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 DE REGRESO A LOS SUYOS

(Juan 21:1-14)

Este es un relato sobre la resurrección de Jesucristo y tan sólo como una pesca milagrosa que siempre suele hacerse. El capítulo, según algunos investigadores, se añadió para demostrar en forma categórica la resurrección de Jesús. Él ya se había aparecido dos veces, pero aún había mucha gente que decía que esas apariciones del Cristo resucitado no eran más que que visiones de los discípulos; otros decía que eran alucinaciones o la parición de algún fantasma. Ante esta situación, los evangelios insisten en lo contrario, nos dicen que Jesucristo era una persona real, el sepulcro está vacío, él ya no está ahí muerto. Jesús aún tiene las señales de lo clavos y de la lanza. Es el Cristo que venció la muerte y ahora regreso a los suyos, en busca de ellos.

Por otro lado, hay otro aspecto que está presente en el relato, aunque parece estar desapercibido, es sobre el significado del número de peces: ciento cincuenta y tres. Sobre esto hay muchas especulaciones, pero la más cercana a la verdad es la explicación que hace Jerónimo, quien afirma que en el mar hay ciento cincuenta y tres especies de peces y que la pesca representa la inclusión de todas las clases de peces. Esto simboliza que todos los hombres y mujeres se han de reunir ante Cristo.

Otro elemento que aparece en el desarrollo del relato bíblico es la red que no se rompe. La red representa a la Iglesia. En ella hay lugar para todos los seres humanos. Es la universalidad de la Iglesia de Cristo. Es casi una semejanza al arca de Noé, todos y todas tienen lugar, no importa el color, la lengua o los géneros. La Iglesia es universal, así como el amor de Cristo es universal. Nadie puede quedar excluido de ella. Jesús está siempre nos está llamando a ser parte de Su iglesia y experimentar Su amor.

La resurrección de Jesucristo es un acontecimiento salvífico que nos permite verificar que él venció a la muerte -el señorío de Satanás- para darnos la oportunidad de ser salvos y ser reconciliados con Dios. Él murió por nuestros pecados y en su sacrificio somos salvos por gracia. Su resurrección nos garantiza la vida eterna. La única condición es que abramos nuestro corazón a él, confesemos nuestros pecados y nos arrepintamos, luego debemos aceptarle como nuestro Señor y Salvador. Si esto se da, significa que también nosotros participamos de Su resurrección, al pasar de la muerte por el pecado a la vida eterna por gracia.

Cada uno puede ser uno de los cinto cincuenta y tres peces que pueden estar en esa hermosa red que es la Iglesia de Cristo. Jesús quiere cenar contigo, así como lo hizo con sus discípulos en esa noche de la pesca. Él nos está diciendo: "Venid, comed". Hoy ese Cristo resucitado está a nuestro lado, viniendo en pos de nosotros; esperando que lo invitemos a entrar en nuestras vidas. ¿Estamos dispuestos a abrir nuestras puertas para salvación? o preferimos mantenerlas cerradas para condenación. Él está echando la red a nuestro alcance, no la rechacemos; accedamos hoy y no mañana que puede ser muy tarde.

Demos gracias a Dios que aún ahora Jesús viene en busca de nosotros para salvarnos y darnos la vida eterna. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

      


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