Clinical Questions, Questions cliniques
La clínica analítica no es ninguna otra cosa que las razones del analista
DISCUSION SOBRE CUESTIONES CLINICAS
(presentación actividad clínica de 1988) [revisada 1997.]
La cuestión de la
identidad y la diferencia entre discusión de cuestiones clínicas y el control.
¿Qué es lo que causa la necesidad de ir más allá de un control? Esto es, del
encuentro con otro analista para hablar de la conducción de un análisis. Por
cuestiones clínicas entendemos el encuentro de al menos tres analistas donde
está en juego un objeto: el discurso del psicoanálisis. Función de la escritura.
En esta práctica de Reuniones Clínicas hay, como en toda práctica de escuela,
puesta en juego de la relación colectiva a la verdad. Lo que debería relevar,
destacar el paso de al menos de a tres como en el traspaso de la puerta por
parte de los tres prisioneros en "El nuevo sofisma del tiempo lógico". Una
relación particular al goce constituye la dimensión del síntoma en el campo
analítico vía el plus-de-gozar (plus-de-jouir) pero al mismo tiempo es necesario
plantear algo que lacan enuncia en términos de verdad abstracta en el Seminario
"De Un Otro al Otro". Una media social que haría a la lógica del inconsciente,
es decir, lo que hace a la lógica de escuela. La lógica allí jugada no sería la
del Uno. ¿Qué es lo que haría del lazo entre analistas un lazo social singular?
Tal vez habría que tomar como referencia lo que expresa Marx en "El Capital"
acerca de aquello que vuelve social el trabajo privado, independiente, de los
productores. Es decir, está en juego el concepto de trabajo social abstracto. El
punto principal es la relación colectiva a la verdad. Esto es fundamental
respecto al modo de concebir el fundamento discursivo de una escuela en el campo
analítico. En el control no habría tal función social, pública. Sí en el ámbito
de una escuela. Recordaba, mientras escribía esto, un trabajo de Mayette Viltard
en el Congreso "Freud" de la Ecole Lacanniene de Psychanalyse en Strasbourg en
el que planteaba que la correspondencia Freud-Fließ vendría ser algo del orden
de una 'escritura privada'. Podríamos entonces tomar dicha correspondencia como
el lugar que Freud eligió y fabricó, intentando dar las razones de su práctica.
Al mismo tiempo Freud consideró que no tenía interés publicarlas. El control,
respecto del dar las razones de la práctica, tal vez todavía implica una
instancia "privada". El pasaje al ámbito de escuela, al ámbito del "al menos
tres", debería implicar una acumulación que vuelva necesario el hecho de dar un
paso que vaya más allá de esta instancia "privada", esto es, de la clínica bajo
control. Es decir se trata de dar un paso hacia una instancia "pública". Para
pensar este pasaje es que traía la referencia a lo que vuelve social al trabajo
privado, independiente, de los productores de mercancías. Lo que Marx trata en
términos de surgimiento de la instancia de la medida social o trabajo
socialmente necesario, trabajo social medio, trabajo social abstracto adquiere
su verdadera dimensión en el marco de hablar de la fetichización que comporta la
mercancía. Al mismo tiempo una prática de este orden requiere una concepción de
la escritura que permita la existencia/presencia de distintos estilos en el
marco de un acuerdo sobre el funcionamiento. La lógica de una escuela. Los
fundamentos lacaneanos de esa lógica, algo que ponga límitea la dialéctica de la
masa y el líder, por otra parte fundamento de toda dinámica grupal en todos los
otros lazos sociales. Adrian Ortiz. Bs.As.,1988.-
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En el
momento actual, 1998, en Buenos Aires, creo que una de las preocupaciones
principales cuando hablamos de cuestiones clínicas pasa por preguntarse cómo se
construye un caso en el campo del psicoanálisis. Para eso podemos poner a
prueba, interrogar cuestionar, los modos de construir casos por parte de Freud,
de Lacan, y también del psicoanálisis en tanto discurso. Se lo puede comparar
por ejemplo con la forma en que el periodismo construye sus casos, por ejemplo
cómo construyó la prensa de U.S.A o la francesa el caso o el affaire Sokal. Un
ejemplo respecto a la construcción freudiana de un caso pasaría por interrogar
el modo en que se construyó el caso Anna O, es decir el caso de Berta
Pappenheim. Tal vez algo análogo pueda ser interrogado en relación a la tesis de
Lacan, como éste construyó el caso Aimée, es decir el caso de Margueritte de
Anzieu. Un modo de interrogar esto se puede leer en el libro de Allouch
"Margueritte ou l'Aimée de Lacan"; otro modo puede ser el de Mayette Viltard en
su "La construction paranoïaque du transfert" aparecido en la UNBEVUE n°1. En
los últimos tiempos ha habido una serie de trabajos sobre "historia" del
psicoanálisis que ponen en el centro del problema los avatares de la
construcción del caso Anna O., discutiremos en especial en referencia a un texto
que se llama "Anna O. Une misthification centenaire". También creo que puede
ayudar a la cuestión el examen de un caso como el de Amilcar Lobo, sobre el cual
hay una versión, construida desde Cuestionamos, otra de Helena Besserman Vianna,
otra de la Internacional (para los argentinos es particularmente importante
analizar las posiciones de los analistas de la APA, COPAL, IPA y la de aquellos
que se habían escindido de la APA pero como lo aclara Marie Langer en el prólogo
a la segunda edición (1987) "...fuimos los primeros -como grupo- en llevar a
cabo una escisión con la API y la APA basados en consideraciones de orden
ideológico". Es decir, el cuestionamiento se efectuaba no desde la consideración
del discurso analítico que esas instituciones sostenían, sino desde el terreno
ideológico, eso da una perspectiva para la construcción del caso Amilcar Lobo.
Punto de vista que no es a desatender pero con el cual sostendremos múltiples
diferencias. El libro de Vianna es sin desperdicio, a pesar de estar lleno de
las muestras de los desperdicios de la Internacional analítica. Muestra
claramente que las prácticas y el discurso de la API y la APA no tenían nada que
ver con el discurso analítico y por momentos sólo se sostenían del discurso
sociopolítico imperante en el momento. Hay que leerlo con detenimiento
reteniendo fechas y nombres y frases y discursos. Una trama que no por infame
debe ser seguida menos al pie de la letra, las palabras y los actos de los
protagonistas. La IPA no sólo dejó de entender y practicar la estructura del
discurso analítico sino que el deslizamiento la llevó y la lleva casi con
naturalidad del panteón psicológico a la comisaría policial.
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Nos
ayudará a considerar la construcción del caso en el marco del discurso analítico
el dossier sobre "La fábrica del caso". Artículos aparecidos en Littoral. La
fábrica del Caso (I). Artículos de Dominique de Liège, Albert Fontain y Guy Le
Gaufey. La fábrica del caso (II). Asimismo ver en la Presentación de la école
lacanienne de psychanalyse el punto referente a la fábrica del caso. Próxima
discusión al respecto
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LA FABRIQUE DU CAS (I)
L'aveugle, l'africain et le psychanalyste
Cet aveugle avait
les yeux verts. Ces yeux-là n'etaient pas ses yeux, qui n'avaient jamais été
verts. Il était là, debout devant Francis, notre psychanalyste, qui, racontant
l'histoire, annonce la couleur, comme s'il s’agissait de rejouer le coup, comme
on le dit au bridge, à cartes ouvertes. Ou, pourquoi pas, les yeux ouverts. Ou,
mieux encore, à livre ouvert. Ainsi d'emblée il livre le vert des yeux que l'on
pourrait décrire, émeraude ou bien lac, l'aspect d'une pierre sans doute, une
surface d'eau qui reflète sans voir, de froid, d'hiver. En voyant arriver
l'aveugle, Francis avait bien vu qu'il ne le voyait pas. Mais quand il fut assis
en face de lui, sa canne téléscopique repliée, il fût surpris par la belle
couleur des yeux. Francis s’approcha de l'aveugle pour qu 'il le retapisse,
offrant; dans une odeur de tabac froid, l'épice de son eau de toilette, livrant
avec son nom, sa voix. L'aveugle avait de beau yeux verts, deux magnifiques
prothèses. «Mes yeux", dit-il, "Mes yeux avant, étaient noisettes." Il avait
perdu son premier oeil avec sa première femme, c'est-à-dire qu 'il avait perdu
sa première femme parce qu'il avait perdu ce premier oeil. Ce fut lors d’un
accident de voiture. Il se fït fabriquer alors un oeil de verre noisette.
L’autre oeil distinguait encore les formes et la lumière. Et sa première femme
le quitta: elle ne supportait pas d'avoir un mari mal voyant. Il se trouva une
deuxième femme, aveugle elle aussi, mais de naissance. Elle avait eté abandonnée
par ses parents: ils ne suportaient pas d’avoir un enfant non voyant. Et il
perdit son deuxième oeil avec sa deuxième femme: ou plus exactement à cause de
sa deuxième femme. Elle lui creva malencontreusement ce deuxième oeil, de
l’extrêmité de sa propre canne. C'est alors qu'il s’offrit des yeux verts.
Francis en fut estomaqué, prit la nouvelle dans l'estomac. Il y avait erreur sur
l'organe, redondance de l'erreur. Que ces yeux ne soient pas ses yeux, d'accord.
Encore que le troublant, à se sentir sous ce regard d'émeraude ou de lac, tenait
sans doute a une perfection des prothèses, d'une mobilité parfaite, serties en
des orbites lisses, sans traces de cicatrices. De vrais bijoux. Le résultat
souhaité était atteint : on aurait juré de vrais yeux. Oserait-on parler de
trompe-l'oeil? Mais là où Francis se sentait trompé, ce fut sur la révélation de
la couleur des yeux. Trompé tout comme un homme qui, ayant dragué une fille
particulièrement belle, s'aperçoit au moment crucial qu'elle n’est qu'un
travesti particulièrement réussi. Erreur sur l’ organe. Francis raconta cette
histoire dans un petit groupe qui essayait de travailler sur "La fabrique du
cas", précisément pour exhiber le caricatural du récit d’un cas, pour illustrer
l'ineficience de l’anecdote. Certains, d'ailleurs ne le crurent pas...
L'histoire était trop belle. Il avait présenté le tableau comme on présente un
faux Renoir, en affirmant qu'il est vrai, et comprenant dans l’après-coup
pourquoi il venait de relire Un cabinet d'amateur, de Georges Perec, fasciné par
cette question de démêler le vrai du faux. Cet aveugle avait les yeux ouverts.
Des yeux écrans trop vrais, comme le poids d’une réalité trop lourde qui
empechait Francis de se questionner et d’entendre. Ce qui faisait pour lui
symptôme était le choix de la couleur des yeux. Symptôme au sens de
manifestation pathologique. A quoi donc renvoyait ce symptôme ? Francis était
perdu. Que demandait l'aveugle, derrière l'exhibition de la couleur des yeux? Et
puis le récit insistait... Fancis eut envie de l'écrire, comme une nouvelle.
Vous savez la nouvelle? "Cet aveugle avait les yeux ouverts, bien ouverts. Il me
regardait sans me voir. Je le pris par la main et fis quelques pas avec lui..."
