o movilidad, no tienen un horario fijo. ¡Siembran día y noche! ¡Siembran en todo tiempo y lugar!!Cosechan en abundancia! ¡Son los discípulos y discípulas metodistas del siglo XXI!

Finalmente, esta reflexión nos debe llevar a tomar en serio el llamado de Dios cuando nos convoca a cumplir una misión y a no dar excusas o a decir "no puedo", porque si Él nos convoca a su selección para realizar una tarea es porque considera que somos de gran valor y sabe que tenemos las mejores condiciones para realizarla y para ello nos santifica, nos consagra y nos envía a servir. Además, nos promete que Él estará siempre con nosotros. Así que, si no respondemos a Su llamado, otros serán convocados por el Señor y la tarea se realizará; pero nosotros habríamos perdido la gran oportunidad de ser sus instrumentos de salvación. Dejemos de lado toda excusa y estemos listos para responder si el Señor nos convoca. Tengamos en cuenta estas palabras del cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino, Facundo Cabral: "No digas 'no puedo' ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes". Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

Nota.- Este sermón fue predicado en el Culto de Apertura de la Asamblea General de la IMP el 28 de Marzo de 2014, Sol de Oro, Cusco.

 

       


Copyright © 2014 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.