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   VOLVIENDO NUESTRA MIRADA A BELÉN

(Lucas 2:8-20)

Al celebrar este tiempo de Adviento y Navidad, recordamos que hace 2000 años nació nuestro Señor Jesucristo en un humilde establo, debido a que no había un lugar en el mesón para él. Este hecho para muchos pasa desapercibido, celebran la Navidad por costumbre o llega a ser una fiesta religiosa tradicional, otros lo hacen sin realmente creer en Jesucristo, se han alejado de él. Son pocos los que sinceramente celebran la Navidad con gozo y alegría en sus corazones. Ya casi nadie tiene en cuenta el episodio de los pastores de Belén, ni menos el canto de los ángeles. Hoy el mundo se ha alejado de ese gran acontecimiento salvífico y su trascendencia en la historia humana. Navidad hoy en día ha pasado a ser una gran fiesta de luces de colores, música y regalos, compras por doquier, tener una gran cena y nada más. Belén está lejos. Nos hemos quedado con los símbolos navideños, pero sin Jesús en nuestros corazones.

Navidad es celebrar el cumplimiento de la promesa de Dios a través de sus profetas, que Dios se dignó visitarnos para aliviar nuestros dolores, sufrimientos y miserias, vino para salvarnos, para así poder vivir una vida en plenitud. Navidad es la consumación del gran amor de Dios por la humanidad, es la máxima expresión de la solidaridad divina para con lo humano. Hasta los ángeles del cielo se aunaron a este acontecimiento único en la historia, vinieron a anunciar a unos humildes pastores el gran acontecimiento cósmico: el nacimiento de Jesús. El canto celestial de los ángeles aún resuena en el espacio sideral: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!".

Hoy más que nunca, al estar próximos a ingresar aun nuevo milenio, debemos volver nuestra mirada a Belén, recordar que Jesús nació en medio de la pobreza material, pero lo más triste, en medio de la pobreza espiritual de la humanidad. Tengamos la actitud de los pastores de Belén, que vinieron al pesebre a adorar al niño y regresaron al pueblo con gozo y alegría para contar lo que habían visto y oído. Hoy el mundo necesita escuchar esta gran noticia: Jesús nace todos los días en cada corazón humilde. Permitamos que en esta Navidad, el Emmanuel prometido nazca en nuestro propio pesebre, nuestro corazón y que nuestro hogar sea un mesón para el Señor y que muchos puedan posar en él. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

      


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