Cela change-t-il quelque chose si l'on ne dit pas qu'il est aveugle ? L 'aveugle
avait raconté à Francis les émissions qu’il regardait sur sa télé en couleurs,
lui avait parlé des photos qu'il prenait en voyage. Des photos? Mais quel
cadrage? Et pourquoi faire? la couleur? Mais pourquoi donc ?... Cet aveugle
avait les yeuz d'or. Noisette, avait-il dit, une couleur qui offre aussi une
saveur. Et puis il les avait perdus, l'un après l'autre, et dans ce mouvement
imbriqué, perdu et trouvé une femme, perte de l’une, trouvaille de l’autre, dans
le désordre. Et il s'était offért de beaus yeux verts. On ne peut pas tous les
jours réaliser cet impossible... Francis était inquiet d’avoir été porté à
colporter l'histoire, inquiet aussi de sa fascination. Mais l'heure était venue
de suspendre le groupe de travail. Et c'est dans la voiture, en déposans
certains de ses collègues à un feu rouge, dont on peut bien imaginer qu 'il en
devint lui-meme vert, que lui revint brutalement en mémoire le souvenir d 'un
teste, un projet de roman qu 'il avait ecrit quelgues mois auparavant, bien
avant de rencontrer l'aveugle. La première partie s'intitulait "Les yeux verts",
tout simplement, et commençait ainsi : «L’Africain avait les yeux verts...",,
suivait une deuxième partie qui se nommait "Les yeuz d'or" et racontait comment
l'héroïne s é'tait fourvoyée pendant cinquante pages sur la couleur des yeuz de
son Roméo... Ainsi donc l'aueugle aux yeux ouverts avait réactivé, là, devant
lui, cette fiction écrite et soigneusement oubliée. Francis l'avait reçu ainsi
qu'une hallucination, émergence d'un réel déjà là... et, se noyant en des
justifications théoriques vaseuses, il déposa à nouveau son paquet dans le petit
groupe de travail. Mais sans parler franchement de l'Africain et de l'écrit
fictif: là, franchement, il avait honte, et sans doute aussi un peu peur. On lui
dit : "la boîte de sardines". Ah! oui mais c ést bien sûr! N'a-t-il pas dit,
lui-même: "Il me regardait sans me voir?" On lui dit la nécessité de distinguer
la vision du regard. Et il courut tout droit vers le séminaire XI, afin de
béquiller sa peur. S'il n avait pu parler d’abord franchement de ce retour de
l'Africain à ses collègues, il en avait écrit un texte qui circula dans le
groupe et à partir du quel on élabora un travail.
Fabrique du cas?
par Dominique de Liège
LA FABRICA DEL CASO (I) EL CIEGO, EL AFRICANO Y EL PSICOANALISTA
Este
ciego tenía los ojos verdes. Estos ojos no eran sus ojos, que no habían sido
jamás verdes. El estaba ahí, parado delante de Francis, nuestro analista, quien
contando la historia, anuncia la divisa, como si se tratase de lograr el
contrato, como se dice en el bridge, con las cartas abiertas. O, por qué no, los
ojos abiertos. O mejor aún, a libro abierto. Así de entrada el libra (livre) los
ojos que se podrían describir como esmeralda, o bien lago, el aspecto de una
piedra sin duda, una superficie de agua que refleja sin ver, de frío, de
invierno. Francis se acerca al ciego para que él lo retapisse, ofreciendo en un
olor a tabaco frío la especie de su agua de colonia, librando con su nombre, su
voz. Viendo arribar al ciego, Francis había visto bien que él no veía. Pero
cuando se sentó frente a él, su bastón telescópico plegado, fue sorprendido por
el bello color de los ojos. El ciego tenía bellos ojos verdes, dos magníficas
prótesis. "Mis ojos", dice, "Mis ojos antes, eran grisáceos (noisettes)." El
había perdido su primer ojo con su primer mujer, es decir, había perdido su
primer mujer porque había perdido ese primero ojo. Fue en ocasión de un
accidente de autos. Se hizo fabricar entonces un ojo de vídrio grisáceo. El otro
ojo aún distinguía as formas y la luz. Y su primera mujer lo deja: ella no
soportaba tener un marido que veía mal. El encuentra una segunda mujer, ciega
ella también, pero de nacimiento. Ella había sido abandonada por sus padres:
ellos no soportaban tener una niña que viera mal. El pierde su segundo ojo con
su segunda mujer: o más exactamente a causa de su segunda mujer. Ella le
revienta desgraciadamente su segundo ojo, con la extremidad de su propio bastón.
Es entonces que él se ofrece los ojos verdes. Francis fue sorprendido
(estomaqué), la noticia le pegó en el estómago (estomac). El había errado de
órgano, redundancia del error. Que estos ojos no fuesen ojos, de acuerdo. Aún
cuando lo turbasen, al sentirse bajo esa mirada esmeralda o de lago, tenían sin
duda una perfección de prótesis, de una mobilidad perfecta, montadas sobre en
órbitas lisas, sin trazas de cicatrices. Verdaderas joyas (bijoux). El resultado
deseado había sido alcanzado: sehabría jurado que eran ojos verdaderos. ¿Se
osaría hablar de trompe-l’oeil? de trampantojo? Pero justo allí donde Francis se
sentía engañado, era sobre la revelación del color de los ojos. Engañado
totalmente como un hombre que, habiendose levantado una joven particularmente
bella, se da cuenta en el momento crucial que ella no es sino un travesti
particularmente logrado. Error sobre el órgano. Francis cuenta esta historia en
un pequeño grupo que intentaba trabajar sobre "La fábrica del caso",
precisamente para exhibir lo caricatural del relato de un caso, para ilustrar la
ineficiencia de la anécdota. Algunos, por otra parte,no le creerán...La historia
era demasiado bella. El había presentado el cuadro como se presenta un falso
Renoir, afirmando que era verdadero, y comprendiendo après coup por qué venía de
releer Un cabinet d'’mateur de Georges Perec, fascinado por esta cuestión de
deslindar lo verdadero de lo falso. Este ciego tenía los ojos abiertos. Los ojos
pantallas demasiado verdaderos, como la carga de una realidad demasiado pesada
que impedía a Francis cuestionarse y escuchar. Lo que hacía síntoma para él era
la elección del color de los ojos. Síntoma en el sentido de manifestación
patológica. ¿A qué enviaba este síntoma? Francis estaba perdido. ¿Qué demandaba
el ciego, detrás de la exhibición del color de los ojos? Y luego el relato
insistía...Francis tuvo deseos de escribirlo, como una novela. ¿Conocen uds. la
novela? "El ciego tenía los ojos abiertos, bien abiertos. El me miraba sin
verme. Lo tomé por la mano e hice algunos pasos con él..." ¿Cambia algo esto si
no se se dice que él es ciego? El ciego le había contado a Francis las emisiones
que él veía en la tele, en colores, le había hablado de fotos que tomaba estando
de viaje. ¡Fotos? ¿Pero qué encuadramiento? ¿Y por qué hacer esto? ¿El color?
¡Pero por qué entonces?...Este ciego tenía los ojos de oro. Color nuez
(noisette), había dicho él, un color que ofrece también un sabor. Y después los
había perdido, uno después del otro, y en ese movimiento imbricado, perdido y
encontrado una mujer, pérdida de una, encuentro de la otra, en el desorden. Y él
se había ofrecido bellos ojos verdes. No se puede realizar todos los días este
imposible... Francis estaba inquieto por haber sido llevado a contar la
historia, inquieto también por su fascinación. Pero la hora hubo venido de
suspender el grupo de trabajo. Y es en el auto, dejando a algunos de sus colegas
en un semáforo donde uno puede imaginar que él devino él mismo verde, que le
vino brutalmente a la memoria el recuerdo de un texto, un proyecto de novela que
él había escrito algunos meses antes, mucho antes de encontrar al ciego. La
primera parte se titulaba simplemente, "Los ojos verdes", y comenzaba así: "El
africano tenía los ojos verdes..." seguía una segunda parte que se llamaba "Los
ojos de oro" y contaba cómo la heroína se había extraviado durante cincuenta
páginas sobre el color de los ojos de su Romeo... Entonces el ciego de los ojos
verdes había reactivado, aquí, delante suyo, esta ficción escrita y
cuidadosamente olvidada. Francis la había recibido así como una alucinación,
emergencia de un real ya aquí...y, armándose de justificaciones teóricas vacuas,
deposita de nuevo su paquete en el pequeño grupo de trabajo. Pero sin hablar
francamente del Africano y del escrito ficcional: aquí, francamente, tenía
vergüenza, y sin duda también un poco de miedo Se le dijo: "la lata de
sardinas". Ah! si, pero seguro!. ¿Acaso no dijo él mismo: "Me miraba sin verme"?
Se le dijo de la necesidad de distinguir la visión de la mirada. Y el corrió
derecho hacia el seminario XI, a fin de calmar su temor béquiller sa peur. Si él
no había podido de entrada hablar francamente de ese retorno del Africano a sus
colegas, había escrito un texto que circula en el grupo y a partir del cual se
elabora un trabajo.
Traducción: Adrian Ortiz, Buenos Aires, 12/08/1998.-
La rencontre...
par Albert Fontaine
Freud se questionnait sur la validité pour la psychanalyse d'un « sentiment »
comme celui de l'inquiétante étrangeté. Il se demandait si cela n'était pas un
risque au regard d'autres champs comme la litérature ou l'esthétique. Puis il a
tranché: le sentiment de l'Unheimliche fait partie du champ de la psychanalyse
en tant qu'il est lié au complexe de castration; soit, avec 1’OEdipe, en tant
qu'il est lié au noyau de la théorie analytique. Ainsi se trouve évacuée la
question d'un empiètement possible sur d'autres domaines. A son tour, l'appui
que prend Lacan sur Freud le libère de ces précautions: il intitule son
séminaire l’angoisse et affirme "de même que j'ai abordé l'inconscient par "Le
mot d'esprit", j'aborderai cette année (1962-63) l'angoisse par l'Unheimliche".
Il pose que ce qui est en question est la fonction du - dans le complexe de
castration au sens où Freud en parle comme de la perte d'un objet. L'Unheimliche
se réfère à la castration imaginaire, c'est son départ, en tant qu'il n'y a pas,
et pour cause, d'image du manque". Si quelque chose vient à surgir à ce niveau
[i' (a)], si le manque vient à manquer, c'est là que surgit l'angoisse . En
guise d'introduction: c'est en tant qu'il constitue un cas d’inquiétante
étrangeté que ce cas peut retenir l'attention. Freud et Lacan s'accordent à dire
que ce sont des cas rares dans la vie quotidienne. Freud, pour sa part, a puisé
dans la littérature, chez Hoffmann, l'exemple de l'Homme au sable qu'il a hissé
à la renommée. ...DE L’HOMME-AU-REGARD-PORTÉ ... Un homme exhibe des yeux verts,
des yeux de verre, qui conjoignent à la beauté de leur couleur la perfection de
leur facture. Il est assez compréhensible que la beauté de la couleur et la
perfection de la prothèse jouent comme attrape-regard. Un tableau n'accomplit
pas d'autre fonction. Un tableau ou un masque dont on sait que cela fait rire
les enfants. C'est un leurre réussi. Les choses deviennent autrement singulières
si, derrière le masque, il y en a un autre. C'est là que le rire de l'enfant se
commue en angoisse. Ce que cet aveugle laisse voir dans son regard déserté par
la vision, c’est quelque chose de la nature d'un leurre, mais d'un leurre
redoublé, d'un leurre à double détente. C'est une sorte de double masque, soit
la masque qui occulte la mort qu'il porte sur la face et, derrière cette beauté
prothétique, le redoublement du leurre mais celui-là dans le discours. Cet
aveugle, en effet, tient des propos de voyant (photos, cadrage, télévision). Il
ment sur ce qui est attendu : que sa vision soit morte. Occulté derrière sa
prothèse il redouble le plege du semblant en se servant du semblant. Faire
semblant de faire semblant, c'est ce que les animaux ne peuvent pas faire. C'est
le domaine propre du signifiant et tout laisse supposer que cet aveugle en sait
un bout sur le semblant. Mais ce qui semble très singulier n'est pas tant son
savoir (sur lequel, après tout, rien n'est assuré) mais le style de son
discours, soit son mode de rapport à 1'Autre. Freud développe dans
"L'Inquiétante Etrangeté" l'argument servant à étayer qu’il s'agit bien de la
castration dans la peur qui réside en chacun quant à l'éventualité de perdre la
vue. Ainsi, après avoir dit que "se blesser les yeux ou perdre la vue est une
tenible peur infantile", et plus loin, que "la peur de devenir aveugle est un
substitut fréquent de la peur de la castration", il ajoute: "oui, on peut même
affirmer, en outre, que ne se cache aucun secret plus profond, aucune autre
signification derrière la peur de la castration elle-même . Que dire des lors de
quelqu'un qui, selon toute apparence (c’est le cas de le dire) offre les marques
de la castration au regard de l'Autre? Comment comprendre cela autrement que
comme la recherche délibérée de susciter dans l'Autre la réponse à cette chute
essentielle du sujet « dans sa misère dernière», soit de susciter dans 1'Autre
l'angoisse? Cet homme se fait l'image de l'objet chu et joue sur le lien de
l'angoisse à cette fonction de reste toujours susceptible d'être évoquée . ...
