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LA LABOR EVANGELIZADORA DE LOS PRIMEROS METODISTAS CHALACOS

 

(Mateo 10:16-24)

Al empezar esta reflexión, quiero dar gracias a nuestro Señor por permitir establecer oficialmente su Iglesia en el puerto del Callao, Perú, un 10 de Enero de 1889, por medio de su siervo Francisco Penzotti. Además, porque fuimos la puerta para que otras iglesias y misiones se establecieran en nuestra patria. Finalmente, porque a través de la obra evangelizadora de los primeros metodistas chalacos, servimos como punto de partida para extensión de la Iglesia Metodista en el Perú.

Después de más de un siglo, seguimos, como Iglesia, siendo testimonio vivo de la fe, del amor en Cristo y el servicio al prójimo.

Para comprender mejor el historial de la Iglesia Metodista, es bueno hacer un recuento histórico para nuestra nueva generación de metodistas.

Francisco Penzotti llega al Callao en Julio de 1888 con la misión de establecer una agencia de la Sociedad Bíblica Americana. Tan pronto se instaló, salió con Arancet a ofrecer las Escrituras, de casa en casa, compartiendo el Evangelio en cada momento. Pronto comenzó reuniones evangelísticas en su hogar. Los primeros asistentes fueron su familia y Manuel Noriega. Poco a poco fue creciendo la asistencia hasta el punto que tuvieron que ir a la capilla de la calle Teatro, ahora en ese lugar la asistencia llegaba a más de 300 personas.

Penzotti al ver la respuesta del pueblo, comienza a capacitar a los recién convertidos para el colportaje, que consistía en la distribución de biblias. Esta labor la realizaban de dos en dos, todos los domingos por la tarde. Uno de los recién convertidos, José Illescas, salió al sur del país, junto con Arancet, a realizar la tarea de colportaje y de evangelización. Ellos en medio de la misión fueron apedreados por una horda de 200 personas en el pueblo de Cocachacra, cerca a Mollendo, Arequipa. Penzotti, luego de fundar la Iglesia Metodista en el Callao, el 10 de Enero de 1889, salió en busca de los dos hermanos, dejando la naciente congregación del Callao en manos de Manuel Noriega, laico de la Iglesia. En el cumplimiento de su labor, los tres colportores y evangelizadores, fueron puestos en la cárcel, por un período de diecinueve días. Fueron puestos en libertad por órdenes del Presidente de la República, Don Andrés Avelino Cáceres. Libres ya, se dirigieron a Iquique para seguir cumpliendo la tarea.

Al año, Penzotti había adiestrado a los recién convertidos como colportores y evangelizadores, entre ellos se encontraban Manuel Noriega, José Illescas, Zoilo Irigoyen, J. Casasola y J. Orellana. Con este contingente se logró visitar cerca de 110 lugares en el Perú y se vendieron por lo menos 7,000 Biblias y Nuevos Testamentos. 

La congregación del Callao se convirtió en el centro de operaciones para la evangelización, la mayoría de los colportores y evangelístas eran laicos. Con ello se estaba gestando en su seno un movimiento de avivamiento y renovación de la fe cristiana. En su prédica, Penzotti y su equipo de evangelizadores, retaban a la sociedad peruana a entregarse a la misión de Cristo y a crear así la posibilidad de un cambio mucho más profundo del que buscaba el movimiento liberal de aquella época.

El precio del cumplimiento de esta misión fue la cárcel, insultos, atropellos, persecución y sufrimiento. Pero no importaba, porque la semilla del cambio estaba echada y nadie los detendría. Esto produjo el quiebre de la unidad político-religiosa, y generó la participación activa del laicado en la iglesia, creando desde ya el ministerio laico, cosa que hasta la fecha no había ocurrido en la iglesia peruana.

Una ayuda oportuna para la iglesia naciente fue la llegada del Rev. Thomas B. Wood, debido a que Penzotti estaba preso en el castillo del Real Felipe. Con él la Obra llegó a tener un avance más significativo. Se reforzó el trabajo evangelístico y misionero, lográndose establecer una obra en Lima; la capacitación no fue dejado de lado. Pero el gran paso trascendental que dio la Iglesia Metodista fue hacer que el Evangelio se encarnara en situaciones concretas de la vida nacional. Uno de los grandes problemas de la Nación era la educación. Para intentar resolver este problema, Wood gastó la mayor parte de sus energías y logró fundar escuelas en el Callao, Lima y Tarma. Las escuelas eran parte de la misión de la iglesia y cumplían una labor de evangelización integral.

Ahora la tarea de evangelización tiene un propósito más definido: el cambio de mentalidad del ciudadano, para una transformación social. Es decir, mejorar la calidad de vida por medio de la transformación que Jesucristo opera en la vida de las personas.

Si algo debemos rescatar de los primeros metodistas chalacos, es este legado que nos han dejado y que perdura a través del tiempo. Sus sacrificios y esfuerzos no han sido en vano. El Señor de la historia los ha premiado con su promesa. El Espíritu del Señor ha estado desde los comienzos y sigue en medio de nosotros. De ahí que nosotros y nosotras que conformamos esta iglesia legendaria debemos ser desafiados a continuar la tarea evangelízadora y redentora, sabiendo que el Señor de la Iglesia nunca nos abandonará si seguimos firmes en la fe y en sus enseñanzas.

Finalmente, decimos con orgullo en el Señor, que somos el semillero del liderazgo de nuestra iglesia a nivel nacional y a nivel ecuménico.

Rogamos al Señor nos mantenga firmes en nuestra fe en Él y que nos permita seguir proclamando su Palabra en nuestra patria, y más allá de ella, a muchos que aún no le conocen y no saben de sus beneficios para vivir una vida en paz y en calidad. Que seamos luz y sal de nuestra sociedad. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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