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EL SÉPTIMO DÍA

(Sergio Fritz Roa)

 El séptimo día de la Creación no ha terminado; pues Dios en su inmenso amor y compasión no cesa de generar el Verbo

En tal labor de infinita germinación, el Alquimista se presenta como un colaborador celestial. Su trabajo intenta ser armonía que crea universos, sinfonía que lanzada en todas direcciones busca perfeccionar los reinos externo e interno de la Naturaleza.

Aquí reside ese Secreto de los Secretos tan cuidado por los Sabios de todos los tiempos. Pues quien comprende y hace carne la Verdad anterior, posee las Llaves del Reino (*1)

 

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Es conveniente indicar que aun en este sombrío eón, muchos son quienes hablan del Oro de los Filósofos... Pero, ¿quién ha visto su incesante fulgor?

Detengámonos un momento siquiera... No vaya ser que la Verdad por simple que es pase frente a nuestros ojos sin que nosotros percibamos su destello crepuscular.

El Oro...¡ese astro mineral!...no es el oro vulgar. Lo dicen y repiten hasta el cansancio los hijos de Hermes. Entonces, ¿para qué gastar nuestra vida y dinero por conseguir algo equivocado? He aquí la encrucijada que la Alquimia nos invita a descifrar. ¿Qué Mercurio, qué Oro, qué Azufre? Antes de empezar a experimentar como seres descontrolados, tomemos el Espejo y preguntemos: ¿qué estoy persiguiendo? Sí, Hermanos, ¡no vaya a ser que la Esfinge sea más astuta que nosotros, pretendidos Hijos de Mercurio! (*2)

 

Lo decimos con toda certeza: el Oro de los Filósofos es el Pan del cual tanto se habla en la Biblia, es el Maná que bajó del cielo - como ese rocío que trata el Mutus Liber-, respecto del cual se han abierto las más increíbles polémicas acerca de cuál sería su identidad. Este Pan es: Virtud, Alimento Celestial y Don de Dios. Por ello no se puede comprar, ni transar en las Bolsas de Comercio, aunque Mercurio sea el patrón de este... Esta bendición se toma por asalto o por meditación, o ambas. No hay otra forma.

***

Llegará un día que la Luz triunfará, y las tinieblas se harán Luz.

Para que aquel prodigioso futuro se acerque, está nuestra Ciencia. Quien haga del Azufre un Mercurio y del Mercurio un Rey Radiante, será un Sacerdote de nuestro Templo, que es, por cierto, el de Salomón (SAL+AMÓN).

Pues Cristo nació en un humilde pesebre (conjunción del término castellano PEZ, que para los Alquimistas es tan importante + el griego EBRIUS, exaltado; o sea, el lugar donde habita ese pez mercurial exaltado, que es el motivo central de la Alquimia o tema de los Sabios), o mejor aun: en una gruta (sede mineral). Y ascendió al reino de su Padre. ¡El conoció del Azufre para hacerse Oro! Es entonces Rebis (dos cosas): Rey y Sacerdote.

¿Quién de nosotros podría hacer lo mismo?

¿Quién es capaz de tallar esa materia oscura y tosca que se representa en esa Biblia del Hermetismo titulada Las Moradas Filosofales, y que su autor, el Adepto Fulcanelli, llama GNOMO (del griego NOMEN, nombre; y de NUMEN, voluntad, pero también inspiración divina, término más cercano a la interpretación que exige el caso)?

¡No os confundáis! No necesitáis más Tratado que la Biblia y la Tabla Esmeraldina. Y menos aun requieres: basta la continua Oración y observación de la Naturaleza sublime. A través de ellas se te dará la Clave; luego podrás tomar un texto de algún Sabio, y recién allí sabrás cómo practicar el solve et coagula; ¡pero no antes!

Quien no entre al Oratorio, de nada le servirá practicar en el Laboratorio. Pues si no se recibe el Don Divino, del cual en otro trabajo hicimos un breve estudio (ver "El jardín Hermético"), fácil es perderse en el Laberinto del Minotauro, sin tener ningún Hilo de Ariadna para regresar.

Pues una Joya, en forma de frase, nos fue revelada por un gran Hermano: fácil es entrar, mas difícil es salir.

Grabad estas palabras en vuestro corazón, agradeciéndole siempre al Creador, la caridad que implica estar vivo, y el haber tenido acceso a lo que es la Ciencia Divina.

 

NOTAS:

(1)= Recordemos que quien cuida las Llaves del Cielo es San PEDRO; y que Pedro en latín es PETRUS, piedra. ¡San Pedro sería el Guardián de la Piedra Filosofal! El pilar de la Santa Iglesia Católica es, en un sentido hermético y que desconoce la actual jerarquía eclesiástica, la Piedra Bruta que ha de trabajar el Artista. La Piedra que es base de la creación espiritual.

(2)= Hermes o Mercurio ciertamente no es cualquier Dios. Su astucia lo llevó a inventar el comercio... lo cual debiera hacernos pensar en algo muy importante respecto a esa cualidad hoy perdida, llamada "ingenio", de la cual debe echar mano el Filósofo y que muy bien es descripta por los grandes escritores del Siglo de Oro Español, como por genios hermetistas entre los que sobresalen Rabelais o Swift, para quienes el término Virtud nada tiene que ver con moral, como mal creen los modernos. Es el Truco rabelaisiano que tanto repiten Fulcanelli y Canseliet. Es en términos cristianos tomar el Cielo por asalto.

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(Santiago de Chile, 27 de Noviembre de 2001)

 

 

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