AVEC UN PSYCHANALYSTE Le récit premier s'offre à diverses lectures. Celle-ci,
comme les autres, impose ses coupes : elles sont orientées par le souci de
déployer ce que semble recouvrir ce temps privilégié. Nommé Unheimliche il peut
aussi survenir en dehors de l'analyse. Dans la vie quotidienne ses occurrences
sont rares. Celle-ci nous arrête donc. La première coupe isole la mise en
question du fonctionnement du mécanisme de jugement sur la réalité. La deuxième
s'attache à suivre la fonction d'un signe énigmatique, sidérant, venu du dehors.
° °°° Il est dit qu'après la rencontre s'est ouvert un temps pendant lequel
plane l'incertitude. L'incertitude porte sur le vrai et le faux qu'un temps
Francis ne sait plus distinguer. Cela se manifeste d'abord de façon immédiate à
propos des regards qui se posent sur lui. Sont-ils vrais (vivants) ou faux
(morts derrière des prothèses)? Puis cela se manifeste de façon latente dans un
questionnement sur les vrais et les faux tableaux (sa re-lecture du Cabinet
d'amateur de Georges Perec). La rencontre semble donc marquer un temps où
quelque chose surgit là où ça n'est pas attendu et s'impose comme
incontournable. Cela est au-delà de la reconnaissance proprement dite. C'est
"quelque chose" qui surprend le sujet dans sa dépendance à l'Autre. Mais cela
rétro-agit dans l'après-coup sur la reconnaissance des objets ou sur l'identité
de soi . En termes freudiens la rencontre pourrait s'assimiler à l'apparition
d'un contenu mé-connaissable par le moi qui impose sa violence de rupture sur le
pouvoir de jugement du moi quant à la réalité (dans ce cas) ou quant à
l'identité de soi. A cela correspond un mécanisme de défense du moi. Le texte
freudien indique qu'une limite est à la fois préservée et dépassée. Cela se lit
là où Freud dit sa surprise de trouver chez Schelling ce à quoi il ne
s'attendait pas : "ce quelque chose de tout nouveau sur le contenu du concept [à
savoir qu'il puisse désigner] tout ce qui est caché, secret, mais se manifeste
". A lire aussi dans le thème du double là où Freud indique le changement de
signe algébrique qui fait passer la figure de la réassurance à sa valeur
inquiétante de signe avant-coureur de la mort . A lire enfin, dans l'effort de
défense du moi qui projette quelque chose hors de lui comme quelque chose
d'étranger . Un biais de lecture pousserait à associer, à ce niveau spéculaire,
le procès de reconnaissance au maintien dans le moi d'une forme définie, garante
du procès même. Il est, par exemple, tout à fait sensible au long du récit
d’Hoffmann que tout l'effort de Nathanaël est de compléter la forme d'Olympia et
particulièrement ses yeux . L'effort de Nathanaël vers la complétude de la forme
de cette poupée se fait sur le fond qu'elle est toujours possiblement
dés-articulable (d'une part, on peut lui ravir ses yeux et, d'autre part, ce
sont ses yeux à lui qu'il voit en elle). Cette image est essentielle à
préserver. Elle est l'assurance contre la destruction du moi . Si l'hypothèse de
lecture tient, alors il est possible de lier la menace de mort que reçoit le moi
dans le "temps" de l'Unheimliche, à la fois à la dislocation possible de l'image
et à la suspension du processus de jugement quant à la réalité. C'est tout du
moins ce que la clinique de ce cas viendrait valider. Il reste à savoir ce qui
spécifie le "contenu" d'une représentation telle qu'elle mette en danger la
constitution narcissique. Freud ne s'est pas avancé dans la voie indiquée par le
conte d'Hoffmann. Il n'a pas relevé l'équivalence imaginaire des yeux d'Olympia
et de ceux de Nathanaël. Cette voie est celle où Lacan s'est engagé, et il n'a
pas manqué d'y rattacher ce qui est, chez Freud, pourtant présent à diverses
reprises : l'oscillation des investissements de la libido entre l'objet et le
corps propre. Au regard de la théorie sur le narcissisme des années trente,
l'apport nouveau de l'année 1962-63 est de poser que l'imago du corps propre
n'est pas complète. Une part de 1'investissement libidinal reste attachée au
corps propre dans la constitution de l’image spéculaire. Elle constitue un
reste: l'image est décomplétée. Cette forme est limitée, cadrée; elle laisse
échapper une part de l'investissement primitif. Il suffit dès lors, que par
quelque détour ce résidu non imagé vienne se manifester « là où il n'est pas
repérable pour n'être pas spéculaire » pour que, dans la subversion d'un certain
ordre de connaissance, surgisse l'angoisse. S'il s'avère donc qu'à la place vide
que cerne l'image, un objet « nouveau » apparaisse, c'est alors que se déclenche
l'expérience d'une réaction primitive. Expérience d'un sujet où s'effacent les
repères qui lui assuraient, avec la sienne, la reconnaissance des objets de son
monde et qui le fait s'interroger sur le vrai. Un pas de plus et il vascille,
littéralement, ainsi que semblent l'attester les chutes de Nathanaël à
l'apparition deux fois répétée de son propre regard 12. ° ° ° Pour le deuxième
point la question pourrait être la suivante: comment la "clinique" de ce cas
permet-elle de lire la théorie et particulièrement ce que Freud isole, dans sa
définition générale de l'Unheimliche, comme l'instance d'un symbole qui prend la
force et l'importance de ce qui était symbolisé . Quelle spécificité a ce
symbole ? Lui correspond chez Freud une visée théorique d'ensemble qui le lie
doublement au refoulement et à une réaction de défense du moi. Il s'agit ainsi à
la fois du passage de l'intérieur vers l'extérieur de représentations
imaginaires et de la levée du refoulement qui leur serait corrélative. Mais il
reste que l'assertion freudienne demeure en partie énigmatique tant dans son
sens littéral que dans son sens théorique Dans la "rencontre" quel est le
symbole ? S'agit-il du regard en tant que la vision l'a déserté? S'agit-il du
vert en tant que couleur? Dans une première approximation cela se présente comme
tissé à la fois par le jeu singulier de cet aveugle (je te dis que je vais...
pour que tu croies que...) avec l'horreur qu'il porte sur la face et par le
voile de beauté dont Francis l'a recouverte. En tant que tel cependant, ce n'est
pas un signifiant. Ce n'est que parce que Francis s'y est arrêté et qu'il a su
qu'il y avait là quelque chose à lire qu'il peut possiblement, après avoir été
lu, devenir un signifiant. Le texte freudien semble indiquer que ce qui spécifie
ce symbole est qu'il "présentifie", les marques de la castration. Le voile de la
beauté jeté là-dessus par Francis confirmerait, si besoin était, qu'il
correspond bien à la réaction dernière d'un sujet face à ce terme. Bien que le
terme de "présentification » ait un sens approximatif, il peut cependant servir
à indiquer ce que le texte freudien dit entre les lignes mais ne précise pas, à
savoir que son champ élu est celui du scopique. Freud, en effet, ne s'est pas
avancé dans la voie du regard (qui est pourtant celle qui sous-tend l'essentiel
des expériences d'Unheimliche qu'il cite). La question se reprend donc, à cette
limite du texte, comme le sens à donner au terme freudien de castration mais
dans le champ du scopique. Il a fallu poser le cadre d'une vision «
spécularisée» pour organiser l'oscillation entre la libido du corps propre et
l'image spéculaire. Il a fallu ce cadre pour saisir un des sens du signal
d'angoisse qui y correspond. Il faudrait de la même façon partir de la vision
spécularisée pour cerner la dimension spécifique du regard. L'hommage qui peut
être rendu à Merleau-Ponty est de s'être aperçu que la «vision» ne s'arrête pas
au rapport apparemment simple (et habituellement reçu) du voyant aux objets de
son monde. Il s'est aperçu qu'il y a autre chose en-deçà, ou au-delà, du rapport
des objets à leur reflet dans le miroir. Il pose qu'il faut admettre une
participation réciproque dans le visible du voyant et de la chose vue («
palpation du regard »). Il pose que le corps est engagé dans la vision du monde
et la contient. Cette participation réciproque de celui qui voit et de ce dont
il est par le visible possédé, il l'appelle la chair des choses. « De sorte que
le voyant étant pris dans cela qu'il voit, c'est encore lui-même qu'il voit : il
y a un narcissisme fondamental de toute vision; et que, pour la même raison, la
vision qu'il exerce, il la subit aussi de la part des choses, que, comme l’ont
dit beaucoup de peintres, je me sens regardé par les choses, que mon activité
est identiquement passivité, - ce qui est le sens second et plus profond du
narcissisme : ne pas voir dans le dehors, comme les autres le voient, le
contours d'un corps qu'on habite, mais surtout être vu par lui, exister en lui,
émigrer en lui, être séduit, capté, aliéné par le fantôme, de sorte que voyant
et visible se réciproquent et qu'on ne sait plus qui voit et qui est vu » Ce
rapport en chiasme (pour reprendre le terme de Merleau-Ponty) du voyant et de la
chose vue illustre un point de tangence avec la théorie analytique dans la
mesure où il désigne quelque chose au-delà de la vision ordonnée par les
coordonnées spéculaires. Si une image peut exister, celle qui se fait dans
l'oeil, elle exige bien, en effet, un corrélat comme le pose Merleau-Ponty. Mais
ce corrélat est-il de participation réciproque? En 1946 Lacan indiquait
qu'au-delà de l'image où se nouent les identifications du narcissime primitif
"quand l'homme cherchant le vide de la pensée s'avance dans la lueur sans ombre
de l'espace imaginaire en s'absentant même d'attendre ce qui va surgir, un
miroir sans éclat lui montre une surface où ne se reflète rien ». La re-lecture
de la "phase" du miroir faite seize ans plus tard permet de situer cette courte
assertion comme une référence déjà là dans les coordonnées spéculaires indexant
une voie de sortie au problème que pose la thèse de Merleau-Ponty. En
établissant une référence de négativité elle opère le décentrement, imposé par
la fonction de I'objet, au dualisme ici repris et renouvelé par Merleau-Ponty
mais qui est de vieille tradition. L'oeil "exemplifie", la négativité liée à la
fonction de l'objet. En tant qu'il ne se voit pas voyant, l'oeil exige bien un
corrélat à l'image, mais ce corrélat ne peut être une image. Ce que l'oeil
introduit est une élision primordiale qui ne peut se compter comme telle.
