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UNA PINTURA ENTRAÑABLE
Peran Erminy
« En la pintura de Marisela Hernández lo que hay de discontinuo, de
no-formal y de muy espontáneo son características que nos remiten a la idea de la
catarsis, aunque no sea la catarsis la clave única ni última de su razón de ser, para
acceder a ésta habría que comenzar por los elementos mas inmediatos, por lo primero que
advertimos al mirar las obras, las manchas de pintura y los trazos, realizados ambos con
desenvoltura y rapidez, quedan como huellas, como testimonios de una acción
indetermindada e inconcluyente, de una acción sin objetivo aparente, son huellas que no
conducen a un destino previsible.
Todo esto no pareciera corresponder con una personalidad como la de Marisela Hernández,
quien comparte su vida de artista con una segunda vida tan diferente como lo es la de
ejercer su otro oficio de investigadora y docente en materias tan absolutamente precisas,
exactas y racionales como las matemáticas superiores y los sistemas informáticos y
cibernéticos, se
diría que su pintura viene a ser lo contrario, y que tal vez sus dos oficios se compensen
recíprocamente en su espíritu, o en su psiquis, si no es que se conectan y se emparentan
mas de lo que se supone.
Desde ese punto de vista el arte de Marisela pertenece (a su manera) al reino de lo
barroco como arte de la incertidumbre y de lo aleatorio, y como arte de lo inconstituible,
pero habría que entender lo barroco sin la ortodoxia ni el reduccionismo tradicional que
implicaría ese término, al cual no puede sustraerse por sus ataduras con lo pulsional y
por la fascinación de lo imponderable, por la atracción de los abismos.
Pero, éste de Marisela no es un arte de vocación romántica ni melancólica, ni tampoco
es un arte del exceso, es una suerte de indagación en pos de lo que para la artista
sería una esencialidad de la expresión, y, al mismo tiempo, sería también una
exploración de su propia identidad y de su interioridad, así, en sus obras, Marisela
encuentra al arte y se encuentra a si misma »
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