Domingo
Por: Divina Alvarenga
Alegres, reborbotean las mariposas.
Por el camino tapizado de hojas.
Con la sombra de bambú entre cruzados.
Con la caída del río y con los lirios.
Niñez feliz, con domingos de mar.
De sol ardiente, de playa y arena.
De ti, de tu voz, de nosotras bailando.
Al son del viento y del golpeteo de la olas
Después domingo triste, de universidad.
Hambres en las calles, niños y niñas.
Limpiando parabrisas de los carros.
En las alturas de las Honduras,
donde las calles la tapiza la pobreza.
Reflejada en el mirar de la desesperanza.
¡Oh¡ Tegucigalpa, aun así me encantas,
te amo a pesar del dolor que aun me causa,
tu aire contaminado, tus quebradas enfermas
con un blanco lechoso, con un mundo de basura.
Quisiera transformarme en tu redentora,
cuidar día y noche tus edificios coloniales,
tus calles empedradas, tus parques abandonados
enseñarles a los que están aquí a amarte y amarte.
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