Merleau-Ponty a bien senti que nous somnes des êtres regardés et ce depuis
toujours. Il s'agit de préciser que nous le sommes, non pas parce que nous nous
réciproquons au regard des choses, mais que nous le sommes à partir d'un point,
n'importe lequel pourvu qu'il fasse tache. C'est ce point qui fonde
l'omniprésence partout diffractée d'un regard qui ne voit pas. Il est ce point
de (rayonnement ultra-subjectif» comme s'exprime Lacan dont 1'Unheimliche donne
la forme. ° ° ° Voici, en guise de conclusion, la citation de la formule
générale de l'Unheimliche donnée dans le séminaire du 5 juin 1963 : « La
différence marquée en ceci qu'il n'y a pas pour l'animal de stade du miroir,
c'est ce qui s'est passé sous le nom de narcissisme d'une certaine soustraction
ubiquiste de la libido, d'une injection de la libido dans le champ de l'insight
dont la vision spécularisée donne la forme. Mais cette forme nous cache le
phénomène qui est l'occultation de l'oeil [lequel] devrait désormais, celui que
nous sommes, le regarder de partout sous l'universalité du voir. On sait que ca
s'appelle l'Unheimliche, mais il faut des circunstances particulières..."
(L'etablissement de la transcription est de moi) Albert Fontaine
El reencuentro...El azar... La rencontre...
Freud se cuestionaba sobre la validez
de análisis de un "sentimiento" como el de la inquietante extrañeza. Se
preguntaba si no era un riesgo analizar este sentimiento en los productos de
otros campos como la literatura o la estética. Luego él definió: el sentimiento
de Unheimliche forma parte del campo del psicoanálisis en tanto está ligado al
complejo de castración; o sea al Edipo, por tanto está ligado al núcleo de la
teoría analítica. Así se encuentra evacuada la pregunta sobre una extensión
posible sobre otros dominios. A su turno, la apuesta que hace Lacan sobre Freud
lo libera de estas precauciones: él intitula su seminario "La angustia" y afirma
"así como he abordado el inconsciente por "El chiste y su relación con el
inconsciente", abordaré este año (1962-1963) la angustia por el Unheimliche".
Plantea entonces que lo que está en cuestión es la función del - en el complejo
de castración, en el sentido en que Freud lo habla en términos de la pérdida de
un objeto. El Unheimliche se refiere a la castración imaginaria, es su punto de
partida, en tanto "que no tiene y por causa, imagen de la falta". Si algo viene
a surgir a este nivel [i’ (a)], si la falta viene a faltar, es aquí que surge la
angustia . A guisa de introducción: es en tanto que se constituye como caso de
inquietante extrañeza que ese caso puede retener la atención. Freud y Lacan
concuerdan al decir que estos casos son raros en la vida cotidiana. Freud por su
parte, ha tomado de la literatura, de Hoffmann, el ejemplo de "El hombre de la
arena" al que él ha vuelto famoso. ...Del hombre-que-porta-mirada-porté... Un
hombre exhibe ojos verdes, ojos de vidrio, que conjugan a la belleza del color,
la perfección de su factura. Es suficientemente comprensible que la belleza del
color y la perfección de la prótesis jueguen como atrapando la mirada. Un cuadro
no cumple otra función. Un cuadro o una máscara de las que se sabe hacen reir a
los niños. Es una trampa también. Las cosas devienen de otro modo si, detrás de
la máscara, hay otra. Es aquí donde la risa del niño se troca en angustia. Es lo
que este ciego deja ver en su mirada vaciada de la visión, es algo de la
naturaleza de una trampa, pero de una trama redoblada, de una trampa de doble
alcance. Es una suerte de doble máscara, sea la máscara que oculta la muerte que
lleva sobre la cara, y detrás de esta bella protésis, el redoblamiento de la
trampa pero también el del discurso. Este ciego en efecto, dice frases de
alguien que ve (fotos, encuadramiento, televisión). Miente sobre lo que es
esperado: que su visión está muerta. Oculto tras su prótesis redobla la trampa
del semblante sirviéndose del semblante. Hacer semblante de hacer semblante es
lo que los animales no pueden hacer. Este es el dominio propio del significante
y todo deja suponer que este ciego sabe un poco sobre el semblante. Pero lo que
parece muy singular no es tanto su saber (sobre el cual después de todo, nada
está asegurado) como el estilo de su discurso, o sea su modo de relación al
Otro. Freud desarrolla en "La inquietante extrañeza" ["Das Unheimliche"] el
argumento que sirve para sostener que se trata de la castración en el temor que
reside en cada quien en cuanto a la eventualidad de perder la vista. Así,
después de haber dicho que esa "herida en los ojos o pérdida de la vista es un
terrible temor infantil", y más adelante que "el temor de volverse ciego es un
substituto frecuente del temor de la castración", agrega,: "sí, se puede
igualmente afirmar, por otra parte, que no se oculta ningún secreto más
profundo, ninguna otra significación detrás del temor de la castración misma ".
Qué decir entonces de alguien que, según todas las apariencias (es el caso
decirlo) ofrece las marcas de la castración a la mirada del Otro? ¿Cómo
comprender esto de otro modo que como la búsqueda deliberada de suscitar en el
Otro la respuesta a esta caída esencial del sujeto "en su miseria última", o sea
suscitar en el Otro la angustia? Este hombre se hace la imagen del objeto caído
y juego sobre el lazo de la angustia a esta función de resto siempre susceptible
de ser evocada . ...Con un psicoanalista El relato primero se ofrece a diversas
lecturas. Esta, como las otras, impone sus cortes coupes: están orientadas por
la preocupación de desplegar lo que parece recubrir ese tiempo privilegiado.
Llamado Unheimliche puede también sobrevenir fuera del análisis. En la vida
cotidiana sus ocurrencias son raras. Entonces esto nos detiene. El primer corte
coupe aisla la puesta en cuestión del funcionamiento del mecanismo de juicio
sobre la realidad. La segunda se liga a seguir la función de un signo
enigmático, siderante, venido desde afuera. ° °°° Se ha dicho que después del
reencuentro se ha abierto un tiempo durante el cual planea la incertidumbre. La
misma lleva sobre la verdad y lo falsedad que durante un tiempo Francis no sabe
distinguir más. Primero esto se manifiesta de manera inmediata a propósito de
las miradas que se posan sobre él. ¿Son verdaderos (vivos) o falsos (muertos
detrás de prótesis)? Luego esto se manifiesta de manera latenta en un
cuestionamiento sobre los cuadros falsos o verdaderos (su relectura del Cabinet
d’amateur de Georges Perec, El gabinete del aficionado, Anagrama). El
reencuentro parece marcar entonces un tiempo donde algo surge allí donde eso no
es esperado y se impone como incontornable. Esto está más allá del
reconocimiento de los objetos o sobre la identidad de si (soi) En términos
freudianos el reencuentro podría asimilarse a la aparición de un contenido
des-conocido para el yo que impone su violencia de ruptura sobre el poder de
juicio del yo en cuanto a la realidad (en este caso) o en cuanto a la identidad
de si (soi). A esto corresponde un mecanismo de defensa del yo. El texto
freudiano indica que un límite es a la vez preservado y transpasado. Esto se lee
allí donde Freud dice su sorpresa de encontrar en Schelling esto que no
esperaba: "ese algo totalmente nuevo sobre el contenido del concepto {a saber,
que él pueda designar] todo lo que está oculto, secreto, pero manifiesto ". A
leer también en el tema del doble allí donde Freud indica el cambio del signo
algebraico que hace pasar a la figura del reaseguro a su valor inquietante de
signo avant-coureur de la muerte . A leer en fin, en el esfuerzo de defensa del
yo que proyecta algo fuera de él como algo extranjero . Un vía biais de lectura
empujaría a asociar, en este nivel especular, el proceso de reconocimiento con
el mantenimiento en el yo de una forma definida, garante del proceso mismo. Es,
por ejemplo, totalmente sensible a lo largo del relato de Hoffmann que todo el
esfuerzo de nathanael es completar la forma de Olimpia y particularmente sus
ojos . El esfuerzo de Nathanael hacia la completud de la forma de esta muñeca se
hace sobre el fondo que ella es posiblemente siempre des-articulable (por una
parte, uno puede quitarle los ojos, y por otra parte, son estos ojos de él lo
que él ve en ella). Esta imagen es esencial a preservar. Ella es el reaseguro
contra la destrucción del yo . Si la hipótesis de lectura se sostiene, entonces
es posible ligar la amenaza de muerte que recibe el yo en el "tiempo" del
Unheimliche, a la vez de la dislocación posible de la imagen y la suspensión del
proceso del juicio en cuanto a la realidad. Es al menos lo que la clínica de
este caso vendría a validar. Resta a saber lo que especifica el "contenido" de
una representación tal que pone en peligro la construcción narcisística. Freud
no ha avanzado en la vía indicada por el cuento de Hoffmann. No ha revelado la
equivalencia imaginaria de los ojos de Olimpia y los de Nathanael. Esta vía es
aquella en la que Lacan se ha enganchado y no ha dejado de ligar sin embargo, a
lo que sin embargo está presente en Freud en diversas retomas : la oscilación de
los investimentos de la libido entre el yo y el cuerpo propio. Respecto de la
teoría del narcisismo de los años treinta, el aporte nuevo del año 1962-1963 es
plantear que la imago del cuerpo propio no está completa. Una parte del
investimento libidinal resta ligado al cuerpo propio en la constitución de la
imagen especular. Ella constituye un resto: la imagen está de-completada. Esta
forma está limitada, encuadrada, deja escapar una parte del investimento
primitivo. Basta desde entonces que por alguna vuelta ese residuo no
imaginarizado venga a manifestarse para que en la subversión de un cierto orden
del conocimiento surja la angustia. Si se revela entonces que en el lugar vacío
que cierne la imagen, un objeto "nuevo" aparece, es entonces que se desencadena
la experiencia de una reacción primitiva. Experiencia de un asunto sujet donde
se borran las referencias que le aseguraban, con la suya, el reconocimiento de
los objetos de su mundo y el hecho de interrogarse sobre lo "verdadero". Un paso
más y literalmente vacila vascille, así como parecen testificarlo las caidas de
Nathanael ante la aparición dos veces repetida de su propia mirada ° °°° Para el
segundo punto la pregunta podría ser la siguiente: ¿cómo la "clínica" de este
caso permitiría leer la teoría y particularmente la que Freud aisla, en su
definición general del Unheimiliche, como la instancia de un símbolo que toma
fuerza e importancia de aquello que estaría simbolizado ?. ¿Qué especificidad
tiene este símbolo? En Freud le corresponde un alcance teórico de conjunto que
lo liga doblemente a la represión y a una reacción de defensa del yo. Se trata
así, a la vez, del pasaje del interior hacia el exterior de representaciones
imaginarias y del levantamiento de la represión que le sería correlativa. Pero
resta que la aserción freudiana permanece en parte enigmática tanto en su
sentido literal como en su sentido téorico . ¿En el "reencuentro" rencontre,
cuál es el símbolo? ¿Se trata de la mirada en tanto que vaciada de la visión?
