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CRISTO NOS RECONCILIA

 

“Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad”

(Efesios 2:11-22)

 

Comparto con ustedes la reflexión que hice al celebrarse el DÍA DE LA BIBLIA en el templo de la Iglesia Metodista de Pueblo Libre a nivel ecuménico, por primera vez en la historia de nuestra Iglesia. (*)

 

Éfeso era una ciudad del occidente de Asia Menor y centro importante en la historia de la iglesia primitiva. Ahí convergían diversas culturas y religiones. También era un centro comercial muy importante. El apóstol Pablo estuvo dos veces en dicho lugar.

 

La carta a los Efesios no es una simple epístola, es un tratado epistolar, quizás dirigido a los creyentes de todo el Asia Menor, especialmente a los gentiles (2:11.19; 5:7s).

 

El contexto de los versículos 2:11 al 22 es el tema de la gracia (2:1-10) y su ministerio a los gentiles (3:1-13). Esto es importante tener en cuenta para poder comprender el mensaje al mundo gentil. En primer lugar, Pablo sostiene que todos somos salvos por gracia y no por nuestros propios esfuerzos. Ahora nadie se puede jactar de ello, todos somos parte del cuerpo de Cristo. Somos un solo pueblo de Dios. En segundo lugar, a partir de esta premisa, Pablo va a empezar con convicción su ministerio al mundo gentil, para hacerles ver que ahora son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio.

Es así que Pablo les dice a los gentiles que se acuerden que en otro tiempo eran llamados incircuncisos, que no pertenecían al pueblo de Dios, que estaban sin Cristo, ajenos a los pactos de la Promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Eran los incircuncisos, así todos los llamaban como una burla. Esto representaba para ellos una afrenta y un dolor.

 

Pero ahora, les dice Pablo, en Cristo Jesús son parte del pueblo de Dios, por medio de su sangre, ahora Él es nuestra paz, de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos, para luego crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo ser, haciendo la paz. Ya no hay excusa para seguir manteniendo la división o la marginación en el seno de la Iglesia. Esta es la gran noticia que tiene Pablo para el mundo gentil.

 

El versículo central para esta reflexión lo constituye el versículo 19, donde Pablo les dice a los gentiles que ya nos son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. El muro de la separación ha sido derribado por Cristo Jesús, y esto sólo por gracia.

 

Hoy en día, ésta debe ser la gran noticia para todos, que podemos ser salvos sólo por la gracia de Dios, para ser parte de su Pueblo. Ya no hay excusa alguna para no serlo. Ahora en Cristo se ha dado la reconciliación y la paz entre toda la humanidad. Ya no debe haber murallas, discordia y pleitos, imposición de doctrinas o leyes entre los discípulos y discípulas de Jesús, la Iglesia está llamada a vivir en unidad y en paz. De ahí que todos estamos llamados a ser parte del pueblo de Dios, conviviendo en paz y en alegría, para cumplir la Gran Comisión que Cristo nos encargó, de redimir a aquellos que viven en tinieblas para que vengan a su luz admirable (1 Pe. 2:9-10).

 

Que el Señor nos ayude a estar siempre reconciliados y unidos en el cumplimiento del discipulado. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

(*) Sábado 29 de Setiembre 2012

       


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