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LA HOJA DE RUTA DE JESÚS Y LA NUESTRA: SER UNA IGLESIA SOLIDARIA

(Mateo 4:12-25)

Este relato bíblico puede ser dividido en tres partes: I. Comienzo del ministerio de Jesús. II. Jesús llama a cuatro pescadores. III. Jesús ministra a la multitud. En tal sentido haremos la reflexión de cada parte, para mayor comprensión del texto bíblico.

I. Comienzo del ministerio de Jesús. El texto bíblico comienza señalando que hay un acontecimiento que pone en peligro la Misión, y esto es porque Juan el Bautista ha sido apresado por Herodes, es en ese momento que Jesús traza su propia hoja de ruta. Ésta comienza en Galilea, una zona muy lejana de Jerusalén e influenciada por el mundo gentil y despreciada por los judíos. En este lugar Jesús inicia su ministerio, no en Jerusalén, lugar donde estaba el centro del poder, el templo, y la riqueza de Israel. En cambio, en Galilea la población en su mayoría vive de la pesca y del comercio ambulante, donde la riqueza no es una señal, más bien, hay mucha gente pobre, campesina, pescadores y muchos extranjeros, aquí es donde Jesús hace su opción pastoral: llevar las buenas nuevas de salvación a todas las personas y ser solidario con ellas. La hoja de ruta de Jesús comienza en Nazaret, después en Capernaum y luego en toda Galilea. 

El hecho de que Jesús deje Nazaret, su ciudad natal, tiene que ver con el cumplimiento de la profecía de Isaías que señalaba que el Mesías traería salvación para esta zona (Isaías 9:1-2). En este sentido la misión adquiere un sentido profético. Aquí es bueno hacer una reflexión sobre el asentamiento de nuestras iglesias y preguntarnos: ¿Cuál es el fin de que una iglesia esté ubicada en el lugar dónde está? ¿Cuál es su rol profético? Sin duda que la respuesta ha de ser: para llevar las buenas de salvación y ser solidarios con la gente. La profecía ya indicaba que la presencia de Jesús en esos lugares marginados y pobres, no será mera casualidad, será la voluntad de Dios. Jesús prefirió salir de Nazaret, un lugar cómodo, para moverse hacia Capernaum, un lugar muy populoso, de mucho movimiento comercial y había ahí una aduana; en ese lugar Jesús decide establecer su campamento e iniciar su misión. Nuestras iglesias también están ubicadas en lugares similares a lo largo y ancho del país y esperamos que estén también cumpliendo la Gran Comisión (Mateo 28:19-20).

Por otro lado, es bueno tomar nota lo que el texto bíblico nos quiere enseñar sobre la actitud de Jesús en el cumplimiento de su ministerio salvífico. Primero, nos indica que Jesús empieza por donde debe empezar toda misión salvífica, el anuncio del evangelio del arrepentimiento, es decir, la evangelización; en segundo lugar, la tarea del discipulado, que es el hacer discípulos para ser compañeros de la misión; en tercer lugar, la praxis de Jesús, que significa que no todo lo que se predica debe quedar en meras palabras o ideales, debe haber una praxis de la palabra proclamada, en este caso es la redención plena de los que sufren, de los que están enfermos, de los que padecen males que están destruyendo sus vidas o son marginados o despreciados; en cuarto lugar, la incidencia social de todo el quehacer de Jesús, logrando que mucha gente de todos los lugares y de diversos estratos sociales, le siguieran. Es el modelo a seguir por la Iglesia.

Por eso, Jesús al empezar su ministerio, la evangelización, comenzó indicando que era necesario que se arrepintiesen de sus pecados, porque el reino de los cielos se había acercado a ellos. Caso similar a la prédica de Juan el Bautista en el inicio de su labor. Este es el  punto de partida de toda la hoja de ruta de Jesús en toda su misión. Este aspecto es la base esencial de toda su prédica, no es otra. Hay que decirle a la gente que es necesario cambiar de actitud, que hay que dar un giro de ciento ochenta grados en la manera equivocada de vivir y puedan alcanzar la salvación. Sin esta actitud no es posible alcanzar las bendiciones del Señor. Este es el punto de partida para las iglesias al empezar su misión en la ciudad o en el campo. No es posible hacer otra cosa sin antes anunciar el evangelio del perdón y de la misericordia de Dios. El fin supremo de toda iglesia es transformar su entorno social con la palabra de Dios y hacer que todos vivan en santidad. Ese fue el propósito de Jesús, también lo fue de Juan Wesley y de muchos otros predicadores y pastores que vinieron por estos lares. También ésta debe ser nuestra actitud.