¿Se trata del verde en tanto color?. En una primera aproximación esta se
presenta como tejida a la vez por el juego singular de este ciego (yo digo que
voy a...para que tú creas que..) con el horror que él porta sobre la faz y por
el velo de belleza del que Francis la ha recubierto. Sin embargo, en tanto que
tal, no es un significante. No es sino porque Francis se ha detenido allí y que
él ha sabido que allí había algo a leer que él puede, posiblemente después de
haber sido leído, devenir un significante. El texto freudiano parece indicar que
lo que especifica a este símbolo es que él "presentifica" las marcas de la
castración. El velo de belleza puesto por Francis confirmaría, si hubiera
necesidad, que él corresponde bien a la reacción última de un sujeto frente a
este término. Aún cuando el término "presentificación" tiene un sentido
aproximativo, sin embargo puede servir para indicar lo que dice el texto
freudiano entre líneas pero no precisa, a saber, que su campo elegido es el de
lo escópico. En efecto, Freud, no avanzó en la vía de la mirada (que sin embargo
es lo que subtiende lo esencial de las experiencias de lo Unheimliche que él
cita). La cuestión se retoma entonces, en este límite del texto, como el sentido
a dar al término freudiano de castración pero en el campo de lo escópico. Ha
sido preciso plantear el cuadro de una visión "especularizada" para organizar la
oscilación entre la libido del cuerpo propio y la imagen especular. Ha sido
preciso ese cuadro para aprehender uno de los sentidos de la señal de angustia
que allí corresponde. Sería necesario de la misma manera partir de la visión
especularizada para cernir la dimensión específica de la mirada. El homenaje que
podemos rendirle a Merleau-Ponty es haber percibido que la "visión" no se
detiene en la relación aparentemente simple (y habitualmente aceptada) del que
ve con los objetos de su mundo. El percibió que hay otro caso más acá o más
allá, en la relación de los objetos a su reflejo en el espejo. Plantea que es
preciso admitir una participación recíproca en lo visible del que ve y la cosa
vista ("palpitación de la mirada"). Plantea que el cuerpo está enganchado en la
visión del mundo y la contiene. A esta participación recíproca del que ve y esto
de lo que es por lo visible poseído, él la llama la carne de las cosas. "De
manera que el que está viendo estando tomado en esto que ve, es aún él mismo
quien ve: hay un narcisismo fundamental en toda visión; y que, por la mismo
razón, la visión que él ejerce, él la sufre también por parte de las cosas, que,
como lo han dicho muchos pintores, yo me siento mirado por las cosas, mi
actividad es idénticamente pasividad –lo que constituye el sentido segundo y más
profundo del narcisismo: no ver en el afuera como los otros lo ven, los
contornos del cuerpo que se habita, pero sobre todo ser visto por él, existir en
él, emigrar en él, ser seducido, captado, alienado por el fantasma, de manera
que el que hay una reciprocidad entre el que está viendo y lo visible se
recíproquement y no se sabe más quien ve y quien es visto ." Esta relación en
quiasma (para retomar el término de Merleau-Ponty) del que está viendo y la cosa
vista ilustra un punto de tangencia con la teoría analítica en la medida en que
designa algo más allá de la visión ordenada por las coordenadas especulares. Si
una imagen puede existir, esta que se hace en el ojo, exige, en efecto, un
correlato, como lo plantea Merleau-ponty. ¿Pero ese correlato es de
participación recíproca? En 1946 Lacan indicaba que más allá de la imagen donde
se anudan las identificaciones del narcisismo primitivo "cuando el hombre,
buscando el vacío del pensamiento avanza en la lueur sin sombra del espacio
imaginario ausentándose incluso de esperar lo que va a surgir, un espejo sin
éclat le muestra una superficie donde no se refleja nada ". La re-lectura de la
"fase" del espejo hecha 16 años más tarde permite situar esta corta aserción
como una referencia ya aquí en las coordenadas especualres indexando una vía de
salida del problema que plantea la tesis de Merleau-Ponty. Estableciendo para
ello una referencia de negatividad ella opera el descentramiento, impuesto por
la función del objeto, al dualismo aquí retomado y renovado por Merleau-Ponty
pero que es de vieja tradición. El ojo "ejemplifica" la negatividad ligada a la
función del objeto. En tanto que no se ve viendo, el ojo exige un correlato en
la imagen, pero ese correlato no puede ser una imagen. Lo que el ojo introduce
es una elisión primordial que no puede contarse como tal. Merleau-Ponty ha
sentido bien que somos seres mirados y esto desde siempre. Se trata de precisar
que lo somos, no porque que haya una reciprocidad reciproquons respecto a las
cosas sino que lo somos a partir de un punto, no importa cual, basta que haga
mancha. Es ese punto el que funda la omnipresencia por todos lados defractada
diffractée de una mirada que no ve. Es ese punto de "rayonnement
ultra-subjetivo" como se expresa Lacan del que el Unheimliche da la forma. ° °°°
He aquí, a guisa de conclusión, la citación de la fórmula general del
Unheimliche, dada en el seminario del 5 de junio de 1963: "La diferencia
respecto a que no hay en el animal estadío del espejo, es que lo que ha pasado
bajo el nombre de narcisismo de una cierta substracción ubiquiste de la libido
de una inyección de la libido en el campo del insight del cual la visión
especularizada da la forma. pero esta forma nos oculta el fenómeno que es la
ocultación del ojo [el cual] debería de allí en más, a esto que somos, mirarlo
desde todos lados bajo la universalidad del ver. Se sabe que eso se llama el
Unheimliche, pero son precisas circunstancias particulares...". [El
establecimiento del texto es mío] Albert Fontaine
Traducción: Adrian Ortiz,Buenos Aires, 20/08/1998.
Un curieux théisme...
par Guy Le Gaufey
Il s'agit de pointer un fait de rencontre tel qu'il peut bien
s'en produire '' porte où; mais la logique de l'après-coup, ici remarquablement
exemplaire, suffit à introduire à des questions qu'un analyste ne peut chasser
négligemment d'un revers de la main sans qu'il y iiille de sa position à l'égard
de tout phénomène transférentiel. Reprenons : il y a d'abord le temps du récit,
convoqué (provoqué) par la perspective de la fabrique du cas. Ce temps est
peut-être celui de la plus grande difficulté: de quoi, et pourquoi faire récit?
Posée, la question ouvre toutes grandes les portes à l'inhibition. Si
nombreuses, en effet, et si excellentes apparaissent les raisons de ne pas faire
récit, de ne pas opérer ce bouclage narratif qui va réduire une expérience
d'apparence multidirectionnelle à sa pure trace littérale, dès lors arrêtée:
comme ça, et pas autrement. Alors qu'il semble que toute l'éthique de la cure
revienne à savoir maintenir ouverts les réseaux signifiants par lesquels le
sujet peut venir à se produire. Il y a là une timidité naturelle de l'analyste
face au récit, qui le pousse à minorer ce genre pour le confiner dans le ragot
clinique, la «bien bonne» qu'on se raconte «entre collègues». Douteuse
«collégialité». Il est très vraisemblable que ces raisons (et d'autres encore)
nous ont poussé, dans ce cartel, à faire cas d'une histoire comme celle-là, si
spectaculaire (et même « spectacle-occulaire »), si incroyable. " Regardez bien
! »: c'est le commandement n°l de l'hypnose. Ainsi surgit, sous nos yeux,
l'aveugle-aux-yeux-verts . Mais telle quelle, qu'en faire, de cette histoire ?
Tout est déjà advenu avant le récit oral qui la révèle: la perte des yeux, le
changement de couleur, l'entrevue. Telle quelle, cette histoire ne peut déjà
plus que se réciter, ou être l'objet d'un commentaire herméneutique, qui en
déplierait indéfiniment les possibles significations. Or, surprise: le récit
oral, joliment bouclé, n'était pas fini. Ne lui manquait qu'un détail, dont il
est capital de retenir qu'il n'est apparu que hors-scène, hors le temps
proprement dit de la mise en récit. J'ai nommé : l'Africain. L'Africain, est le
produit de cette fabrique. Il l'est (le devient) parce que, dans le témps
premier du récit, il en est littéralement absent. Or, dès qu'il a surgi (au coin
de la rue), chacun sait qu'il était là depuis le début (sans même en savoir plus
là-dessus). Il fait donc retour, cet Africain, du fait de la levée du
refoulement. Cela n'est pas en soi particulièrement énigmatique : le refoulement
d'ailleurs n'était pas si violent pour avoir été levé de la sorte. Mais
remarquons bien tout de même qu'il aura fallu ce temps du récit pour que
1'Africain vienne à l'existence. Ni l'entrevue avec l'aveugle-aux-yeux-verts, ni
le temps passé depuis lors n'avait rappelé l’africain à cette surprenante
rencontre de coin de rue. Nous savons bien que les refoulements ne sont pas un
simple travail intra-psychique, mais sont toujours mis en oeuvre dans une
dimension inter-locutive: en quoi ils se trouvent pris dans une dimension
transférentielle. Freud n'oublie « Signorelli , que face à un interlocuteur
vis-à-vis duquel les règles en usage de la bienséance lui interdisent de
mentionner des sujets trop directement sexuels. Gageons qu'en route avec Fliess
Freud n'aurait pas fait les mêmes oublis. Et donc, ce à quoi il nous est donné
d'assister dans notre cas, c'est au fait que l'aveugle-aux-yeux-verts a rendu
trop brûlante l'actualité de l’africain. Pourquoi ? Nous ne le savons pas. Nous
avons donc affaire à deux grandes régions d'ombres épaisses : pourquoi ce type à
l'histoire rocambolesque s'est-il fait monter des yeux verts ? Pourquoi la
personne chargée de le recevoir s'était-elle mise à écrire un tei roman? On
pourrait certes poursuivre l'investigation dans ces deux directions -l'analyse y
appelle - mais il n'est pas nécessaire d'en savoir plus là-dessus pour pointer
l'effet de rencontre, assez sidérant comme il se doit. Cette rencontre se trouve
attestée par deux mots qui interviennent dans le récit second, celui qui s'est
écrit après l'entrée en scène de l'Africain. "A nouveau, il déposa son paquet
dans ce petit groupe de travail, mais sans parler franchement de l'Africain et
de l'écrit fictif; là, franchement, il avait honte, et sans doute un peu peur."
