Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!
Inicio

 
www.tiemposdereflexion.com Anúnciate con nosotros
   Las fresas y la paz del alma
Las fresas y la paz del alma

"No estoy haciendo bromas cuando digo que la fresa tiene mucho que ver con la trascendencia y la paz del alma."


Trataré de definir mis propias dudas acerca de la "vida moderna", la vida en una sociedad industrializada y principalmente urbana, como son los países del primer mundo y más o menos mi propio país (Hungría) y México. Mi perspectiva es una perspectiva personal: ahora no es la sociedad como tal que me interesa sino la calidad de vida de cada persona.

Empiezo contando una experiencia propia. Es mi costumbre ir cada verano a excursiones de una a dos semanas al campo: o se trata de un viaje con la bicicleta o de un viaje en la canoa en uno de los ríos de Hungría. Lo importante es que siempre vamos en grupo; solamente dependemos de nuestra propia fuerza para ir de un lugar a otro; dormimos en tiendas de campaña; si es posible, cada día recogemos una cantidad de madera y cocinamos sobre un fuego natural.

Este estilo de vida supone un número de cosas que son muy distintas de la vida que uno lleva en su casa el resto del año. Es necesario cooperar y dividir el trabajo de una manera inmediata. Uno depende del tiempo: aún en el verano es una cosa bien molesta montar la bicicleta o dormir en una tienda si está lloviendo etc. A partir del segundo o tercer día, las exigencias de limpieza van bajando: no tiras a la basura el pedazo de pan que por accidente cayó al suelo; te resulta perfectamente adecuado bañarte en el río (es causa de festejar si una noche hay ducha) etc. Abres los ojos a las plantas que te rodean: es mucho más fácil recoger algunas frutas de los árboles al lado del camino que comprarlas; y cuando sí compras comida, es preferible comprársela a los campesinos mismos en su casa que pagar el doble en alguna tienda.

No lo niego, dos semanas de este tipo de vida bastan. Es agotador, y no he vivido un momento más catártico que aquél cuando me meto en el baño al regresar a casa y tomo cosas de la refrigeradora para cenar. Pero viviendo así, cada vez me doy cuenta de lo lujuriosa y superflua y necia que muchas veces es la "vida moderna".

Los aspectos de esta vida que me resultan problemáticos son:

  • La relación con la naturaleza.
  • Un concepto artificial del tiempo.
  • La convicción falsa que somos dueños del medio ambiente.
  • La conversión de "todo" en producto comercial.
  • La comunidad.
  • El lujo y la creación de deseos artificiales.
  • La falta de paz espiritual.

Al vivir en constante interacción con la naturaleza (como lo hace uno en una excursión así por dos semanas y como lo hizo la gente agricultora durante toda una vida), el tiempo se mide según los fenómenos naturales: la salida y puesta del sol, las estaciones, las obras agrícolas etc. El mismo medir el tiempo en unidades 'objetivas' es un factor de la enajenación del hombre.

La agricultura moderna no es otra cosa que la producción industrializada de ciertos productos. Esto indudablemente tiene la ventaja que miles de gentes no mueren si no hay bastante lluvia en la primavera o hace demasiado calor, pero también da la falsa convicción que tenemos la naturaleza firmemente bajo nuestro control. Esto no es sostenible a largo plazo, y hay que tratar de vivir de una manera simbiótica con el resto del planeta.

Si la agricultura es nomás un sector de la industria, entonces el tomate y los plátanos que se venden en los supermercados son sólo productos cuyo precio está sujeto a las leyes del mercado. ¡Qué error más grave! Quien sólo ha visto tomates en el estante y nunca observó el crecimiento de una planta desde la semilla hasta que produzca el fruto rojo, no entiende nada del milagro que nos circunda en todas partes. Aunque suene insólito, yo creo que esto es la raíz de muchos fenómenos modernos: la creencia que los libros y las ideas son mercancías, y que la misma educación es algo que se compra en cambio de dinero, por ejemplo.

