Enrique García Díaz

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Walter Scott y la Novela Histórica Española del Siglo XIX

 

Enrique García Díaz

          Para muchos críticos la novela histórica surgió de la pluma del escritor escocés Sir Walter Scott cuando en 1814 publicó su primera novela Waverley, or ‘Tis Sixty Years Since. Su acogida fue un hito sin precedente en la literatura de entonces. Dado este éxito sin precedentes Scott decidió emprender su carrera novelística convirtiendo la historia de Escocia en el objeto principal de sus novelas. Las Waverley Novels, apelativo con el que se conoció a su narrativa, no sólo no se convirtieron en las novelas más leídas durantes años, sino que ejercieron una influencia destacada sobre escritores posteriores en todo el mundo. Su influencia, como expondremos en este breve estudio, llegó también a España donde sus novelas fueron traducidas entre los años 1829 y 1832.

 


Walter Scott y la novela histórica en España


           Cuando Walter Scott publicó en 1814 su obra Waverley, or ‘Tis Sixty Years Since no era consciente de la repercusión de su obra. No era tampoco consciente de que había creado un nuevo género literario que rápidamente se expandió por toda Europa y América. El hecho de contar las épocas más turbulentas de Escocia desde el punto de vista del pueblo llano, hizo que pronto sus novelas fueran objeto de lectura y de imitación. Sus descripciones sobre los paisajes idílicos de las Highlands, el estilo de vida de los clanes escoceses, de los sajones, o de la sociedad escocesa cautivaron a millones de lectores. Sus obras comenzaron a traducirse a todos los idiomas incluido el castellano. De este modo a comienzos del siglo XIX el gusto literario de los lectores españoles se transforma mucho antes que el de los propios escritores. Este público lee con avidez las traducciones de obras procedentes de otras literaturas, y más en concreto de Inglaterra. Las novelas de Samuel Richardson, Oliver Goldsmith, Anne Radcliffe, o las de la escritora francesa Sophie Cottin entre otros copan los ratos dedicados a la lectura de los españoles. Un poco más tarde aparecen las obras de James Fenimore Cooper y por supuesto Walter Scott. No obstante el lector español no tiene a mano una información que habla de la influencia de Scott en otras literaturas extranjeras. Francia, Alemania, Holanda, Italia o Rusia en Europa, y Estados Unidos son los primeros países cuyas literaturas reciben el influjo del escritor escocés. No obstante, pese a que en estos países los escritores de novelas históricas intentaron copiar o imitar el estilo de Scott no lo lograron. Las numerosas traducciones de las Waverley Novels llevadas a cabo entre los años 1829 y 1832 provocaron en gran medida la proliferación de novelas históricas en un intento por imitar su estilo. La venta de obras de escritores foráneos, así como su influencia estuvieron a punto de superar por completo a las de los propios escritores españoles.

            La crítica coincide en que la novela histórica española arranca a imitación de las obras de Scott. La primera mención que se hace del genial escritor escocés parece ser la de José Joaquín de Mora en octubre de 1818 en Crónica Científica y Literaria. En 1822 se inserta en El Censor un artículo favorable a Scott y en 1823 Aribau escribe un artículo para El Europeo en el que alaba al escocés por ser el creador de un género literario nuevo. En ese mismo año Blanco White publica en Las Variedades o El Mensajero de Londres unos “Retazos de una novela inglesa titulada Ivanhoe”. (Almela 2006: 104-5 nota.) Por otra parte la novela histórica española se concentra entre los años 1823 a 1844. En 1823 se publica Ramiro, Conde de Lucena de Rafael de Húmara y Salamanca. Y en 1844 es la fecha de publicación de El Señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco.

El período de mayor producción novelística fue la década de 1830. En estos años destaca la obra del escritor Telesforo de Trueba y Cossío (1793-1836) exiliado en Inglaterra, y que habría compuesto en inglés algunas novelas que trataban ciertos apuntes de la historia de España, pero no pueden considerarse como novelas históricas españolas al estar escritas en inglés. No obstante destacan obras como Gómez Arias; The Castilian; y The Romance of History: Spain. De estas tres habría que destacar The Castilian donde la influencia del escritor escocés es palpable y sin discusión ninguna. La obras se basa en escenas de Ivanhoe y Guy Mannering, aunque todas ellas se encuentran en el primero de los seis volúmenes con los que cuenta la obra de Villalta. La trama responde claramente al patrón de novela histórica creada por Scott.