I1 n'y a pas lieu de s'étonner de la permanence de ce retrait du récitant : la
levée d'un refoulement peut bien laisser le conflit dans un état critique. Mais
il y a plus : l'introduction de la honte et de la peur : - honte:nous voilà à
nouveau à l'orée d'une des ombres épaisses, où l'africain apparait comme la
partie visible, trop visible, de l'iceberg du récit fictif; - mais aussi peur,
et cela est plus précis. Cette peur semble surgie d'une pensée causaliste qui
dirait : si cet aveugle-aux-yeux-verts m’est échu, à moi qui a écrit, inventé,
1'« Africain » alors... ou bien je savais déjà que je rencontrerai cet homme (et
pourtant je ne le savais pas) ... ou bien Celui qui sait tout a agi de sorte que
je le rencontre. Dans les deux cas: il y a mise en jeu, fût-elle discrète, de la
persécution, et ceci du fait d'un mode de présentification brutal du
sujet-supposé-savoir là où il a son efficace, c'est-à-dire là où il n'est pas
attendu. C'est à ce point que je ferai entrer en jeu deux remarques latérales de
Lacan dans sa proposition du 9 octobre sur la Passe et, conséquemment, le
transfert. Parlant du "signifiant quelconque" il écrit : «Le signifiant
quelconque de la première ligne n'a rien à faire avec les S en chaine de la
seconde (les signifiants refoulés dans l'inconscient) et ne peut se trouver que
par rencontre. » Et un peu plus loin. évoquant, dans le Banquet l'acte de
Socrate qui désigne Agathon cornme l'objet d'Alcibiade: "Ceci pour vous
apprendre qu’à vous obséder de ce qui, dans le discours du psychanalysant vous
concerne, vous n’y étes pas encore". Alors ? Faut-il avoir le geste de Ponce
Pilate, et se laver les mains de ces étranges co-incidences, ou leur offrir une
oreille plus attentive ? La définition bien connue du hasard selon Cournot vient
nous inviter à dormir sur nos deux oreilles: «rencontre fortuite de deux series
causales indépendantes». Nous voilà bien avancés! Freud, pour sa part, s’est
montré sensible à ces phénomènes en posant hardiment la question des rapports de
la psychanalyse avec les phénomènes occultes. (Voir l'éxcellent ouvrage de
W.Granoff et J. M. Rey : L'occulte, objet de la pensée freudienne). Et il a,
dans sa conférence sur «Rêve et occultisme», une phrase très étonnante: « Sans
doute, écrit-il, préféreriez-vous me voir m'en tenir à un théisme moderé et
rejeter inexorablement tontes les données de l'occulte. » Je voudrais montrer ce
qu'a de surprenant, et de judicieux, l'introduction, à cet endroit, de ce
curieux «théisme modéré». Si nous pouvions tenir ferme, à tout instant, la
définition du sujet que Lacan nous a laissée: « ce qui est représente par un
signifiant pour un autre", nous ne devrions pas avoir l'ombre d'une surprise
face à ces phénomènes dits occultes. Car s'il existe un ordre des raisons qui se
doit d'exclure les phénomènes occultes, l'ordre du signifiant, quant à lui, së
révèle incapable de faire la moindre différence entre l'occulte et le
non-occulte. L'ordre du signifiant nous met dans cette difficulté particulière
de ne pas pouvoir penser ce que c'est qu'un miracle, sinon à le tenir pour
permanent, ce qui est une contradiction dans les termes. De ces considérations,
il s'ensuit que ce théisme modéré, dont parle Freud peut très bien se rendre par
cette formule: qui veut confondre l'ordre des raisons et l'ordre du signifiant
se fait le sujet d'un tel théisme modéré. C'était la position d'un Einstein qui
ne voyait pas d'autre recours qu'un Dieu, fût-il fortement laïcisé, pour rendre
compte de l'incroyable adéquation des petites formules d'un côté et, disons, du
comportement de la matière de l'autre. A l'inverse, donc, Freud récuse un tel
«théisme» comme issue possible pour l'analyste, et Lacan renforce la chose de
son écriture de : Atachada. ¿Qu'est-ce-à dire, puisqu'il ne s'agit ni pour l'un
ni pour l'autre de décréter, à la Nietzsche, que Dieu est mort? Il s'agit, plus
modestement me semble-t-il, d'asseoir la position de l'analyste dans cet
inconfort permanent où l'ordre des raisons, duquel il est exclu que nous
décrochions pour suivre les occultistes et autres parapsychologues, montre son
peu d'arrimage à l'ordre du signifiant par où le sujet trouve à advenir. C'est à
ce carrefour, entre autres, que nous convoque 1'Africain, ici mis par nous en
place de représentant de ces "co-incidences" qui manquent rarement de survenir
dans le cours d'une cure, quand ce n'est pas de manière inaugurale. Et de fait,
nous en avons évoqué bien d’autres au cours de notre travail en commun. Cet
incontournable excès de l'ordre du signifiant sur l'ordre des raisons, manifeste
dans cette rencontre de l'aveugle-aux-yeux-verts avec l'Africain, nous permet de
toucher du doigt ce qu'a de fou la supposition du sujet-supposé-sauoir quand ce
dernier apparait clairement ne pas pouvoir être rabattu sur une personne, sur un
des protagonistes de la rencontre. Cette folie-là, il me parait du ressort du
psychanalyste de lui donner asile, et c'est ce qui pose la question –sur
laquelle je conclus - de l'athéisme sans modération du psychanalyste.
Guy Le Gaufey
Un curioso teismo...
por Guy Le Gaufey
Se trata de puntuar un hecho encontrado no importa
donde; pero la lógica del après-coup, aquí remarcablemente ejemplar, basta para
introducir a cuestiones que un analista no puede apartar negligentemente con un
reves de su mano sin que se deslize allí aille de su posición respecto de todo
fenómeno transferencial. Retomemos: primero hay el tiempo del relato, convocado
(provocado) por la perspectiva de la fábrica del caso. Ese tiempo es quizas el
de la mayor dificultad: ¿de qué y por qué hacer relato? Planteada la cuestión,
se abren todas las puertas a la inhibición. Por numerosas, en efecto, por
excelentes que aparezcan las razones de no hacer relato, de no operar ese bucle
narrativo que va a reducir una experiencia de apariencia multidireccional a su
pura traza literal, desde entonces detenida: como eso y no de otro modo.
Mientras que parece que toda la ética de la cura consiste en saber mantener
abiertas las redes significantes por las cuáles el sujeto puede venir a
producirse. Hay aquí una timidez natural del analista frente al relato, que lo
empuja a aminorar ese género para confinarlo en el relato clínico, la "buena
nueva" que se cuenta "entre colegas". Dudosa "colegiatura" "collégiallité". Es
muy posible que estas razones (y aún otras) nos hayan empujado en ese cartel, a
hacer caso de una historia como esta, tan espectacular (e incluso
"espectáculo-ocular"), tan increíble. "Mire bien!": es el mandamiento n°1 de la
hipnosis. Así surge, ante nuestros ojos, el ciego-de-los ojos-verdes. Pero tal
cual, ¿qué hacer de esta historia? Todo ya ha advenido antes del relato oral que
la revela: la pérdida de los ojos, el cambio del color, la entrevista. Tal cual,
la historia no puede ya más que recitarse, o ser el objeto de un comentario
hermenéutico, que desplegaría indefinidamente las posibles significaciones.
Ahora bien, sorpresa: el relato oral, bellamente anudado, no estaba terminado.
No le faltaba más que un detalle, del que es capital retener que no ha aparecido
sino fuera de la escena, cuando el tiempo propiamente de la efectuación del
relato. He nombrado: el "Africano". El "Africano" es el producto de esta
fábrica. El lo es (lo deviene) porque, en el tiempo primero del relato, estaba
literalmente ausente. Ahora bien, desde que ha surgido (al costado de la ruta)
cada uno sabe que él estaba allí desde el principio (sin incluso saber más sobre
esto). El hace entonces retorno, este Africano, por el hecho del levantamiento
de la represión. Esto en sí no es particularmente enigmático: por otra parte la
represión no era tan violenta como para haber sido levantada así de la sorte.
Pero igualmente remarquemos bien que habrá sido necesario ese tiempo del relato
para que el Africano advenga a la existencia. Ni la entrevista con el
ciego-de-los-ojos-verdes ni el tiempo pasado desde entonces habían recordado al
Africano del sorprendente reencontrado al costado de la ruta. Nosotros sabemos
bien que las represiones no son un simple trabajo intra-psíquico, sino que
siempre son una puesta en acto en una dimensión inter-locutiva: donde están
tomadas en una dimensión transferencial. Freud no olvida "Signorelli" más que
frente a un interlocutor, respecto al cual las reglas en uso de la cortesía le
prohiben mencionar asuntos demasiado directamente sexuales. Apostamos a que de
viaje con Fliess, Freud no hubiese producido los mismos olvidos. Y entonces, a
lo que nos es dado asistir en nuestro caso, es al hecho de que el
ciego-de-los-ojos-verdes ha vuelto demasiado apremiante la actualidad del
Africano. ¿Por qué? Nosotros no lo sabemos. Entonces nos las tenemos que ver con
dos grandes regiones de sombras espesas: ¿por qué este tipo de la historia
rocambulesca se ha hecho poner ojos verdes? ¿Por qué la persona encargada de
recibirlo se habría puesto a escribir tal novela? Ciertamente se podría
proseguir la investigación en estas dos direcciones –el análisis llama a ello-
pero no es necesario saber más sobre esto para puntuar el efecto de reencuentro,
como se debe, suficientemente siderante. Este reencuentro está ratificado por
dos palabras que intervienen en el relato segundo, éste que es escrito después
de la entrada en escena del Africano. "De nuevo, él deposita su paquete en ese
pequeño grupo de trabajo, pero sin hablar francamente del Africano y del escrito
de ficción; aquí, francamente tenía vergüenza, y sin duda un poco de miedo." No
hay por qué asombrarse de la permanencia de ese recule retrait del relator: el
levantamiento de la represión puede muy bien dejar el conflicto en un estado
crítico. Pero hay más: la introducción de la vergüenza y el temor: - vergüenza:
henos aquí de nuevo en la ribera de una de las sombras espesas, donde el
Africano aparece como la parte visible, demasiado visible, del iceberg del
relato ficcional; - pero también: temor, y esto es más preciso. Este temor
parece surgir de un pensamiento causalista que diría: si este
ciego-de-los-ojos-verdes me ha sucedido échu, a mí que he escrito, inventado, el
"Africano" entonces... o bien yo sabía ya que reencontraría a este hombre (y sin
embargo yo no lo sabía)...o bien Éste que sabe todo ha actuado de manera que yo
lo reencuentre. En los dos casos, hay la puesta en juego, aún siendo discreta,
de la persecución, y esto por el hecho de un modo de presentificación brutal del
sujeto-supuesto-saber allí donde tiene su eficacia, es decir, allí donde no se
lo espera. Es en este punto donde haré entrar en juego dos observaciones
laterales de Lacan en su Proposición del 9 de octubre sobre el pase y,
consecuentemente, la transferencia. hablando del "significante cualquiera", él
escribe: "El significante cualquiera de la primera línea no tiene nada que ver
con las S en cadena de la segunda (los significantes reprimidos en el
inconsciente) y no puede encontrarse allí más que por azar". Y un poco más
adelante, evocando en El Banquete, el acto por el que Sócrates designa a Agatón
como el objeto de Alcibíades: "Esto para enseñarles que al obsesionarse con lo
que en el discurso del analisante os concierne, uds. no están aún allí."
