Enrique García Díaz

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La importancia de la traducción

Enrique García Díaz

 

           En numerosas ocasiones no somos conscientes de la importancia que tiene una buena traducción. El éxito o fracaso de una obra literaria puede depender en mayor o menor medida de la traducción que se haya hecho de ésta. No es costumbre que la crítica se centre en dicha traducción, a la hora de evaluar una novela, sino en los aspectos literarios de la misma. Y cuando un crítico se centra en la traducción, suele hacerlo de pasada; sin considerarlo como algo importante e incluso esencial para el éxito o el fracaso de una obra. Sin embargo, debemos reconocer y señalar que una buena traducción es vital para que una novela, o un poema obtengan un mayor éxito. A nadie nos gusta leer expresiones, o palabras que no encajan en la lengua del siglo XXI. Hay ocasiones en las que nos encontramos con traducciones que no guardan sentido con la palabra original traducida; o que bien pudieran dar cabida a otro elemento lingüístico más apropiado a los tiempos actuales. Y es que la lengua es una herramienta en constante evolución, y para el traductor es su herramienta de trabajo.

            La traducción es una nueva forma para el contenido de la obra traducida. El contenido de dicha obra debe ser el mismo. Debe ser exacto. Y es aquí donde radica la importancia, y al mismo tiempo la dificultad de la traducción literaria. Cuando el traductor tiene que expresar en su propia lengua los sentimientos, ideas, o explicaciones que el autor original ha creado. De este modo el traductor debe buscar y encontrar el término lingüístico que más se aproxime al original, ya que de otro modo no estará recogiendo el sentimiento del autor. Por ello es muy difícil expresar el mismo sentimiento, y el mismo sentido del original, en la lengua a la que traducimos. La traducción se acercará en todo lo posible al original, y cuanto más lo haga más éxito cobrará ésta. Alcanzarla es prácticamente imposible, aunque hay numerosos ejemplos de ello. Pero también le es imposible, o muy difícil hacerlo al escritor, frente a sus propios lectores, y en su propia lengua: la de transmitir a éstos la idea que él ha preconcebido en su mente. La emoción que él ha experimentado al crear esos personajes, o esa trama que luego plasma en el papel. La manera en como el autor se identifica con la trama, con los personajes, en definitiva con la propia creación. Ni siquiera es capaz de hacerle sentir a dos lectores distintos lo mismo. Pese a todo, la traducción es hoy en día de vital importancia para la literatura, ya que en ocasiones nos ha sacado a la luz obras desconocidas, que gracias a su traducción se han hecho públicas.   Algunos teóricos de la traducción y algunos traductores, han señalado como meta deseable que el texto de llegada, o traducido produzca en los lectores el mismo efecto que el original en los suyos. Pero ello plantea serias dificultades como ya hemos señalado dependiendo de cada lector.

            Al hablar de la calidad del texto traducido nos encontramos con otro tema espinoso: la aceptación por parte del autor de esa traducción. El autor debe ser consciente de que cuando su obra se traduce a otra lengua su texto original va a verse alterado. Si no lo acepta, sufrirá un desengaño a la hora de leerlo en otra lengua. En ocasiones se puede traducir el texto original de manera literal, porque ambos expresan lo mismo. El problema radica cuando no existe un término equivalente en la lengua a la que se traduce, para el original. Es entonces cuando hay que dar un rodeo; o emplear alguna expresión que puede cambia o alterar algún matiz del original. En otras ocasiones se han dado casos de que el original no guardaba relación con el texto traducido.  Si podemos leer un texto en versión original, y posteriormente su traducción podemos llegar a la conclusión de que pese a ser el mismo, no hemos sentido los mismo. En este sentido planteamos la siguiente cuestión: ¿traducción literal o traducción oblicua?.

            La traducción literal puede ser considerada como un “procedimiento de traducción” perfectamente legítima, si existe una correspondencia de estructura y significado entre la lengua de partida y la de llegada. En esos casos la traducción no debe alterarse. Sin embargo, son muy pocos los casos en los que la traducción literal se da en una novela. Hay casos en los que una traducción literal no capta el mensaje del original; no expresa el mismo significado que el del original y por lo tanto no vale. Si es válida para documentos técnicos, científicos, jurídicos... pero no en el caso de una composición literaria: (novela, poesía o teatro).

            En el caso de la traducción oblicua o libre, ésta debe atender siempre al mensaje, al contenido y las ideas del original. Para lograrlo el traductor debe apartarse de la forma original del texto, y adaptarlo a la lengua a la que lo traduce. En el caso de la poesía  las transmutaciones suelen ser mayores que en la prosa, ya que a la hora de adaptar el lenguaje de la poesía a la fonética de la lengua a la que se traduce es una tarea bastante ardua. A veces llega a ser imposible al tratarse de dos sistemas lingüísticos imposibles que no coinciden casi nunca. En el caso de obras como The Bruce (poema épico que narra las hazañas del rey escocés Robert Bruce y su victoria sobre los ingleses en la batalla de Bannockburn); o La Chanson de Roland   o El poema del Mío Cid el lector sabe que va a encontrarse como palabras, expresiones y estructuras arcaicas como las que puede encontrar en los documentos de dichas épocas. Ese tipo de lectores puede esperar que un texto medieval traducido refleje algunas de esas características. Es un rasgo que indica al lector que la traducción ha pretendido ser lo más fiel posible al original. El traductor sabe que cuando traduce un poema sabe que tiene que reproducir el mismo poema que tiene frente a sus ojos.

La traducción es esencial en la literatura para sacar a la luz obras desconocidas para el público lector.  Todo aquel que no es capaz de leer una novela en versión original debe aferrarse a la traducción de la misma como una tabla de salvación, si quiere leerla. Y aceptará como buena, que no única, dicha traducción. Por el contrario aquellos que podemos leer en varias lenguas , y contrastar el original con su equivalente traducido nos damos cuenta de lo difícil que es hacer llegar al lector los mismos sentimientos que nos produce el original. Y aún sabiendo esto no dejamos de leer traducciones todos los días, ya que en muchas ocasiones es la única manera que tenemos para llegar a un determinado texto.  

 

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Escritor español


Doctor en Filología inglesa. Autor de contenido para proyectos de IBM. Colaborador literario.
 

 

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En el 2012 se publicó La guardiana del Manuscrito en la Editorial Mundos Épicos


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