Esteban Cyenowiec

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Teléfono

 

 

Esteban Cyenowiec

Suena el teléfono.

Vuelve a sonar el teléfono.

Suena dos veces más.

—Hola...

—Hola, ¿qué hacés?...

—¡Ahh! Sos vos, ¿cómo andás?

—Bien, ahí ando. Te llamaba por una cosa: la luna de la bandera de Túnez, ¿para qué lado está?

—Para la derecha sin duda

—Listo, mil gracias.

—Chau, nos vemos.

  No creo que mi cerebro esté funcionando del todo bien.

No es que antes fuese una luminaria, pero podía conectar dos hechos seguidos y producir un pensamiento coherente en menos de dos horas, o al menos no babear cada tres palabras.

Tengo que dejar de engañarme, debo ser un poco idiota, ésa sería una explicación más sencilla y honesta.

  El teléfono suena otras tres veces.

—Hola...

—Buenas tardes, ¿podría usted decirme qué le encuentra de lindo a ir a tomar cafés todo el tiempo?

—No lo sé. Me gusta charlar con amigos en un café. Me gustan esos lugares y me gusta el café.

—Las mujeres con las que toma usted siempre café, ¿son todas amigas?...Mmmm... no, creo que no, pero no estoy del todo convencido sobre eso. ¿Por qué me molesta con esto, a usted qué le importa?. Adiós.

 

El otro día estaba operando una rata para sacarle un ganglio y a ésta se le ocurrió morirse. La reviví en total cinco veces (es una forma retórica de decir que volvió a respirar espasmódicamente), y al final terminó muerta y yo la llamé Lázaro.

           

El teléfono otra vez. Hoy andan pesados con el aparato.

—Sí...

—Hola querido...

—¡Mamá! Hola, ¿qué tal?

Escucháme bien, esta tarde oí en la radió a un médico muy prestigioso decir que la verdura sirve para arrastrar los residuos que quedan en el intestino, y así previene el cáncer. ¿Estás comiendo fibras, alguna verdura y fruta? (No lo puedo creer) ¿me llamaste sólo para eso?

—¿Te parece poco?. Es importante...

—Bueno, hablamos después, tengo cosas que hacer

—Si atendé, ¿vas a salir esta noche? Abrigáte que está pronosticado mucho frío.

—Chau.

—Un beso.

 

Siempre dije que yo debí ser negro. Nacen sabiendo música y bailan como los dioses. Como yo nací blanco y sudamericano, lo mío va por otro lado: soy mediocre y con aspiraciones intelectuales inalcanzables. Cualquier cosa que se me ocurra hacer va a costarme un trabajo infinito y nadie se va a percatar que hubo algún cambio en algún lado. Voy a pasar desapercibido.

Yo no me voy a enamorar de una mujer común y corriente, con la cual pueda pasar mis días armoniosa y llanamente, rutinaria y sin terremotos emocionales, nooo..., yo me enamoro de la representación terrestre del big bang.

Anoche creí que yo era un camarón y que me iban a comer salteado con ajo, me desperté transpirando y el ventilador no paraba de dar vueltas, así que me quedé mirándolo y me dormí otra vez.

Todas las mañanas de los últimos tiempos me despierto con la sensación de que algo hice mal y voy a pagar por eso el resto de mis días.

Teleeefonoooo...

—¿¿¿Siii???

Hooola... lindo ¿cómo estás?

—Hola Mariana, ¿qué hacés?

—¿Te venís a tomas unos mates con nosotros al río?

—¿Cuando?

—Ya... vestite y venite para acá

(Dios, esto es lo peor que me puede pasar. Alguien debe disfrutar haciendome sufrir)

no vieja... estoy con un despelote enorme, ni por casualidad puedo hoy.

—Dale!, no seas amargo...

—No... lo siento, después te llamo y charlamos...

—¡Estás hecho un viejo choto!

—Después hablamos... chau

 

¿Por qué tengo que hacer cosas que no quiero?

El otro día me estaba por tomar un tecito de estricnina para ver si se arreglaban un poco las cosas, pero me encontré con que no tenía fósforos para prender la hornalla porque los había usado todos unos pocos días antes tratando de prenderme fuego como un bonzo.

 

Vuelve a sonar el teléfono, ya me está cansando ese teléfono. ¿Todo el mundo tiene que llamar hoy?

Holaaa...

—Hola Esteban.

—Si, ¿quién habla?

—Soy yo, Esteban...

—Ah, sos yo, ¡otra vez!

Dejáte de pavadas por favor, terminá de escribir incoherencias y ponete a hacer algo útil con tu vida

—No puedo, esto es a lo máximo a lo que llego, hacé el favor de no volver a molestarme.

Sos un idiota...

—Si, ya lo sé. ¡Chau!

Voy a dejar descolgado el teléfono.

 

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El autor es argentino. Estudió la Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires.

Publicaciones: Revista literaria La Ballena Blanca. Nº 4. Cuatro Cuentos. Artículos de divulgación científica en Revista Exactamente, y en página web www.latinsalud.com

 

Mención de honor en el VIII concurso de Poesía y Cuento del Río de La Plata, de la Editorial Baobab. Cuento La Agenda.