¿Entonces? ¿Es necesario tener el gesto de Pilatos, y lavarse las manos respecto
a estas extrañas co-incidencias, u ofrecerles una oreja más atenta? La
definición muy conocida del azar de Cournot viene a invitarnos a dormirnos sobre
nuestras orejas: "reencuentro fortuito de dos series causales independientes""
Henos aquí muy avanzados!. Por su parte, Freud, se ha mostrado sensible a estos
fenómenos planteando audazmente hardiment la cuestión de las relaciones entre el
psicoanálisis y los fenómenos ocultistas. (Ver la excelente obra de W.Granoff y
J.M.Rey: "El ocultismo, Lo oculto, objeto del pensamiento freudiano"). Y en su
conferencia sobre "Sueño y ocultismo" construye una frase sorprendente: "Sin
duda , escribe, preferireis verme mantenerme en un teismo moderado, y rechazando
inexorablemente todos los datos del ocultismo". Quisiera mostrar lo que hay de
sorprendente y juicioso en la introducción a nuestro respecto, de este curioso
"teismo moderado". Si pudiésemos mantener firmemente, en todo momento, la
definición de sujeto que Lacan nos ha dejado, "lo que es representado por un
significante para otro significante" no deberíamos tener ni la sombra de una
sorpresa frente a estos fenómenos llamados "ocultos" u "ocultismo". Porque
existe un orden de razones del que se deben excluir los fenómenos del ocultismo,
mientras que el orden del significante en cuanto a él, se revela incapaz de
hacer la menor diferencia entre lo oculto y lo no-oculto. El orden del
significante nos pone frente a esta dificultad particular de no poder pensar lo
que no es más que un milagro, más que al tenerlo por permanente, lo que
constitiuye una contradicción en los términos. De estas consideraciones se sigue
que de ese "teismo moderado" del que habla Freud puede muy bien darse cuenta
mediante la siguiente fórmula: quien quiera confundir el orden de razones y el
orden del significante se vuelvo sujeto de tal "teismo moderado". Era ésta la
posición de un Einstein quien no veía otro recurso que a un Dios, aunque fuese
estuviese éste fuertemente laicizado, para dar cuenta de la increible adecuación
entre las pequeñas fórmulas por un lado y, digamos, el comportamiento de la
materia por el otro. Entonces, a la inversa, Freud rehusa tal "teismo", como
salida posible para el analista, y Lacan refuerza las cosas mediante su
escritura de : A(tachada). ¿Qué quiere decir, puesto que no se trata ni para uno
ni para otro decretar a lo Nietzsche, que Dios ha muerto? Se trata, me parece
más modestamente, de asentar la posición del analista, en esta incomodidad
permanente donde el orden de razones del que está excluido que nos
desembarazemos para seguir a los ocultistas y otros parapsicólogos, muestra su
poco de cercanía peu d’arrimage al orden del significante por donde el sujeto
encuentra posibilidad de advenir. Es a esta encrucijada, entre otras, a la que
nos convoca el Africano, aquí puesto en el lugar de representante de estas
"co-incidencias" que dejan raramente de suceder en el curso de una cura, cuando
no de manera inaugural. Y por este hecho, hemos evocado muchas otras en el curso
de nuestro trabajo en común. Este inevitable exceso del orden significante sobre
el orden de razones, manifiesto en este reencuentro del ciego-de-los-ojos-verdes
con el Africano, nos permite encontrarnos con lo que tiene de loca la suposición
del sujeto-supuesto-saber cuando aparece claramente que éste último no puede
rebatirse sobre una persona, sobre uno de los protagonistas del reencuentro. A
esta locura, me parece, es del resorte del psicoanálisis darle asilo, y es lo
que plantea la cuestión –sobre la que concluyo- del ateismo sin moderación del
psicoanalista. Guy Le Gaufey.
Traducción: Adrian Ortiz, Buenos Aires, 20/08/1998.-
LA FABRIQUE DU CAS (II)
Make up
Sommes-nous en train d'écrire un cas de fétichisme?
FRAGMENT I: AU COLLOQUE «Au cours d'une rencontre de travail sur "censure et
résistance", à Montpellier, le cartel présent ici s'engagea dans ce travail.
Celui d'entre nous qui nous entraîna le fît d'une façon qui instaurait
nécessairement un après-coup, cet après-coup serait-il "rien du tout", ou "pas
grand chose". Je propose cette formulation de l'axe de notre travail : comment
passer du privé de la cure au public du cas. Je le formule ainsi car membre par
ailleurs d'un cartel de la passe, cela me paraît bien la même tache à accomplir.
Nous avons, dans la perspective de la fabrique du cas, parlé longtemps entre
nous de ce qui fait différent le cas médical du cas freudien. Nous avons lu ou
relu plusieurs textes . Mentionnons aussi les lectures que nous nous sommes
proposé de faire et que nous n 'avons pas faites. .. Un jour, l'un de nous
remarqua que nous avions cessé de nous raconter des histoires d'analyses, de ces
fragments qu'on livre de temps en temps sous forme brève et allusive. Plusieurs
de nos rencontres furent occupées à débattre de ce qui pouvait faire cause pour
nous, sensibles que nous étions à la façon dont Freud avait toujours procedé
dans son écriture de la clinique : une cause à défendre, une thèse à monter en
épingle. Manque-t-il, dans la clinique freudienne, la rédaction d’un cas dont la
cause serait le primat du phallus? Celle d'entre nous qui avait dit cela oublia
qu'elle l’avait dit. Un membre du cartel relança qu'il était temps d'engager
dans l’affaire quelgue chose de notre pratique. Et il amena une histoire dont le
reste fut pour l'une d'entre nous qu'il s'agissait d'un homme de cheval. Cela
fït son chemin associatif: homme de cheval - petit Hans- phobie - phobie et
perversion - et l’entraîna à faire confidence d'une cure analytique toujours en
cours. L'accent fut mis sur un moment dit « résolutif» où cessa le scénario
pervers qui soutenait un analysant dans ses rapports sexuels. Le cartel se mit à
travailler de plusieurs façons les éléments d'observation. Et la première
décision prise fut de relire les textes de Freud : - Organisation génitale
infantile (1923); - Disparition du complexe d'Oedipe (1923); - Quelques
conséquences psychiques de la différence anatomique entre les sexes (1925); - Le
fétichisme (1927). Lire et relire, car les séances de cartel se passent à faire
un va-et-vient entre les éléments d'observation et les textes. Alors qu'un grand
nombre d'éléments ont été amenés sous forme peu organisée, la rédaction première
de ce dont nous essayons de faire cas est très brève. Notre accord est que ce
texte ne doit circuler qu'entre les membres du cartel; or depuis que nous avons
décidé d'en parler aujourd'hui nous avons passé beaucoup de temps à tâcher de
résoudre les problèmes que nous pose la discrétion, i.e. ce à quoi la censure
travaille : maquillage des éléments biographiques, invention de prénoms avec
reprise des allitérations signifiantes, etc. Enfin... comment dire ce qui est
nécessaire sans en dire trop. L'un d'entre nous posa la question du style de la
première rédaction, du statut des citations, du report des rêves : les
guillemets, les tirets, les crochets, les points, les points-virgules, Bref
chaque phrase de la première rédaction appelant une rallonge, voire une
correction, il fallait élaborer un autre texte, celui que nous lisons
aujourd'hui. D'autres redactions suivront s'il y a dans ce fragment de cure de
quoi faire cas. En tout cas, nous sommes à un tournant : voilà que vient à peine
d’être soulevée à notre dernière réunion la question des éléments communiqués
lors du premier récit et qui se sont trouvés laissés de côté dans les textes
rédigés ensuite. En particulier nombre de ceux qui ressortissent au transfert.
Travail à faire et difficulté d’en communiguer quelque chose ce jour. En 1927,
Freud écrit : «Dans ces dernières années, j'ai eu l'occasion d'étudier en
analyse un certain nombre d'hommes dont le choix objectal était dominé par un
fétiche... Les particularités de ces cas, on le comprendra, ne peuvent être
soumises à la publication. Je ne peux pas non plus montrer de quelle manière des
circonstances accidentelles ont conduit au choix d'un fétiche .» Comment
considérer le "ne pas pouvoir" deux fois évoqué par Freud et l'appel à la
compréhension quand, dans le même texte, l'auteur insiste: il ne saurait inciter
les analystes à l'étude du fétichisme. C'est maintenant que son insistance nous
frappe. Nous pouvons l'entendre comme un encouragement à nous taire et comme un
encouragement à parler. Sont lus alors trois textes: celui, non signé du
"cas-à-ce-moment", un autre de reprise et articulation, un autre de remarques.
LA FÁBRICA DEL CASO (2)
MAKE UP
¿ESTAMOS EN TREN DE ESCRIBIR UN CASO DE FETICHISMO?
Fragmento I: En el Coloquio "En el curso de un encuentro de trabajo
sobre "censura y resistencia" en Montpellier, el cartel aquí presente se
enganchó en ese trabajo. Aquel de entre nosotros que nos llevó a eso lo hizo de
una manera que instauraría necesariamente un après-coup, este après-coup sería
un "nada del todo" o "no gran cosa". Propongo esta formulación del eje de
nuestro trabajo: ¿cómo pasar de lo privado de la cura al público del caso?. Lo
formulo así porque, miembro por otra parte de un cartel del pase, esto me parece
que se trata de la misma tarea. Hemos hablado largo tiempo entre nosotros, en la
perspectiva de la fábrica del caso, de lo que hace diferente el caso médico del
caso freudiano. Hemos leído y releído muchos textos . Mencionemos también las
lecturas que nos hemos propuesto hacer y que no hemos hecho... Un día, uno de
nosotros remarca que habíamos cesado de contar historias de análisis, de esos
fragmentos que uno libra de tiempo en tiempo en forma breve y alusiva. Muchos de
nuestros encuentros fueron ocupados en debatir de aquello que podía hacer causa
para nosotros, sensibles como éramos a la manera en que Freud había siempre
procedido en su escritura de la clínica: defender una causa, poner en evidencia
una tesis. ¿Falta en la clínica freudiana la redacción de un caso cuya causa
fuese el primado del falo? La que entre nosotros había dicho esto olvida que lo
había dicho. Un miembro del cartel relanza que era tiempo de ponernos al trabajo
sobre algo de nuestra práctica. Y él cuenta una historia cuyo resto fue para una
de entre nosotros que se trataba de un hombre de caballo. Esto hizo su camino
asociativo: hombre de caballo – Hans – fobia – fobia y perversión – y la llevó a
hacer la confidencia de una cura analítica todavía en curso. El acento fue
puesto sobre un momento dicho "resolutivo" donde cesa el escenario perverso que
sostenía un analizante en sus relaciones sexuales. El cartel se puso a trabajar
de muchas maneras los elementos de la observación. Y la primera decisión tomada
fue releer los textos de Freud: - Organización genital infantil (1923) -
Desaparición del cmplejo de edipo (1923) - Algunas consecuencias psíquicas de la
diferencia anatómica entre los sexos (1925) - El fetichismo (1927). Leer y
releer, porque las sesiones de cartel transcurren en un ida y vuelta entre los
elementos de la observación y los textos. Entonces cuando un gran número de
elementos fueron planteados en forma poco organizada, la primera redacción de
esto que intentamos hacer caso es muy breve. Nuestro acuerdo es que ese texto no
debía circular más que entre los miembros del cartel; ahora bien desde que
decidimos hablar de eso hoy, hemos pasado mucho tiempo tratando de resolver los
problemas que nos plantea la discreción, esto es, en aquello que trabaja la
censura: maquillamiento de los elementos biográficos, invención de nombres con
retoma de las aliteraciones significantes, etc. En fin, cómo decir lo que es
necesario sin decir demasiado. Uno de entre nosotros plantea la cuestión del
estilo de la primera redacción, del estatuto de las citaciones, del relato de
sueños: las comillas, los guiones, las comillas, los puntos, los punto y coma.
