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PREDICAR, DISCIPULAR Y SERVIR: TAREA DE TODA LA IGLESIA

(Romanos 10:9-15; Mateo 28:19-20; 25:34-36)

Siempre cuando se pregunta cuál es la misión de la iglesia, inmediatamente se dan muchas respuestas y una lista larga de tareas. En esta oportunidad quiero compartir esta reflexión que es resultado de muchos años de predicar y estudiar la Biblia, en diversos idiomas. Los textos bíblicos que se proporcionan representan una síntesis del quehacer de la iglesia en el cumplimiento de su misión. Resumir la tarea de la iglesia no es fácil hacerlo en tres palabras como las que sugiero: predicar, discipular y servir. Ambas palabras representan todo el quehacer de la Iglesia, implica la participación de todos los niños, todos los adolescentes, todos los jóvenes, todas las damas, todos los varones, todos los profesionales, todos los trabajadores, todos los pastores y hasta todos los jubilados.

Para empezar, diremos que la primera cosa que todo cristiano debe realizar en su tarea evangelizadora, es la de predicar que Jesús es el Señor y que fue levantado de los muertos por el poder de Dios. Luego debe lograr que la persona que escucha este mensaje confiese con su boca que Jesús es el Señor y crea en su corazón que Dios le levantó de los muertos. Hecho esto, la persona puede estar segura que ha logrado su salvación. Pablo nos dice que toda persona cree con el corazón para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Además, se debe decir al nuevo creyente que nunca será avergonzado por el Señor, ya que el invocar su nombre garantiza su salvación.

Un reto que pone Pablo a la iglesia es el de la predicación. Con las preguntas que él realiza sobre predicación: ¿Cómo invocarán a aquel en el cuál no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin saber quién les predique?, sin duda que está refiriéndose a la necesidad de la predicación de la Palabra, persona a persona. Este es el aspecto que todo cristiano debe tener en cuenta en su relación cotidiana con su prójimo. De ahí que Pablo resalta esta situación, que la fe es por el oír, y el oír, por  la palabra de Dios. Esta acción representa la parte apostólica de la Iglesia.

La segunda cosa que se debe tener en cuenta en esta tarea, es el discipulado. Pablo mismo se pregunta: ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?. Aquí podemos destacar el mandato de Jesús hecho a sus discípulos al momento de despedirse de ellos: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado." Esto constituye una orden incuestionable de nuestro Señor. Ya Jesús hizo el envío, y este envío no sólo es en nuestro entorno, sino va más allá de nuestras fronteras, es a todas las naciones. El discipulado, por mucho tiempo lo hemos dejado de practicar, desobedeciendo el mandato de Jesús. Nos hemos dedicado a otras cosas colaterales de la Misión, menos a este aspecto principal y fundamental. No hemos crecido ni desarrollado como deberíamos. Pero ahora, ha llegado el momento de poner énfasis a este mandato y obedecer como Iglesia a nuestro Señor. Gracias a Dios que le ha placido darnos esta oportunidad de retomar este énfasis en la Misión. Para ello ha enviado a sus siervos desde lugares lejanos para animarnos y poner en práctica el discipulado a la manera de Jesús, a la manera de la primera comunidad cristiana, a la manera del movimiento wesleyano. Hoy en día tenemos muchos testimonios sobre la puesta en práctica del discipulado en nuestra Iglesia a nivel nacional. Hoy más que nunca es una alternativa viable para el crecimiento, desarrollo y autosostén de la Iglesia. ¿Alguien lo duda? Esta labor a realizar representa el discipulado de la Iglesia.

Un tercer y último aspecto, es el servicio al prójimo. Aquí el Señor Jesús nos enseña que el servicio a nuestro prójimo es parte de la Misión de la Iglesia. Por ejemplo, en el juicio a las naciones, el Señor llama a aquellos que han servido a su prójimo, y por eso ellos son bendecidos y han de heredar el reino. Pero, ¿que han hecho para lograr tal fin?. El mismo Jesús lo dice: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí." Todo acto de amor por los menos favorecidos, pobres o desamparados es como hacerlo al mismo Señor. Es como si fuéramos las manos extendidas de Dios hacia ellos. Este aspecto es parte de nuestra identidad como iglesia metodista en todo el universo. De ahí que debemos mantener el equilibrio teológico del reino de Dios: amar a Dios y amar al prójimo. (Cf. Mateo 22:37-40). Sobre este asunto podríamos compartir un sin fin de experiencias y testimonios de cómo nuestra iglesia ha venido sirviendo a nuestro prójimo por casi más de un siglo en nuestra patria. Este aspecto representa la parte diaconal de la Iglesia.

Resumiendo, bien podríamos decir que éste es el trípode de la Misión: Predicar, discipular y servir. Dios permita tomar conciencia de esta reflexión y pongamos en acción estos aspectos que es para todas las personas que conformamos la Iglesia del Señor, la Iglesia Metodista del Perú. Esta es la tarea de toda la Iglesia y no de algunos o algunas personas. Todos y todas estamos llamados y llamadas a cumplir la Misión de la Iglesia, no importando la edad que tengamos, la condición social en que estemos, si somos laicos o pastores, activos o jubilados.

Oremos al Señor de la Iglesia para que una vez por todas depongamos toda clase de prejuicios, egoísmos, pretensiones personales o críticas que no llevan a nada. No nos podemos quedar en el desierto, hace rato que hemos cruzado el Jordán y estamos ya en el nuevo Canaán. El Señor tiene grandes cosas para nosotros y nosotras, en especial a la nueva generación, que es nuestra cantera,  y que debe estar lista para cumplir con su rol histórico que el Señor le demanda. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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