            Por otra parte, la primera novela que puede ser considerada como novela histórica surgió de la mano de Ramón López Soler, Los bandos de Castilla, o el caballero del cisne de 1830. Su autor proponía introducir en España el estilo creado por Scott, y al mismo tiempo un nuevo género literario desconocido hasta entonces. Pero no sólo estas dos eran las novedades de su novela, sino que también quería dotarla de motivos relacionados con la propia historia de España con el fin de despertar el interés de los lectores, como Scott había hecho en su Escocia natal. De este modo aparece reflejado en el prólogo de su obra: “ La novela de los Bandos de Castilla tiene dos objetos: dar a conocer el estilo de Walter Scott, y manifestar que la historia de España ofrece pasajes tan bellos y propios para despertar la atención de los lectores, como las de Escocia y de Inglaterra”. Persuadido por el éxito alcanzado por el novelista escocés presentando un nuevo género en la literatura universal, López Soler lo imita y hasta lo traduce para introducir su corriente literaria en España como sigue señalando en el prólogo: “A fin de conseguir uno y otro intento hemos traducido al novelista escocés en algunos pasajes e imitándole en otros muchos”.

La influencia del escritor escocés se hace más latente en la sucesión de aventuras y amores que constituyen la obra de Estanislao de Cosca Vayo La conquista de Valencia de parte del Cid que lleva por subtítulo “novela histórica original española perteneciente al reinado de Alfonso Sexto de Castilla”. Tras la publicación de estas dos obras, que además coinciden con los años de mayor popularidad de Scott en España, a juzgar por las numerosas traducciones de sus obras, no se volverá a publicar una novela española hasta 1833-34 ya que no podemos considerar como tal El conde de Candespina de Patricio de la Escosura aparecida en 1832. Según Margarita Almela se trata de una novelita cuyo mayor acierto es dar con un tema que habrá de gozar de popularidad en años posteriores y servir como argumento a otros novelistas tanto del siglo XIX como en le XX: el de Doña Urraca de Castilla, hija de Alfonso VI”. (2006 : 109). Para comprobar hasta que punto la influencia de Scott era patente e importante en aquellos días basta con leer los artículos aparecidos en El vapor los días 2 y 3 de noviembre de 1833 bajo el título: “Influencia de las obras de Walter Scott en la generación actual”. La reproducción de dichos artículos ha sido realizada por Iris M. Zavala en Ideología y política en la novela española. En 1833 apareció la obra de López Soler El primogénito de Alburquerque, a la que le seguirán un años después Sancho Saldaña, o El castellano de Cuellar de Espronceda; El doncel de Don Enrique el doliente de Larra; La catedral de Sevilla de López Soler, y Los expatriados, o Zulema y Gazul; Ya en 1835, Ni rey, ni Roque, de Patricio de la Escosura, y El golpe en vago de José García de Villalta. En 1836 El caballero de Madrid en la conquista de Toledo por don Alfonso el VI de Basilio Sebastián Castellanos de Losada.

Sin embargo, y pese a esta producción novelística su éxito no fue el esperado y el público lector siguió consumiendo las traducciones de escritores extranjeros incluido Scott. Ello se debió en parte al éxito que las Waverley Novels habían alcanzado en otros países. Baste señalar la acogida que Ivanhoe tuvo en Inglaterra, o Quentin Durward en la propia Francia donde en una de las numerosas biografías del escritor escocés se nos dice que las mujeres francesas comenzaron a ponerse las faldas de tartán en su honor. Otra posibilidad de este fracaso literario de la novela histórica española se pudo deber a que en numerosas ocasiones eran imitaciones de inferior calidad. No sabían plasmar el estilo del escritor escocés ni recoger la intención de sus novelas. De entre todas estas que aparecieron publicadas en la década de los años 30 tal vez merezcan especial atención El doncel de don Enrique el Doliente de Larra y Sancho Saldaña de Esproceda. Esta última la define Travis, como un collage de Ivanhoe, Quentin Durward, The Bride of Lammermoor y The Fair Maid of Perth. Sin embargo, dicha tesis es rechazada por Allison Peers, para quien la novela de Espronceda sólo guarda relación con Ivanhoe. (Paz-Yañez 2006 : 145-6).

