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CON JESÚS, HAY VIDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

(Juan 11:17-27)

El mensaje central de este relato bíblico es la fe en Dios y la esperanza de que más allá de la muerte, hay vida en Jesús. Casi todo el capítulo 11 del evangelio de Juan está referido a la muerte y resurrección de Lázaro. Jesús ya sabía de la enfermedad de su amigo Lázaro y el desenlace, su muerte. Este hecho crea desconcierto entre sus discípulos, en especial en Tomás, que pide ir donde Lázaro para morir también. ¿Por qué dijo eso Tomás? ¿Era el fin de ellos también? Jesús no dice nada al respecto.

Después de este antecedente, Jesús decide ir a la aldea de Betania donde estaban las hermanas de su amigo Lázaro. Ahí estaban Marta y María, llorando la muerte de su hermano. Ya muchos judíos habían ido a la aldea para consolar a las hermanas. En esas circunstancias, Marta sale al encuentro de Jesús e intercede por su hermano Lázaro. María decide quedarse en casa, esta vez, ella quiere que su hermana Marta tenga una experiencia con Jesús, cara a cara. En el encuentro, Marta le recrimina a Jesús por el por qué no estuvo antes, ya que, si eso hubiera sido así, su hermano no hubiera muerto. Aquí, podemos constatar que la muerte biológica de Lázaro es una realidad, y que ésta, ha sido consecuencia de una enfermedad. El diálogo entre ambos se centra en la resurrección. Ella sabe que, si acude a Dios para pedirle que su hermano resucite, él lo hará. Jesús la consuela, diciéndole que su hermano resucitará; esta es una verdad que la dice el Señor de la vida. Jesús es contundente cuando le dice que él es la resurrección y la vida, y el que crea en él, aunque esté muerto, vivirá. Además, agrega, que todo aquel que vive y cree en él, no morirá eternamente. Esta son palabras de esperanza y de aliento para Marta. Dicho esto, Jesús le pregunta a Marta: ¿Crees esto? Ella confiesa que él es el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo. La respuesta de Marta es por fe.

Es bueno tomar en cuenta que hablar sobre la resurrección no era un tema sencillo, ya que sobre este asunto había la posición de los judíos que sostenían que después de la muerte uno iba al seol (infierno) y todo se acababa ahí. ¡No hay vida! Por otro, los saduceos, una facción religiosa, creían que no hay resurrección después de la muerte. Ahora bien, Jesús plantea que lo que muere es la materia y de eso nadie se libra; pero lo que no perece y permanece para siempre es el espíritu. Eso implica que la resurrección es vivir en espíritu y en otra dimensión de vida; es decir, más allá de la muerte. La resurrección no es en términos de carne y huesos.

Hoy en día, este es el mensaje que el mundo necesita escuchar, ante tantas situaciones de muerte. Nuestra sociedad está casi muerta, hay violencia, muerte, niños que mueren diariamente, la pandemia está haciendo estragos, no hay esperanza, es una sociedad sin vida. Ante ello, Jesús nos dice que, aunque estemos muertos, viviremos. Él es la resurrección y la vida. De ahí que, él hará que nuestra tristeza se convierta en gozo, nuestro dolor en alegría, nos librará del temor, de la frustración; es el renacer en medio de la muerte. Con Jesús, la vida surge como un manantial desde lo profundo de nuestro ser. En medio de la muerte, la paz de Cristo es una realidad. Jesús les dijo a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). La batalla diaria que libramos por conseguir un ideal, por superar una dificultad, es ya, una señal de la resurrección.

De ahí que, sólo los que tenemos una fe firme en Jesucristo, podemos comprender que la vida no se acaba con la muerte física, hay un derrotero a seguir, y ésa es nuestra esperanza y nuestro ideal por un mañana mejor. Confiemos pues en Aquel que venció la muerte y triunfó. Él nos acompaña diariamente, porque Él vive, y vive para siempre. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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