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“¿Cómo puede el agua hacer cosas tan grandes?”

 

Introducción: Hemos dicho cosas grandes y gloriosas acerca del bautismo: “Obra el perdón de los pecados, libra de la muerte y del diablo, y da salvación eterna a todos los que creen lo que dicen las palabras y promesas de Dios.” Esto nos hace preguntar: ¿Cómo es que el bautismo tiene tan gran efecto? ¿Qué es lo que da tal poder? Nuestro catecismo hace esa pregunta, da la respuesta correcta a ella, y la prueba de la palabra de Dios. Nuestro catecismo luego pregunta: “¿Cómo puede hacer el agua cosas tan grandes?”

 

1. Nuestro catecismo nos muestra qué no es el origen de tal poder y efecto en el bautismo, o sea, no del agua. Pregunta 289.

 

a. “¿Cómo puede hacer el agua cosas tan grandes?”, pregunta nuestro catecismo. Esta pregunta se refiere a la parte anterior. Las cosas tan grandes de que aquí se hablan son precisamente lo que hemos oído como el beneficio del bautismo: el perdón de los pecados, liberación de la muerte y del diablo y la salvación eterna. Son verdaderamente cosas grandes, las más grandes y gloriosas que hay en el cielo y en la tierra, tanto que no podemos comprender totalmente su grandeza y gloria. Ningún hombre puede producirlas mediante su habilidad y arte, de modo que nadie con toda su riqueza y tesoro de este mundo pueda comprarlos. El bautismo nos da tales beneficios.

 

b. La razón humana pregunta: “¿Cómo puede el agua hacer cosas tan grandes?” ¿Cómo puede ser posible que un poco de agua obre tales cosas? Las sectas y entusiastas que no creen que el bautismo haga tales cosas, sino lo ven como una ceremonia vacía, siempre nos retan con esta pregunta. Frecuentemente se ríen de nuestra fe y de la doctrina bíblica del provecho y la bendición del bautismo. Dicen: ¿En qué puede ayudar a un niño que se le rocíe un poco de agua sobre su cabeza, o se meta en el agua? ¿Cómo puede esto producir que tenga el perdón de pecados, que se haga hijo de Dios y que reciba la eterna salvación? A tales preguntas nuestro catecismo contesta: “El agua en verdad no las hace.” El agua en sí no es tan potente, y no puede producir tales cosas. El agua puede limpiar nuestro cuerpo de la suciedad externa, pero no puede purificar el alma de la suciedad del pecado ni tampoco redimir de la muerte y del diablo ni salvar. Si no hubiera otra cosa en el bautismo que el agua, entonces seguramente no podría hacer tales cosas tan grandes.

 

2. Ahora nuestro catecismo nos muestra por qué el bautismo tiene tan gran efecto. Pregunta 248.

 

a. “El agua en verdad no las hace,” contesta nuestro catecismo a nuestras preguntas. Y luego sigue: “sino la palabra de Dios que está en unión con el agua.” La palabra de Dios da al bautismo su gran poder. Pero, debemos notarlo bien, es la palabra de Dios “que está en unión con el agua”. El agua también es necesaria para el bautismo y la salvación. Dios mandó y ordenó que se tome agua y se bautice. El que quisiera bautizar sin agua y decir: yo me adhiero a la palabra de Dios, porque eso es lo principal, seguramente no tendrá ningún beneficio y provecho de ello. Estará rechazando el consejo de Dios acerca de él. El bautismo, como dice Pablo el apóstol en Efesios 6:25-26, es “el lavamiento de agua por la palabra.” El agua y la palabra siempre tienen que estar juntas. Pero de estas dos cosas no es el agua, sino la palabra de Dios que da al bautismo su gran poder. En resumen, lo que da al bautismo su poder es que nosotros por el mandato de Dios seamos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y en el bautismo nosotros entramos en comunión con el Dios trino.

