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LA SALVACIÓN SE GANA Y SE PIERDE

 

 

"Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello. Y cuando el impío se apartare de su impiedad, e hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello"

 

(Ezequiel 33: 13-16,18-19)

 

Por mucho tiempo se ha venido discutiendo entre las cuatro paredes de la iglesia y en los pasillos de los seminarios teológicos el tema de que si la salvación se pierde o se mantiene. Esta discusión por muchos siglos ha traído problemas y divisiones en el seno eclesiástico. Juan Calvino sostenía que la salvación no se puede perder una vez adquirida, ésta es de por vida. Sin embargo, Juan Wesley sostenía lo contrario, la salvación si se puede perder si es que no caminamos en santidad de vida, que es en otras palabras la perfección. No parece simple este asunto, pero ya Jesús había dado su parecer sobre este tema, al referirse al destino de los que son parte del pueblo de Dios en la parábola del Juicio a las Naciones del Evangelio de San Mateo (Mateo 25:31-46). Unos ganan la vida eterna por sus acciones llenas de fe y otros la pierden y se van al fuego eterno por solo vivir sus creencias y no tener compasión por los que sufren. Otros pasajes en la Biblia señalan que la salvación se obtiene por la gracia de Dios, pero si no somos fieles y permanentes en el camino del Señor podemos ir al infierno.

 

En principio hay una verdad que está escrita en las Sagradas Escrituras y que fue el tema de la Reforma iniciada por Martín Lutero, ésta es lo que está escrito en el pasaje bíblico de Habacuc 2:4. "el justo por su fe vivirá" Por muchos años también este pasaje se ha utilizado para sustentar la razón de nuestra existencia: la fe. Con la cita de este pasaje bíblico se hace la diferencia con las obras o actos meramente humanos que no tienen ningún valor de por sí para salvación, ya que son solo respuestas de nuestro amor al prójimo, proveniente de nuestra fe y el amor a Dios. Pero en verdad, lo que no se ha tomado en cuenta en forma seria es la otra cara de la salvación: la perdemos y morimos como consecuencia de cometer iniquidad (maldad, pecado, prevaricación, trasgresión). De ahí que se hace necesario vivir una vida en plena en santidad, un camino de perfección para lograr la plena salvación y la plenitud de vida. El profeta Ezequiel nos indica que el Señor en principio bendice al justo y le da la vida plena, siempre y cuando haga justicia; pero si se aparta de aquello morirá. En conclusión, la pierde y muere. No cabe el aquí el concepto teológico de la predestinación. El justo por ser justo no tiene ganada su salvación, realice lo que realice, aún cometiendo pecado.

 

Por otro lado, existe otro tema, discutido también, que es la salvación del impío (malo, pecador, perverso, prevaricador, trasgresor). Él no está condenado de por vida, no todo está perdido, tiene la oportunidad de alcanzar la gracia de Dios. Un ejemplo, de los tantos que existen en la Biblia es la del ladrón junto a la cruz de Jesús. Éste era un impío, pero fue salvado en el acto y se ganó la vida eterna. Bien dice Ezequiel de parte de Dios, que el impío por sus pecados morirá, pero si se "convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente". Es decir solo por la gracia el pecador obtiene perdón y bendición. Aquí la gracia es ganada por fe y por gracia. ¡Es la otra cara de la salvación! Lo que estaba perdido es recuperado, restaurado. Aquí tampoco vale aplicar el concepto de la predestinación. El impío por ser malo ya está condenado, no tiene salvación. Hay una oportunidad que Dios le brinda a través de su gracia redentora: la salvación y la plenitud de vida. Aquí el profeta es claro: Dios es justo y sus designios son perfectos. La salvación se obtiene y se pierde también. No hay más caminos en la fe.

 

Si tenemos en cuenta estos aspectos de la salvación, bien podemos entender que la gracia de Dios es para todos y que su interés supremo es la redención de la humanidad y no tanto su destrucción. Jesús mismo lo señala: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16-17). Lo que muchas veces hemos hecho es quedarnos solo con la primera parte de esta gran verdad y hemos ignorado y cerrado los oídos a esta segunda parte. Por lo tanto, la predestinación no es aplicable a la salvación. Felizmente por la gracia y misericordia de Dios hay tiempo para cambiar de rumbo y obtener la salvación gratuita y eterna. Pero, eso sí, hay un camino que recorrer a partir de esa experiencia vivencial de nuestra vida y éste el camino de la perfección o santificación.

De esta manera, desde mi punto de vista particular, la discusión de que si la salvación se pierde o no, debe quedar ya resuelta. Ya está claro a la luz de la palabra de Dios, se gana y se pierde. No hay más caminos. Lo que ahora nos queda como creyentes, en ese Dios de misericordia y de gracia, es vivir una vida de testimonio fiel y proclamar esta salvación eterna a los que no le conocen o están caminando por caminos erróneos. ¡Basta ya de discusiones estériles y absurdas! Dejemos que la gracia preveniente de Dios siga actuando aún, para que muchos al conocerle sean justificados y perdonados y puedan así iniciar el camino de la perfección, rumbo a la santidad eterna. Amén.    
   

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       

 


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