Brevemente, cada frase de la primera redacción llamaba a un remiendo, incluso
una corrección, era necesario elaborar otro texto, este que leemos hoy. Seguirán
otras redacciones si hay en este fragmento de cura de qué hacer caso. En todo
caso, estamos en una vuelta: he aquí que apenas acaba de ser planteado en
nuestra última reunión la cuestión de los elementos comunicados cuando el primer
relato y que han sido dejados de lado en los textos redactados luego. En
particular cierto número de ellos que insistían en la transferencia. Trabajo a
hacer y dificultad en comunicar algo este día. En 1927, Freud escribió: "En
estos últimos años he tenido ocasión de estudiar en análisis cierto número de
hombres cuya elección de objeto estaba dominada por un fetiche...Las
particularidades de esos casos, se comprenderá, no pueden ser sometidas a la
publicación. Tampoco puedo mostrar de qué manera circunstancias accidentales han
conducido a la elección de un fetiche ." Cómo considerar el "ne pas pouvoir" "no
poder" dos veces evocado por Freud y la apelación a la comprensión cuando, en el
mismo texto, el autor insiste: él no podría incitar a los analistas al estudio
del fetichismo. Es ahora que su insistencia nos sacude. Nosotros podemos
entenderlo como una incitación a callarnos y como una incitación a hablar. Serán
leídos entonces tres textos: este, no firmado del "caso-en-este-momento", otro
de retoma y articulación, un tercero de observaciones.
Traducción: Adrian Ortiz.
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FRAGMENT II Pourquoi nous ne publions pas ce que nous avons lu au colloque? «Un
état du chantier» vaut-il d'être publié? Sans doute, dans la mesure où il s'agit
de témoigner à ce point vif de la psychanalyse qu'est «la fabrique de cas». La
fortune d'une telle nomination lui vient, je crois, d'un accent mis sur le mode
de production, i.e. sur le travail en tant qu'il laisse des traces de son
produit. Rien pourtant d'une mode «do it yourself» puisqu'il s'agit d'un travail
à plusieurs, le plusieurs constituant à la fois l'agent et le mode du travail. «
Moment résolutif d'un scénario pervers dans une cure analytique»: ainsi fut
titrée l'annonce au cartel d'une communication de matériel clinique. C'était du
même coup désigner un fragment d'une cure toujours en cours. Le travail: la
fabrique à plusieurs, la relecture de textes freudiens eurent pour effet
l'abandon de cette désignation et la reprise des éléments cliniques en deux
moments où «le recours au fétiche fléchit, s'exténue, se dérobe, dans une cure
analytique ». Je propose de considérer que le passage de la première formule à
la seconde constitue un produit de la fabrique de cas. Ce n'est pas le seul : je
propose également de considérer comme un produit de la fabrique, la décision
prise par le cartel de ne pas publier par érit pour l'instant les textes lus au
colloque. Il est plus aisé de parler du premier produit que du second. A la
réflexion, il ne parait pas suffisamment fondé d'appeler résolution ce qui n'est
peut-être qu'une amélioration symptomatique durable. Que le patient ait
abandonné depuis trois ans le scénario pervvers qui le soutenait dans ses
rapports sexuels n'implique pas la résolution de quoi que ce soit. Des
déplacements de la libido ont lieu pendant la cure, dont le cartel a pour
l'heure insuffisamment dressé la carte. A la question ¿Pourquoi isoler cette
péripétie de la cure? » nous pourrions répondre que nous attendons de ce montage
en épingle de notre pratique une écriture clinique tenant compte des textes de
Freud de 1923, 1925, 1927. Mais nous ne pourrions dans le détail soutenir le
comment des choses. Nous l'avons dit, cette cure continue. Il nous manque cette
analyse « à nouveau» (wieder) du transfert dont Freud parle dans la 28e
conférence. La durée depuis laquelle le scénario pervers s'est effacé ne
constitue pas à elle seule une "analyse à nouveau". Et cependant, le choix de
parler de cette cure, d'en cerner un moment, d'en construire les repères et que
plusieurs y soient engagés, instaure un autre temps non de la cure (encore que
ce ne soit pas sûr) mais du cartel. Et ce temps-là produit "à nouveau » de la
discrétion : dans ce cas, ne pas publier les textes lus. La discrétion peut
conduire à parler, à se taire, à écrire et publier, à écrire et ne pas publier.
Lors de la réunion de travail où fut prise cette décision, nous lisions "L'Homme
aux Rats". "Je trouve de plus en plus que les déformations auxquelles on a
coutume de recourir sont inefficaces et condamnables. Car si ces déformations
sont insignifiantes, elles n'atteignent pas leur but, qui est de préserver le
patient d'une curiosité indiscrète, et si elles sont plus considérables, elles
exigent de trop grands sacrifices, rendant incompréhensibles les contextes liés
justement aux petites réalités de la vie. Il résulte de ce fait un état de
choses paradoxal: on peut plus facilement dévoiler publiquement les secrets les
plus intimes d'un patient, qui le laissent méconnaissabie, que décrire les
caractères de sa personne les plus inoffensifs et les plus banaux, caractères
que tout le monde lui connait et qui révèleraient son identité ." Au cours de
l'avant-propos de Dora, Freud a déjà largement parlé de la discrétion médicale
pour trancher: "la publication de ce qu'on croit savoir sur la cause et la
structure de l'hystérie devient un devoir, l'omission une lâcheté honteuse à
condition cependant d'éviter un préjudice direct à son malade ». Nous apprenons
ainsi page 7 que trois des textes publiés dans Les Cinq Psychanalyses l'ont été
"avec l'assentiment formel des personnes traitées". Ces lignes de Freud, lues et
commentée dans une même séance de travail, sont venues suspendre la publication
prévue. Passe encore, fut-il dit en substance, qu'"il" (le patient) se
reconnaisse dans un texte écrit par son analyste. Mais comment peut-il
s'accommoder du cartel? Ce point de vue revient à signaler qu'il y a risque pour
la cure et peut-être "préjudice direct", pour l'analysant. Si la prise en compte
d'une telle position amène le cartel à suspendre sa publication, nous n'en
sommes pas quitte pour autant. Car enfin, quel est donc cet obstacle sur le
chemin d'un témoignage, quelle est donc cette image du cartel dont il
deviendrait risqué d'imposer la rencontre à tel analysant ? Quelle est cette
prudence? Et somme toute, quelle drôle d'idée que de s'attacher à faire cas d'un
moment dans une cure qui n'a pas encore produit son terme! Françoise Wilder
FRAGMENTO II
¿Por qué no publicamos lo que hemos leído en el coloquio? "Un
estado de comienzos" ¿vale la pena de publicarse? Sin duda, en la medida en que
se trata de testimoniar de ese punto vivo del psicoanálisis que es "la fábrica
de caso". La fortuna de tal nominación le viene, creo, de un acento puesto sobre
el modo de producción, esto es, sobre el trabajo en tanto que él deja trazas de
su producto. Sin embargo no hay nada de un "do it yourself" "hágalo ud. solo"
puesto que se trata de un trabajo a varios, a varios que es constituyente a la
vez del agente y el modo de trabajo. "Momento resolutivo de un escenario
perverso en una cura analíica" así fue titulado el anuncio del cartel de una
comunicación de material clínico. Era al mismo tiempo designar un fragmento de
una cura todavía en curso. El trabajo, la fábrica a varios, la relectura de los
textos freudianos, tuvieron por efecto el abandono de esta denominación y la
retoma de elementos clínicos en dos momentos donde "el recurso al fetiche
declina, se extenúa, se desdibuja dérobe en una cura analítica ". Yo propongo
considerar que el pasaje de la primera fórmula a la segunda constituye un
producto de la fábrica de caso. No es el único: propongo igualmente considerar
como un producto de la "fábrica" la decisión tomada por el cartel de no
publicar, por el momento, por escrito los textos leídos en el coloquio. Es más
fácil hablar del primer producto que del segundo. Reflexionando no parece
suficientemente fundado llamar resolución a lo que quizas no es más que un
mejoramiento sintomático durable. Que el paciente haya abandonado desde hace
tres años el escenario perverso que lo sostenía en sus relaciones sexuales no
implica la resolución de nada. Durante la cura tienen lugar desplazamientos de
la libido, de los cuáles el cartel por el momento ha trazado insuficientemente
el mapa. A la pregunta: "¿Por qué aislar esta peripecia de la cura?" Podríamos
responder que esperamos de este montaje provisorio de nuestra práctica una
escritura clínica que tenga en cuenta los textos de Freud de 1923, 1925, 1927.
Pero no podríamos sostener en detalle el cómo de las cosas. Lo hemos dicho, esta
cura continúa. Nos falta ese análisis "de nuevo" ("wieder") de la transferencia
del que habla Freud en la Conferencia XXVIII. La duración desde la cual se ha
esfumado el escenario perverso no constituye por sí sola "un análisis de nuevo".
Y sin embargo, la elección de hablar de esta cura, de cernir un momento de la
misma, de construir las referencias de la misma y que muchos se hayan enganchado
en ello, instaura otro tiempo no de la cura (aunque esto no sea seguro) sino del
cartel. Y ese tiempo produce "de nuevo" la discreción: en este caso: no publicar
los textos leídos. La discreción puede conducir a hablar, a callar, a escribir y
publicar, a escribir y no publicar. Cuando la reunión de trabajo donde fue
tomada esta decisión, leímos "El hombre de las ratas". "Yo encuentro cada vez
más que las deformaciones a las cuáles uno tiene la costumbre recurrir son
ineficaces y condenables. Porque si estas deformaciones son insignificantes, no
alcanzan su cometido, que es preservar al paciente de una curiosidad indiscreta,
y si ellas son más considerables, exigen sacrificios demasiado grandes, que
vuelven incomprensibles los contextos ligados justamente a las pequeñas
realidades de la vida. De ello resulta un estado de cosas paradojal: uno puede
develar más fácilmente públicamente los secretos más íntimos de un paciente, que
lo dejan irreconocible, que describir los caracteres de su persona más
inofensivos y más banales, caracteres que todo el mundo conoce y que revelarían
su identidad ." En el curso de la introducción a Dora, Freud habló largamente de
la discreción médica para plantear: "la publicación de lo que se cree saber
sobre la causa y la estructura de la histeria vuelve un deber la omisión de una
molicie lacheté vergonzosa a condición, sin embargo, de evitar un perjuicio
directo al enfermo" . Vemos así en la página 7 que tres de los textos publicados
en Los cinco psicoanálisis lo han sido: "con el consentimiento formal de las
personas tratadas". Estas líneas de Freud leídas y comentadas en una misma
sesión de trabajo, han venido a suspender la publicación prevista. Pase, se
dicho en definitiva, que "él" (el paciente) se reconozca en un texto escrito por
su analista. ¿Pero cómo podría ‘acomodarse’ respecto a un escrito por un cartel?
Este punto de vista vuelve a señalar que hay riesgos para la cura y quizas
"perjuicio directo"para el analizante. Si la toma en consideración de tal
posición lleva al cartel a suspender la publicación, nosotros no estamos
dispensados quite por tanto. Porque en fin, ¿entonces qué es este obstáculo en
el camino de un testimonio, qué es entonces esta imagen del cartel del que
devendrá riesgoso imponer el encuentro a tal analizante? ¿Cuál es esta
prudencia? Y sobre todo, ¿qué loca drôle idea esta de ponerse a hacer caso de un
momento de una cura que aún no ha producido su término? Françoise Wilder
Traducción: Adrian Ortiz, Buenos Aires, 20/08/1998.-