Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

LA JUSTICIA VIENE DE DIOS

(Romanos 5: 1)

La justicia es una virtud que nos hace dar a cada uno lo que nos corresponde. Es también, derecho, razón, equidad. Que puede ser también una condena o una liberación. Por último es un atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno.

En el Antiguo Testamento, ser justo, era comportarse de un modo adecuado, para adentro y fuera de su comunidad y observar los deberes para con Dios y los hombres. De ahí que cumplir con el Decálogo dado por Dios era señal de ser justo.

Sin embargo, en el Antiguo Testamento justicia significa que Jahveh obra siempre conforme a las normas definidas por su propia naturaleza y por las relaciones voluntariamente por él contraídas. Ejemplo, el pacto con su pueblo y el Decálogo. La justicia no era un mero ideal, era obrar conforme al derecho (mispat), no según normas abstractas o ideales, sino según normas concretas, resultantes de la situación social de cada uno.

Jahveh es justo, porque obra conforme a lo que de él se espera y porque es el Dios de la Alianza, de ahí que sus acciones son justas y los beneficios de Yahveh son para su pueblo, tales como la liberación, la salud, la victoria, son efectos de su justicia (Cf. Gen. 18:25; Dt. 32:4; Jue. 5:11; Os. 2:21; 1 Sam. 12:7; Miq. 6:5; Is. 41:2,10; 42:6,21 y 56:1). Los salmos nos hablan mucho de esa justicia de Dios. El amor engendra justicia y la justicia paz y esperanza.

En el Nuevo Testamento, el anuncio del nacimiento de Jesús, significa que Dios ha cumplido su Promesa y su justicia será una realidad con su Hijo Jesucristo y se colmará el ardiente anhelo de todos los oprimidos y miserables por la justicia (Is. 9:6; 11:3, 5-9; Jer. 23:6; Is. 45:8; 60:17; 61:3,10s; 61:1-3; Sal. 147:6; Luc. 1:52; Sal. 72:4).

Por eso, Jesús apeló a este anhelo por la justicia de Dios, al pronunciar la siguiente bienaventuranza: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mt. 5:6). En todo tiempo debemos recordar esta justicia de Dios, que el Señor es justo, que ama la justicia, y al hombre recto volverá su rostro; que juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud; Él es nuestra justicia. Todo esto lo creemos y lo aceptamos por fe.

En nuestros países tenemos una ley que es la Constitución que se supone garantiza que la justicia sea para todos. A nivel mundial tenemos la Declaración de los Derechos Humanos (Art. 8,9 y 10) que amparan el derecho a la justicia. Por otro lado, una de las responsabilidades del Estado Peruano es velar por el bienestar general, el cual debe ser realizado con justicia. Todo eso está muy bien, pero lo lamentable es que son meros enunciados y muy poco se pone en práctica a través de acciones concretas.

A pesar de todo lo dicho, pareciera que estamos hablando de dos tipos de justicia: la justicia efectiva y la justicia como un mero ideal. ¿Cuál es la que predomina actualmente?

Ahora bien, estas situaciones injustas la podemos ver en el ámbito secular, pero lo más grave es que estas violaciones de la ley y las injusticias se han introducido también en la vida de la Iglesia. Ya el apóstol Santiago amonesta a la Iglesia contra la discriminación, contra la lengua suelta, contra las murmuraciones entre hermanos en la fe, y más aún contra la opresión de ricos contra los pobres.

De ahí que, hablar de la justicia, es hablar más bien de la no justicia, es decir, la injusticia. Esa es la realidad. La justicia se ha convertido en una virtud utópica, inalcanzable, especialmente entre los menos favorecidos. No podemos quejarnos que no tenemos una norma, recordemos una vez más que tenemos la Constitución Política; la Declaración de los Derechos Humanos; las Sagradas Escrituras; las enseñanzas y práctica de nuestro Señor Jesucristo, el Justo por excelencia.

Mantengamos vivo el anhelo por la justicia de Dios y que seamos instrumentos de Su justicia allí donde nos encontremos. Recordemos las palabras de Jesús: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y sus justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt. 6:33). Confío que algún día veré hecha realidad estas palabras del salmista: "La misericordia y la verdad se encontraron: La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra; Y la justicia mirará desde los cielos. Jehová dará también el bien; Y nuestra tierra dará su fruto. La justicia irá delante de Él; Y Él nos pondrá en el camino de sus pasos" (Sal. 85:10-13). Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


Copyright © 2000-2010 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. All rights reserved. Todos los derechos reservados.