No es necesario comentar la falta de comunidad en las grandes ciudades y cómo gastamos horas viajando para ver a nuestros amigos mientras la dama vieja en el apartamento vecino se muere y nadie se da cuenta hasta que el olor empieza a penetrar en el pasillo (eso le pasó a un amigo hace dos años). Pero si hace falta un grupo de gente que se vea diariamente tampoco va a existir la misma conciencia común. Cuando te sientas noche tras noche al fuego de campaña para cantar, contar anécdotas y burlarte de los demás, surge un sentido de comunidad; ¿por qué no es posible vivir una vida en que esta comunidad no se reserve para los veranos?

Había un estudio hecho en un pequeño pueblo de gitanos en Hungría donde la gente se reunía cada noche en la casa de alguno de los viejos respetables para comentar lo que pasó durante el día, cantar y emborracharse. Por aquel entonces no había televisor en todo el pueblo. Quince años más tarde regresaron los sociólogos y encontraron una comunidad atomizada; cada familia se sentaba en frente del televisor y la miraba sin decir palabra.

Los jóvenes ya cantaron las canciones necias de los anuncios. También es lugar común que la sociedad de consumo hace rato ya que pasó de la satisfacción de deseos genuinos a la creación de artificiales. La cuestión es solamente, ¿dónde termina lo necesario y empieza lo superfluo? Al regresar de mis excursiones, siempre me doy cuenta de que la mayoría de las cosas que creía indispensables son realmente un lujo. Hay una falacia imperdonable en el modo de pensar en las sociedades de consumo: el nivel de vida se confunde con la calidad de vida. El nivel de vida se mide según el dinero, en dólares, que gana el ciudadano promedio. Por Dios, ¡esto no tiene casi nada que ver con la calidad de vida! Disculpen por el tema sensitivo, pero estoy más que seguro que un inmigrante en Alemania que gana, digamos, $600 dólares al mes, desempeña un trabajo mecánico y es, además, marginalizado y un ciudadano de segunda clase, tiene una calidad de vida incomparablemente inferior a la de un profesor de escuela secundaria en un país como Hungría, ganando, en caso afortunado, una suma que equivale a $250. No quiero decir que un sueldo de $250 para un profesor no es humillante, pero la calidad de vida la definen mucho más cosas que el dinero del que una persona dispone cada mes.

Y todo esto conduce, al fin, a una situación donde el stress es parte de la vida cotidiana de gente cada vez más joven, y donde la prosperidad material no conduce a la felicidad. La gente se convierte en esclava de su trabajo, pierde el contacto con la naturaleza y los demás, mientras su cuerpo es cada vez más mimado por los milagros de la tecnología. Yo sí creo que el camino a la paz espiritual conduce a través de cierta indiferencia al malestar del cuerpo. No me entiendan mal, yo no quiero hacer el juego al ascetismo, pero con la abundancia material se pierde el estimo para las cosas. Un ejemplo: las fresas solían señalar la llegada de la primavera para mí, las tres o cuatro semanas cuando se sale al jardín de mi abuela para recoger y comer fresas. Ahora que llevo un año viviendo en EE.UU. y puedo comprar fresas (sin sabor) cuando quiera, han perdido su magia totalmente.

No estoy haciendo bromas cuando digo que la fresa tiene mucho que ver con la transcendencia y la paz del alma.

Bueno, ya veo que he escrito muchísimo y temo que a veces no me expresé con claridad, pero espero que lo hayan disfrutado. La próxima vez escribiré sobre el experimento de un grupo cuyos miembros encontraron un pequeño pueblo a punto de despoblarse y se mudaron allí para tratar de vivir de otra manera.

Creo que sería un buen tema para esta lista tratar de imaginar cómo organizaríamos nuestra vida si decidiéramos hacer lo mismo: empezar una nueva vida en un pequeño pueblo en el campo.

Saludos,

Gábor Ugray




*
Anúnciate con nosotros

Recibe nuestro boletín mensual
*
* Tu email:
*
*
*
*
*

Noticias
*

Archivo
*
* Consulta los boletines de ediciones pasadas. *
*

Panel de Opiniones
*
* Opina sobre este tema o sobre cualquier otro que tú consideres importante. ¡Déjanos tus comentarios! *
*

Escribe
*
* Envía tus ensayos y artículos. *
*
___
Logos de Tiempos de Reflexión cortesía de Matthew Nelson y Chago Design. Edición, diseño y actualización por Morgan y MASS Media
Resolución mínima de 800x600 ©Copyright pend. Acuerdo de uso, políticas de protección de información