II. Jesús llama a cuatro pescadores. Ahora bien, Jesús en su recorrido de su hoja de ruta al borde del mar de Galilea, inicia su ministerio del discipulado, llamando a personas, que no tienen nada que ver con la sabiduría eclesial, con la tradición, o asuntos teológicos; son simples pescadores que se ganan la vida proveyendo el alimento a la gente. Esa es la rutina diaria de ellos, la pesca. Jesús los llama para que sean sus discípulos, sus compañeros de misión, para rescatar vidas, y brindarles mejores condiciones de vida. Aquí Jesús establece una nueva concepción del discipulado, no en el concepto griego o tradicional que es un discipulado meramente académico, sino, un nuevo concepto revolucionario que es una opción existencial, un seguimiento, un dejarlo todo por la misión y que implica dar la vida. Ya no serán pescadores de peces, ahora serán pescadores de almas, ya no sacarán peces del mar, que es fuente vida, para traerlos a la orilla que representa la no vida. Ahora, su tarea será la de sacar a las personas de las tinieblas, de las sombras de muerte, a la nueva vida, a la luz admirable del Señor. Son discípulos, son personas sencillas, llamados a ser solidarios con el dolor y el sufrimiento de la gente, para proveerles esperanza, alegría y gozo. Es la solidaridad plena. Jesús no los llama para que sean meramente religiosos, teólogos, dueños de la verdad evangélica, ni tampoco, para que sean fanáticos religiosos. Él los llama para la tarea de predicar el evangelio, vivirlo, y ser consecuentes. Ellos respondieron a la invitación de Jesús, lo dejaron todo para seguirle. ¿Qué les ofreció Jesús a ellos? ¿Un buen salario, una casa pastoral amoblada, viáticos por movilidad, un lugar apropiado para realizar la labor? ¡No! Les ofreció la vida eterna, salir de la rutina, encontrar sentido para sus vidas y ser solidarios con sus semejantes. Ellos aceptaron la invitación de seguirle y ser sus compañeros de misión. Obedecieron al Señor. Esa es la aventura de la fe y el precio del discipulado consecuente. ¿Cuánto de eso hay en nosotros ahora? ¿Por dónde está yendo la iglesia y sus pastores y pastoras en este momento? Lamentablemente, aún en la Iglesia existe el concepto del discipulado académico, y es por esta razón que es necesario cambiar este concepto de discipulado, por el establecido por Jesús. ¿Cuál es nuestra hoja de ruta a seguir? ¿Es la hoja de ruta de Jesús, también la nuestra?

Es interesante tomar nota que una vez que Jesús ha llamado a sus compañeros de misión, los discípulos, Él empieza a realizar toda una labor muy activa entre la gente de toda Galilea; es la puesta en práctica de todo su discurso savífico. Comienza a enseñar todo lo referente al reino de Dios y su alcance para sus vidas; también predica el evangelio del reino, anuncia las buenas nuevas para toda criatura, y la realidad de la salvación. Les invita a cambiar sus maneras de actuar, a arrepentirse de una vez. Todos son bienvenidos y bienvenidas a esta nueva realidad salvífica, nadie debe quedarse afuera o ser marginado. La salvación es para todos y todas. Éste debe ser el mensaje de la Iglesia hoy en día, debe ser inclusiva, y amorosa con todos lo que llegan a nuestras orillas. Por eso, Jesús recibía a todo el pueblo, sin ninguna excepción alguna, los sanaba, quitaba toda dolencia, no les preguntaba primero si eran creyentes o no, para restaurarlos. Este es el ministerio solidario de Jesús con los pobres, marginados y ricos de su tiempo. La Iglesia debe de seguir esta hoja de ruta de Jesús en su labor cotidiana. Los niños, adolescentes, jóvenes, madres solteras, drogadictos, homosexuales, niños con familias disfuncionales, personas discapacitadas, pobres, estresados y otros más, deben ser incorporados en el quehacer cotidiano de la Iglesia.