Por lo que respecta a la novela de Larra, esta obra representa claramente los valores tradicionales de las obras de Scott. Uno de estos ejemplos sería el comienzo de los capítulos introducidos por una cita, generalmente en verso, extraída de alguna balada o romance histórico. Al comienzo de ese capítulo un breve introducción histórica para dar a conocer al lector el marco histórico en el que sitúa la narración. Este ejemplo está tomado sin ninguna duda de una obra como Ivanhoe, en la que Scott nos habla en su comienzo de la situación de la Inglaterra del siglo XII. Scott era para Larra el escritor por excelencia de la época. De Ivanhoe Larra toma también su escena del juicio de Dios, se inspiró en la figura del héroe, quien no es un caballero de la nobleza, sino más bien un ser de clase media. Las Waverley Novels están plagadas de ellos (Waverley, Morton, Osbaldiston, Kenneth of Huntingdon, entre otros). Sin embargo, la pasión amorosa de la novela de Larra o de Espronceda tiene un protagonismo que no aparecía en ninguna de las Waverley Novels. Ya que como señala Adams el autor escocés no presentó nunca el amor como una fuerza trágica y fatal. (1941: 218-21). La novela histórica española de este tiempo van a elegir la Edad Media como tiempo histórico para sus novelas, al igual de Scott hizo en Ivanhoe, The Talisman, Castle Dangerous, The Betrothed o Count Robert of Paris. Además se imitó el carácter conciliador empleado por el escritor escocés para unir en perfecta armonía a los dos bandos enfrentados mediante la unión de los dos personajes principales. Las novelas españolas conceden el peso de la acción a un héroe de clase media al estilo de Wilfred Ivanhoe quien intenta buscar remedio a la situación por la que atraviesa el país.

A partir de 1844, con la publicación de El señor de Bembibre de Gil y Carrasco[1], la novela histórica española se da por concluida. Hasta este momento el tema preferido por los novelista era la Edad Media, pero la novela histórica sufrirá un cambio gradual con las obras de Galdós. Éste no se involucró en la búsqueda de una reconstrucción del pasado histórico de España para glorificar alguna etapa de la misma. Galdós interpretó el pasado con la finalidad de llegar a una mejor comprensión del presente. En modo alguno eso es el punto de partida de las Waverley Novels. Scott explicaba la situación actual de la sociedad de sus novelas explicando las causas por las que la sociedad que reflejaba en sus novelas vivía o se comportaba de esa manera. Galdós describió la larga lucha del progreso, y las divisiones que acosaron a España al igual que Scott hizo en sus novelas. El tránsito de la sociedad medieval y patriarcal de los clanes escoceses hacia una época moderna acentuada por la modernidad que simbolizaba Inglaterra. Mezcló acontecimientos y personajes históricos en la vida cotidiana. Sus Episodios Nacionales trazan los conflictos que narraron la historia de España durante el siglo XIX desde 1808. Scott fue uno de los maestros de Galdós como han demostrado Walter Pattison con respecto a Gloria (1877) y en otros aspectos de su novelística de acuerdo con las conclusiones de S. Gilman .

 

La conclusión que podemos extraer de este estudio es que una parte amplia de las novelas históricas escritas en España durante una parte del siglo XIX llevan el sello de Scott. El escritor escocés era por aquella época el referente literario tanto para lectores como para novelistas. Las traducciones de sus obras sirvieron como espejo en el que se quisieron reflejar los escritores españoles. Pero ese reflejo no consiguió igualar o superar la genial pluma del bardo del norte, apelativo con el que conocía a Scott. No dudaron en copiar y traducir pasajes de algunas de sus obras como Ivanhoe para después incluirlas en las suyas propias. No obstante no debemos considerar a la novela histórica española sólo como el reflejo de las Waverley Novels, sino como los primeros intentos de un género que hoy en día goza de una muy buena salud.

 


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[1] Véase mi artículo (2006) “La influencia de Walter Scott en la novela histórica española El señor de Bembibre”, Revista de Estudios Literarios Espéculo, Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense

 

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Doctor en Filología inglesa. Autor de contenido para proyectos de IBM. Colaborador literario.
 

 

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En el 2012 se publicó La guardiana del Manuscrito en la Editorial Mundos Épicos


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