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UNIENDO NUESTRAS VIDAS EN AMOR PARA SERVIR

(Génesis 1:27-30; 2:24; 1 Corintios13)

El matrimonio es la unión de una pareja que se realiza por amor y que tiene un sentido trascendental para ambos. En el relato de la Creación, Dios crea a la pareja, hombre y mujer, a su imagen y semejanza. Los dos son iguales ante el Señor, no hay superioridad de género, ambos reciben la misma bendición para una misma misión: ser continuadores de la creación divina, es decir, colaboradores de Dios. Esta tarea como pareja tiene un costo, renunciar a intereses particulares para ser una unidad, converger en un solo proyecto diversas expectativas, llegar a ser uno en la diversidad. Es la pareja la llamada a prolongar y perpetuar la labor de Dios en el cosmos. No es fácil lograr que dos personas logren fundirse en una sola identidad, cuesta dejar de lado ciertos intereses particulares. Sólo hay una forma de lograrlo, fundirse en amor. A partir de esa realidad, las parejas pueden realizar lo que se han propuesto. Si una pareja no tiene un objetivo definido a realizar, un proyecto común, no tendrá sentido el unirse sólo para mantener una relación formal. Dios unió a la primera pareja de la humanidad en amor con el fin de poner sus vidas al servicio de los demás. El servicio a la humanidad es el fin común de toda pareja que se une. Es la pareja la célula vital de toda sociedad, ésta no puede negarse a multiplicarse y vivir encerrada en sí misma, es necesario darse a los demás para que la sociedad se desarrolle y prolongue.

Cuando el Apóstol Pablo nos habla de la importancia del amor en las relaciones humanas, nos dice que el amor tiene un costo: es sufrido, es bondadoso, no tiene envidia, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, sino se goza de la verdad, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ¿Quién tiene este amor? ¿Dónde se da? Pablo nos advierte que el verdadero amor nos en razón a la cantidad, sino a su calidad. Muchas parejas al comienzo se prometen una gran cantidad de amor, pero al correr el tiempo, al producirse el desgaste de las relaciones interpersonales, muchas veces ese amor desaparece. ¿Por qué? ¿Qué pasó?. Sencillamente no cualificaron su capacidad de amar.

Hoy, esta pareja ha decidido unir sus vidas, son conscientes de la misión que el Señor les ha encargado como pareja, saben que muchas personas esperan mucho de ellos, que la tarea de conformar un hogar no es fácil, que renunciar a muchas cosas personales, tampoco. Sin embargo, él y ella han venido ante el altar del Señor a unirse en un amor solidario para poner sus vidas al servicio de la humanidad. Recibirán la bendición de ese mismo Dios de Adán y Eva. Todos nos alegramos, como pueblo de Dios, ver en ellos la realización de un mismo proyecto, sustentado en la fe en Dios y en el servicio al prójimo, especialmente por los menos favorecidos de la sociedad. Rogamos al Señor de la Vida y del Amor que bendiga esta pareja y haga de ellos sus mejores colaboradores. Que siempre estén unidos en amor, en los momentos más felices que les tocara vivir, así como también en los momentos más difíciles. Que sientan que no están solos, que hay un pueblo que está con ellos y orando a Dios por su salud y bienestar. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                                         


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