 

Y Dios ha agregado una palabra de promesa al agua, que el que creyere y fuere bautizado será salvo. Dios, el todopoderoso, promete que él mediante su palabra pondrá en el bautismo ese gran poder y efecto. Él es capaz de hacer lo que él quiere. Dios es fiel. Lo que promete, lo cumple. La palabra de Dios, que está con el agua, lleva a cabo las grandes cosas en el bautismo.

 

b. Nuestro catecismo añade: “Y la fe que se apoya en dicha palabra de Dios ligada con el agua.” Junto con la palabra de Dios en el bautismo tiene que haber también la fe para que el bautismo nos sea provechoso. El catecismo no quiere decir con esto que la fe ponga estas grandes cosas en el bautismo y las obre. Esto viene solamente por la palabra de Dios que está en unión con el agua. Solamente por ella da el bautismo el perdón de los pecados, liberación de la muerte y del diablo y la eterna salvación. Estas grandes cosas son distribuidas y ofrecidas aún cuando nosotros no creamos las palabras de Dios. No debemos fundar nuestro bautismo en nuestra fe. — Pero tenemos que recibir estos grandes tesoros que Dios da en el bautismo por medio de su palabra, cosa que sucede, como hemos oído ya, por la fe. La fe confía en la palabra de Dios. Pone su confianza no tanto en el agua, sino en la palabra de Dios, pero en la palabra de Dios en unión con el agua. La fe no divide al agua y la palabra en el bautismo. Se edifica sobre la palabra y promesa de Dios y confía en ella, y recibe el elemento externo como un sello que da énfasis a esa promesa. En cuanto la fe confía en la palabra de Dios en unión con el agua, toma del bautismo todos los beneficios de gracia que Dios ha puesto en él, y tiene el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Así no fundamos nuestro bautismo sobre nuestra fe, sino nuestra fe sobre nuestro bautismo. (“Sin embargo, esos guías ciegos no quieren ver que la fe necesita tener algo que pueda creer, esto es, algo a qué atenerse y sobre lo cual fundarse y basarse. Así, pues, la fe está relegada al agua y cree que ella es el bautismo que encierra en sí pura salvación y vida; pero, como antes se dijo suficientemente, no por el agua como tal, sino por el hecho de ir unida a la palabra y al mandato divinos y porque su nombre está adherido a ella. Y cuando creo en esto, ¿no creo yo, acaso, sino en Dios como aquél que ha dado e implantado su palabra en el bautismo y que nos propone esta cosa externa para que podamos captar ahí tal tesoro?” Catecismo Mayor, Bautismo, #29) Es cierto que, como hemos aprendido muchas veces, solamente por medio de la fe en Cristo recibimos el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Pero esto no está en contradicción con decir que la fe toma del bautismo el perdón de pecados, la vida y la salvación. Estos son precisamente los beneficios, ganados por Cristo, que Dios ha puesto en el santo bautismo. Cuando nuestra fe confía en la palabra de Dios en unión con el agua, confía en Cristo, nuestro Salvador, quien ha ganado para nosotros estos beneficios.

 

3. Nuestro catecismo finalmente nos demuestra que el bautismo tiene que tener este gran poder y efecto debido a la palabra de Dios que está en él. Preguntas 248,249.

 

a. “Porque sin la palabra de Dios el agua es simple agua, y no es bautismo,” dice el catecismo. No dice sin la palabra de Dios y la fe, sino solamente “sin la palabra de Dios.” Vemos, en consecuencia, que es solamente a causa de la palabra de Dios, no de nuestra fe, que el bautismo tiene su poder y efecto. — Si no hubiera palabra de Dios en el bautismo, sería simple agua, o sea, agua común y terrenal. No sería ningún bautismo, ningún sacramento. En ese caso el bautismo no podría obrar más que cualquier otro agua terrenal.

