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SEMBRADORES DE LA PALABRA DE DIOS

(Mateo 13:1-9;18-23)

Esta es una parábola muy conocida en nuestras iglesias, especialmente, en las escuelas dominicales o estudios bíblicos. El relato nos muestra a Jesús haciendo un movimiento de salir de la casa para ir a la playa, tal vez, para descansar y meditar. De pronto, viene mucha gente a buscarle para pedirle algún consejo o ayuda. Como maestro que es, decide dar una charla doctrinaria a la gente sencilla que ha venido a escucharle. En este caso utiliza las parábolas para que puedan entenderle. Repentinamente, cambia de escenario, de la playa pasa al campo, tal vez, porque la gente era campesina en su mayoría. La barca es el púlpito y el campo es el lugar de la siembra. 

El propósito de la parábola es abrir la mente de las personas a una verdad que desconocen. De ahí que, esta parábola tiene dos propósitos: distinguir a los que escuchan la Palabra y aconsejar a quienes predican la predican.

a) Tipos de oyentes.

Estas personas tienen estas características:

1. Oyente de mente cerrada.-

2. Oyente cuya mente es semejante a los pedregales.-

3. Oyente que tiene tantos intereses en la vida, que algunas cosas, y a menudo las más importantes, quedan ahogadas.-

4. Oyente que es como la buena tierra.-

El oyente auténtico es aquel que escucha, comprende y obedece lo que dice la palabra de Dios.

b) Consejo a los que predican la palabra de Dios.

La lección de esta parábola, para los que siembran la palabra de Dios, es:

1. Cuando alguien siembra la semilla de la Palabra no sabe qué efectos tendrá. Nuestra tarea es sembrar la semilla y sin desalentarnos, hay que dejar el resultado en las manos de Dios.

2. El que siembra la semilla no puede y no debe esperar resultados inmediatos. Puede pasar mucho tiempo antes que la semilla germine en el corazón de la persona. Muchas veces, la Palabra que cayó en el corazón de una persona cuando era niño, permanece dormida, hasta que un día despierta, y es liberada y salva para vida eterna. 

3. Hoy en día, vivimos en una época donde se espera resultados inmediatos, pero, al sembrar la semilla debemos esperar la cosecha que será abundante.

Finalmente, Jesús estimula a sus discípulos, y a nosotros también, a seguir sembrando la semilla de la Palabra sin desmayar y dejar el resultado al Señor. Vale la pena recordar lo que el apóstol Pablo nos dice en su carta a los colosenses: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís."  (Col. 3:23-24). Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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