III. Jesús ministra a la multitud. Por último, su fama llegó más allá de las fronteras. Eso no estaba previsto. Le traían a los que tenían dolencias, a los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y a todos los sanó. Cuánta gente en nuestra sociedad hoy en día necesita ser restaurada, sanada, liberada de muchas enfermedades, dolencias, males y problemas sociales. ¿Quién los sanará?, ¿Quién los acogerá? ¿Quién les dará un bálsamo para sus vidas? ¿La iglesia está realizando esta labor en forma cotidiana? ¿Incorporamos en nuestra tarea pastoral a los no deseados, leprosos, antisociales, y otros más? ¿Somos una iglesia inclusiva y solidaria? En la hoja de ruta de Jesús, estas personas estaban en su camino y a todas ellas atendió. ¿Están todas esas personas en nuestro diario caminar? En todo esto hay que superar la tensión entre la iglesia evento, donde la acción del Espíritu Santo sobrepasa las normas, la tradición, el dogma, para el cumplimiento de la misión, y la iglesia institución, donde el ser humano pone los parámetros, los dogmas, y los conceptos humanos, para el cumplimiento de la misión.

Al término del relato se nos dice que, por efecto de la labor de Jesús, mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea, y del otro lado del Jordán, le seguían. Este es el resultado de una labor misionera y solidaria. Es la incidencia del ministerio de Jesús. Los frutos de dicha tarea están a la vista. La gente le sigue, no porque sea un mero parlanchín, gran orador, experto en convencimiento de masas, o un profesional en evangelización, sino porque, era el Mesías que anunciaba un tiempo nuevo lleno de esperanza, que decía las cosas cara a cara, que invitaba al pecador a que se arrepienta, que enseñaba las cosas de Dios de una manera muy sencilla, que consolaba, sanaba las enfermedades y las dolencias, restauraba a personas pecadoras y despreciadas, reincorporándolas a su entorno social, expulsaba hasta demonios y curaba lunáticos. ¡Tanta gente beneficiada al paso, y todo eso por amor! Valdría la pena que la Iglesia revise su hoja de ruta y su quehacer para saber si estamos llegando a la mayoría de la gente y que por efecto de esa labor nos siguen, nos escuchan, nos aprecian, tenemos el favor de ellos y hasta se pueden quedar con nosotros. Es hora que la Iglesia, si quiere tener incidencia social en su entorno, debe volver a replantear su misión. Si recordamos el momento en que Juan el Bautista, en la cárcel aún, manda a sus discípulos a preguntar a Jesús si él es que había de venir o hay que esperar a otro, Jesús les responde que le digan a Juan que los ciegos ven los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio (Mateo 11:5). Es muy probable que Juan al escuchar estas cosas, comprendió que las profecías de Isaías (Isáías 35: 5-6; 61: 1), se estaban cumpliendo, y que Jesús era el Mesías prometido. Esto nos debe llevar a reflexionar como Iglesia, lo siguiente: si alguien preguntara por nuestra labor en nuestros espacios de misión, qué podríamos responder. ¿Podremos responder lo mismo?: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres y marginados es anunciado el evangelio".

Qué el Señor nos ayude, a través de su Santo Espíritu, a cumplir nuestra misión en medio de nuestra sociedad que aún camina en las tinieblas, que no sabe a dónde ir, y que muchas veces está yendo por caminos equivocados, que necesita la ayuda solidaria de parte nuestra. Que como pueblo de Dios seamos las manos extendidas de Dios hacia nuestro prójimo, que clama por su redención definitiva. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

Nota.- Este sermón fue predicado en el Culto de la XXIII Asamblea General de la Iglesia Metodista de Argentina, en la Primera Iglesia de la Av. Corrientes, 18 de Agosto de 2013.

 

       


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