 

b. “Pero con la palabra de Dios sí es bautismo, es decir, es un agua de vida, llena de gracia.” En el bautismo, el agua está en unión con la palabra de Dios, el nombre del Dios trino; y así es realmente un bautismo, un agua de vida, que obra y hace grandes cosas en nosotros. Ahora el bautismo no es simple agua, sino una en la cual abunda la gracia. En donde está la palabra y el nombre de Dios, allí tiene que haber pura gracia. A través de la palabra de Dios están en el bautismo todos los tesoros de su gracia. Porque está la palabra de Dios, el bautismo es un agua de vida, o sea, una que obra nueva vida espiritual. Por eso el bautismo también se llama

 

c. “Un lavamiento de regeneración en el Espíritu Santo.” Nuestro catecismo prueba por la Sagrada Escritura que tenemos el derecho de llamar así al bautismo. Pablo, en su Epístola a Tito, en el tercer capítulo, llama al bautismo “el lavamiento de regeneración en el Espíritu Santo.” ¿Qué quiere decir cuando el bautismo se llama un lavamiento de regeneración? Afirma que el bautismo obra en nosotros la regeneración. Ya oímos en el tercer artículo del Credo que la regeneración se identifica con la conversión. Esta conversión, o la regeneración, sucede a través de la fe en Cristo. Como llegamos a ser hijos de nuestros padres naturales por medio del nacimiento natural, de la misma forma llegamos a ser hijos de Dios por medio de esta regeneración, o por medio de la fe. El bautismo obra en nosotros esta fe, y por eso se llama y es un lavamiento de regeneración. — El bautismo es un lavamiento de regeneración. Debemos nuestra vida natural del cuerpo a nuestro nacimiento natural. Debemos nuestra nueva vida espiritual a nuestro nuevo nacimiento. El apóstol nos dice (Efesios 2:1) que estábamos muertos en delitos y pecados. En este estado están todos los hombres por naturaleza. Pero por medio de la fe en Cristo salimos de la muerte del pecado y comienza en nosotros una nueva vida espiritual. Podemos empezar a hacer el bien y andar según la palabra y los mandamientos de Dios. La razón por la cual el bautismo se llama un lavamiento de regeneración es que obra en nosotros la fe y así al mismo tiempo una nueva vida espiritual.

 

Aprendimos en el tercer artículo que el Espíritu Santo nos trajo a la fe en Cristo y nos hizo que  naciéramos de nuevo y fuéramos renovados. Pero también vimos que el Espíritu Santo no hace esta obra sin medios, sino a través de determinados medios. Uno de estos medios es el santo bautismo. El Espíritu Santo obra la regeneración en nosotros al conducirnos a la fe en Cristo y renovarnos, implanta en nosotros la nueva vida espiritual. Así el bautismo es un lavamiento de regeneración y la renovación en el Espíritu Santo, y se llama así en la Biblia porque en el bautismo el Espíritu Santo obra en nosotros la fe y con ella también una nueva vida espiritual. —El bautismo es verdaderamente un medio de gracia, es decir, un medio por el cual el Espíritu Santo obra en nosotros. Dios puso en el bautismo los dones de gracia que Cristo ganó por nosotros por medio de su sufrimiento y muerte. Allí estos dones se nos ofrecen, se distribuyen y se hacen nuestros. Pero el Espíritu Santo también obra en nosotros la verdadera fe, el modo por el cual recibimos estos grandes dones de gracia, para que realmente se hagan nuestros. De esta manera por la gracia de nuestro Señor Jesucristo somos justos y herederos de la vida eterna.

 

CONCLUSIÓN: Es sumamente importante que, en oposición a todas las sectas que niegan o rebajan el bautismo para hacerlo una ceremonia vacía, nosotros mantengamos firmemente que el bautismo realmente es un medio de gracia por el cual el Espíritu Santo obra la fe en nuestros niños y los hace herederos de la vida eterna. Así nuestro bautismo será nuestro consuelo durante toda nuestra vida.