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 LA VIDA, LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN

(Génesis 2:17; 1 Tesalonicenses 4:13-18)

La muerte es el fenómeno universal que indica la terminación de la vida. Nadie ante ella se puede escapar y es una realidad que está signada en todo ser viviente. Pero, ¿desde cuándo esta realidad es inevitable?. La Biblia nos relata que desde los orígenes de la humanidad ésta no estaba signada por la muerte, al contrario, la inmortalidad era su designio. Adán y Eva no fueron creados para morir, sino para la inmortalidad. Ellos tuvieron la oportunidad de decidir por la inmortalidad antes que la muerte. Sólo dependía de una actitud: obediencia a Dios (Gén. 2:17). Sin embargo, esta actitud dependió de un ser externo a ellos, Satanás, quien los indujo a la decisión de desobedecer a Dios, su Creador. El fruto prohibido era el límite entre la inmortalidad y la muerte. Tanto Adán y Eva decidieron comer ese fruto prohíbo, quisieron gustar de ese fruto, generando con ello la desobediencia a Dios y su consecuencia fatal: la muerte (Gén. 3:6). Pasaron de vida a muerte eterna. La paga del pecado es muerte.

Sin embargo, Dios en su infinito amor decidió dar una oportunidad más a la humanidad, al enviar a Jesucristo, Su hijo, para cambiar el sentido de la vida y de la muerte. El precio de ese sacrificio era la crucifixión en la cruz, que conllevaba a la muerte natural. Pero, no todo quedaría ahí en una tumba fría, Jesús resucitó al tercer día en forma gloriosa. Con este hecho, él pasa de la muerte a la vida eterna. La resurrección es el triunfo de la vida sobre la muerte. Este es el paradigma de nuestra fe cristiana.

El apóstol Pablo trata de explicar en su carta a los tesalonicenses (1Ts. 4:13-18) que todos los creyentes en Jesucristo tendremos la oportunidad de experimentar la resurrección para pasar a la vida eterna. Los que ya murieron, resucitarán en la segunda venida del señor y los que aún estamos vivos seremos arrebatados juntos con los primeros, para estar con el Señor. Tanto los creyentes como los no creyentes, experimentarán la resurrección a la voz del Señor y "los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn. 5:28-29). Toda la humanidad está ahora advertida, hay un proceso divino establecido: vida-muerte-resurrección.

Hoy las palabras de Jesús son aún pertinentes: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán" (Jn. 5:24-25). "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn. 3:16). Hay pues, una nueva oportunidad de acceder a la vida eterna. Jesús, nos sigue invitando a seguirle, salir de la muerte en vida para pasar a la vida eterna, la cual empieza desde el momento en que le aceptamos como nuestro único Señor y Salvador personal. Mientras hay vida esto es posible, con la muerte ya no hay ninguna posibilidad.

¿Cómo estás viviendo tu vida? ¿Sientes que no tiene sentido y que todo está terminado? ¿Eres uno de los tantos muertos en vida que deambulan por la s calles, sin saber que hacer? Para todo esto, hay felizmente una salida: Jesucristo. Acéptale y verás cómo tu vida cambiará, las cosas cambiarán radicalmente, saldrás de una muerte en vida para entrar a una vida en plenitud. Muchos testigos pueden dar fe en el mundo de esta nueva realidad. Yo mismo puedo dar testimonio de esta nueva oportunidad que el Señor nos otorga. Que el Señor te bendiga y te lleve a sus pies. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

      


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