2.1. El establecimiento de una política monolingüe castellana (1502-1569).
En este periodo relativamente corto, las políticas
lingüísticas nunca pasaron de un segundo plano. Esta etapa
se caracteriza por la conquista fulminante de los grandes pueblos y culturas amerindias como la azteca, maya, quechua y
aimara. Los españoles utilizaron un buen numero de estos
indígenas para someter a otros grupos. Los aztecas ayudaron
a Pedro de Alvarado en la conquista de mayas y lencas de
Guatemala, Honduras y El Salvador. A su vez, los mayasachies de Guatemala ayudaron al Adelantado en la conquista
de lencas y chortis de Honduras.
Las preocupaciones lingüísticas de los conquistadores
se reducían a las exigencias de las estrategias militares:
aprender lengua de los naturales, apresar indígenas de cada lengua
para enseñarles el español para que, después, estos sirvieran
de interpretes. El proceso inicial de entenderse por señas y,
después, con un reducidísimo numero de palabras, asi como
las terribles confusiones de señas y sonidos de tambores y las
rocambolescas equivocaciones del requerimiento están muy
bien descritas por Enma Martinell (1988) y el requerimiento
por Lewis Hanke (1938).
Hasta la entrada en vigencia de las Nuevas Leyes de
Indias (1542), encomienda, reducciones, cristianización y
enseñanza del castellano formaron un entretejido, bajo la responsabilidad de los encomendederos. La encomienda era la
donacion temporal, por una o dos vidas, de la Corona de indios para trabajar la tierra asignada. Era un tipo de repartimiento dado a los españoles que habian participado activamente en el descubrimiento y en la conquista de los pueblos
amerindios. El encomendero, como contraparte, deberia cuidar la alimentacion y la vida de los indios asignados a su
encomienda y enseñarles, en nombre de Rey, los principios
de la fe y la lengua castellana. Si el encomendero no podia
hacerlo directamente debia pagar a una persona o a un
doctrinero para que lo hiciera.
La ley concerniente a los indios decía:
"También nosotros ordenamos y mandamos que quien
tenga 50 indios o mas en encomienda estará obligado a tener
un muchacho (el que considere mas apto) que haya aprendido a leer y escribir, y lo esencial de nuestra fe para que pueda
mas tarde enseñar a los mencionados indios, porque estos
aceptaran mas fácilmente lo que el diga que lo que los españoles y colonizadores les digan".
Estos hechos, unidos al mal ejemplo de los españoles a los indios que Cortes ya denunciaba en su quinta carta,
impulsan a Carlos V a modificar algunos aspectos de su política para proteger la vida de los indígenas y educarlos en las
buenas costumbres. En una Real Cedula de 1535, encarga a
las ordenes religiosas que funden escuelas para la enseñanza
del castellano a la elite indígena: los hijos de los caciques y
principales. Este es el primer paso para el cambio que se producirá con la emisión de las Nuevas Leyes de Indias en 1542. Estas pretendieron corregir los golpes demográficos
devastadores que los encomenderos habían asestado a la población. Sin eximir totalmente a los encomenderos
de cristianizar a los indios, la Corona transfiere a las ordenes
religiosas el peso fundamental de la conversión e hispanizado
de los naturales. Los religiosos, en especial franciscanos,
mercedarios, agustinos y dominicos, serán los encargados, a
partir de ahora, de lograr pacíficamente las reducciones y de
organizar los pueblos de indios. En estas reducciones se prohibía la entrada de españoles, mestizos y pardos. Asi, las ordenes religiosas acapararon casi exclusivamente el control
de los indígenas en nombre de la Corona.
La política del lenguaje no vario con las Nuevas Leyes. Carlos V, en su Real Cedula, dada en Valladolid el 7 de junio
de 1550 y enviada a los provinciales de los dominicos, agustinos y franciscanos de la Nueva España, señalaba:
"Como una de las principales cosas que Nos deseamos
para el bien de esa tierra es la salvación e instrucción y conversión a nuestra santa Fe Católica de los naturales Della, y
que también tomen policía y buenas costumbres; y asi tratando de los medios que para este fin se podrían tener, ha parecido que uno dellos y el mas principal seria dar orden como a
esas gentes se les enseñase nuestra lengua castellana, porque
sabida esta, con mas facilidad podrían ser doctrinados en las
cosas del Santo Evangelio y conseguir todo lo demás que les
conviene su manera de vivir".
La utilización del castellano como lengua oficial y única de evangelización enfrento a las ordenes religiosas, desde
los primeros momentos de la Colonia, a problemas insolubles. Inicialmente comenzaron la evangelización utilizando
simultáneamente tres mecanismos: las señas y los símbolos,
el latín para los principales sacramentos y los interpretes
"nagualtatos" para los sermones y la confesion. El castellano
quedaba relegado a la comunicación entre españoles,
transgrediendo asi las ordenes religiosas, en especial los franciscanos, la legislación vigente.
Como puede verse solo la pequeña provincia de Honduras era una autentica "torre de Babel" en el aspecto. Piénsese en su gran diversidad, si a las lenguas habladas
en Honduras les añadimos las del resto de las provincias del
Reino de Nueva España. Al numero de idiomas existentes en
ese momento de la colonización debe añadirse las variantes
dialectales de cada una de ellas para poder imaginarse el enorme problema que enfrentaron los doctrineros encargados de
la. La existencia de un gran numero de
hablantes de lengua nahuatl en el poblado valle de México y
la existencia de numerosos enclaves nahuas en El Salvador,
Honduras y Nicaragua les condujo a la creencia de que esa
era la lengua ideal de evangelización para todos los indios de
la Nueva España.
Las presiones de los frailes, especialmente los franciscanos, de los obispos de México, Oaxaca y Guatemala a Carlos V para que modificara su política del lenguaje, haciendo
que el nahuatl fuera la lengua de evangelización para la Nueva España, no tuvieron éxito, pero su pertinaz constancia logro finalmente que Felipe II les oyera y modificara la política
del lenguaje instaurada por los Reyes Catolicos.
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