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Edgar Allan Poe

El gato negro

Enrique García Díaz

Velarde

            El gato negro, es uno de los cuentos de terror más relevantes del escritor estadounidense. Fue publicado en el periódico Saturday Evening Post en 1943. Para los críticos este relato es uno de los más espeluznantes de los creados por Poe. Pero es al mismo tiempo que espeluznante, psicológico. En este relato podemos encontrar tres elementos en los que detenernos a la hora de estudiar su contenido. Son el mencionado terror psicológico, la demencia sádica o enajenación, y el arte.

            El relato está narrado en primera persona, y de la cual sabemos que está casado y que le gustan los animales domésticos. De aquí surge su afición a los gatos, y más en concreto a los de color negro. Sin embargo, llama la atención la superstición por parte de su esposa hacia el gato. Lo asocia con temas ocultos, con la brujería, y demás simbolismos. En el protagonista por su parte, comienza una especie de terror psicológico hacia el gato, de obsesión provocado por el alcohol. Piensa que lo evita y al parecer este hecho le sienta mal. El gato, intuyendo su maldad, lo muerde cuando él lo coge; pero este hecho lo que provoca en el protagonista es un terror demoníaco que lo lleva a maltratar al gato. Todo ello bajo la influencia del alcohol y de cierta manía hacia el animal provocada por éste. Su maltrato consiste en sacarle un ojo con su cortaplumas.

            Aquí tenemos hacer un alto para establecer una comparación con otro relato de Allan Poe, El corazón delator donde el protagonista vive obsesionado con “el ojo de buitre del viejo”, como él lo califica. Y no para hasta acabar con él y extraérselo. Un cierto tipo también de obsesión, de terror psicológico que lo persigue. En estos dos protagonistas sufren unos accesos de demencia sádica. En el caso del relato de El gato negro, producido por el alcohol; mientras en El corazón delator es congénito.

          Una vez que los vapores del alcohol se han disipado de su mente, vemos cierto remordimiento en el protagonista cuando a la mañana siguiente se da cuenta de lo que ha hecho. Pero al momento decide ahogar sus recuerdos para no sentirse mal. Su sadismo y perversidad lo llevan a ahorcar al gato sin motivo alguno, salvo porque sabía que lo había querido. En el caso de El corazón delator vemos al protagonista acrecentar su sadismo extrayendo el corazón del muerto y enterrándolo bajo las tablas que forman el suelo de la habitación. Aquí llegamos a un punto de inflexión en el relato. Su casa se incendia sin dejar rastro alguno. Y el protagonista debe empezar de nuevo su vida. Pero es curioso cómo pese a ello sigue obsesionado con el gato, y cree ver su silueta dibujada por el humo en una pared. El alcohol vuelve a afectarle. En un principio porque bajo sus efectos adopta un nuevo gato. Y poco tiempo después comienza a sentir la misma antipatía que con el primero. Podríamos calificar de cíclica su experiencia porque va a volver s repetirse lo sucedido con el primer gato. Pero a diferencia del primero este gato ya estaba tuerto lo cual lo enfurece aún más. Pero lo que más contribuye a su desenlace es el cariño que el gato le toma a él y que parece aborrecer. La situación llega a su clímax cuando casi lo hace caer escaleras abajo del sótano. Es entonces cuando llevado por el odio y la furia que siente hacia el gato, coge un hacha para acabar con él. Pero a quien finalmente mata es a su mujer por tratar de defenderlo. Vemos entonces la sangre fría del personaje la misma que la que tiene en El corazón delator. Decide ocultar el cadáver en el sótano detrás de una pared como en la Edad Media. Al mismo tiempo este pasaje nos recuerda a otro relato famoso de Poe, El barril de amontillado en el que el protagonista empareda a su agresor con una sangre fría pasmosa. 

         Otra similitud que encontramos entre este relato y El corazón delator es la aparición de la policía para investigar el crimen. Pero en ambos casos el protagonista se ve traicionado por el objeto de su obsesión. El gato, que no aparecía por ningún lado, había sido enterrado vivo con el cadáver de su esposa. Y su aparición es repentina pero acertada pues con sus quejidos alerta a los policías. Al momento comienzan a derribar el muro y descubren el cadáver corrompido de la esposa con el gato sobre su cabeza. En el caso de El corazón delator, la obsesión que sufre el protagonista, quien cree estar escuchando los latidos del corazón del viejo, son la prueba inequívoca de su crimen. Fruto de esa obsesión se auto inculpa porque piensa que los policías también lo están escuchando y saben lo que ha sucedido, y se están en cierto modo riendo de él.

           En el relato de El gato negro, éste es el motivo de su obsesión, el causante del asesinato de su esposa, y al mismo tiempo es acusador y juez. Con su acción (chillidos) no hace sino delatar al protagonista ya fuera por el hecho de que matara a su esposa por defenderlo; o por el odio que el protagonista sentía por él. Su obsesión, al igual que en el caso de El corazón delator como indica su propio título, lo delata señalándolo como culpable. El protagonista se autoinculpa del crimen cometido debido a que no puede soportar el terror psicológico que le provoca esa obsesión.

 

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Escritor español


Doctor en Filología inglesa. Autor de contenido para proyectos de IBM. Colaborador literario.
 

 

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En el 2012 se publicó La guardiana del Manuscrito en la Editorial Mundos Épicos


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